Sufragios y balazos: hacia el orden consitucional


A finales de 1916 el general Alberto Carrera Torres, ya muy enfermo, se entreg� en C�rdenas por gestiones del general Pablo Gonz�lez y pas� por varias c�rceles: M�xico, Guadalajara, Saltillo, Monterrey, hasta llegar a la de Ciudad Victoria donde, a mediados de febrero de 1917, a pesar de haber obtenido el indulto fue ejecutado por el general Luis Caballero, su antiguo rival. Carrera Torres propuso la formaci�n de un gobierno liberal, democr�tico y justo para los pobres. Su muerte provoc� una fuerte reacci�n; los Cedillo, como consecuencia, radicalizaron y fortalecieron sus posiciones combativas en las que quedaba manifiesta su desconfianza ante las autoridades y la necesidad de afianzar sus intereses regionales.

En los umbrales del Congreso Constituyente se formaron organizaciones pol�ticas en San Luis Potos�: los partidos Constitucionalista Potosino, Liberal, Liberal Obrero, Reformista Independiente, Club Reformista del Proletariado y Club Ponciano Arriaga, que postularon como candidatos a la gubernatura del estado a Juan Sarabia, Juan Barrag�n, Samuel de los Santos y a Humberto Mac�as Valadez.

El gobernador Federico Chapoy convoc� elecciones extraordinarias para gobernador y diputados al Congreso del Estado. Venustiano Carranza dio su apoyo a Juan Barrag�n por encima de las preferencias de Chapoy que, precisamente por eso, fue sustituido por el general Alfredo Breceda.

Al general Alfredo Breceda le tocaron las elecciones del 29 de abril para gobernador del estado. Estas elecciones, irregulares e impugnadas, llevaron de cualquier forma a Juan Barrag�n a la gubernatura del estado por el tiempo que faltaba para cumplir el periodo del 26 de septiembre de 1915 al 25 de septiembre de 1919. Breceda public� la Ley de Instrucci�n P�blica Primaria y con los presidentes municipales trat� de impedir la salida de los jornaleros que cada d�a eran reclutados para emigrar al estado de Yucat�n, que "van enga�ados y su ausencia ser� de graves repercusiones para los municipios". La situaci�n de los trabajadores era desesperada; por ejemplo, el general Manuel L�rraga recogi� en C�rdenas a 300 ferrocarrileros desnudos, abandonados, hambrientos y sin protecci�n alguna.

Lo que el movimiento revolucionario expuso en forma cruda y muchas veces cruel fue la enorme desigualdad, los muchos M�xicos, las distancias. En San Luis Potos�, ese M�xico "soterrado" se mostr� en una mezcla explosiva de creatividad y destrucci�n, de tradici�n e improvisaci�n, de devoci�n y resentimientos. La poblaci�n en armas, los campesinos movilizados, destruyeron los salones porfiristas para retraerse m�s tarde a sus localidades. Mientras tanto, los vac�os eran ocupados poco a poco por una clase media naciente que se convertir�a en uno de los elementos protag�nicos del nuevo orden.


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