La propuesta reformadora de Rafael Nieto


En mayo de 1919 se celebraron en San Luis Potos� elecciones para el gobierno y el Congreso del estado. En ellas contendieron por la gubernatura dos candidatos: Severino Mart�nez y Rafael Nieto. Al ingeniero Severino Mart�nez se le se�alaba como continuador de la pol�tica de Juan Barrag�n y sus cr�ticos m�s extremos apuntaban que, en realidad, la candidatura de Mart�nez era un intento de imposici�n.

Rafael Nieto, que tambi�n ten�a una trayectoria en el gobierno carrancista, en el que ocup� incluso la subsecretar�a de Hacienda junto al titular de la dependencia Luis Cabrera, se convirti� en el candidato de una coalici�n de partidos (Liberal Obrero, Liberal Reformista y Reformista Independiente) a la que se sumaron revolucionarios radicales como Juan Sarabia y miembros del grupo santista, como el propio general Santos, Rafael Santos Alonso y Rafael Curiel.

La campa�a electoral de 1919 se puede considerar como la primera que, despu�s del triunfo constitucionalista, busc� encontrar en la v�a pol�tico electoral la alternativa para solucionar los conflictos entre los diversos grupos que hab�an surgido durante la revoluci�n armada. El 28 de mayo de 1919 el candidato Rafael Nieto celebr� un mitin en la plaza principal de la capital potosina. En su discurso dej� entrever la concepci�n que ten�a del proceso revolucionario:

Nieto particip� en esa campa�a con un proyecto pol�tico que implicaba poner en pr�ctica reformas legales que permitieran cambios sociales, aquellos que se�alaba como la raz�n esencial de la lucha revolucionaria. A diferencia de Juan Barrag�n, que se convirti� en el joven militar depositario de todas las confianzas de Carranza, Nieto era un intelectual autodidacta cuya arma principal era la pluma y quien hab�a adquirido experiencia en la administraci�n de las finanzas p�blicas durante los dif�ciles a�os del periodo carrancista. Estaba m�s cerca de Luis Cabrera y otros pensadores que lograron influir en las decisiones reformistas de los jefes militares que hab�an triunfado.

En ese mitin de campa�a que presidi� Nieto, se present� a mostrarle su apoyo en p�blico el general Samuel de los Santos, quien dijo: "Desde el a�o de 1906, este hombre, a quien se atreven a tachar de no ser revolucionario, ayudaba a los rebeldes en Las Vacas con el dinero de su peculio [...] se�ores, les pido que me ayuden a salvar al pueblo del cacicazgo; si no lo salvamos por medio de nuestros votos en la lucha electoral, lo salvaremos de otra forma". Las palabras del general Santos mostraron los l�mites de la tolerancia que sent�an hacia los procesos electorales aqu�llos que, en realidad, se hab�an formado en el fragor de la batalla.

En torno a Nieto se agruparon las organizaciones obreras e incluso un incipiente movimiento femenil que se derivaba del Partido Liberal Obrero. Su dirigente, Mar�a Castillo, se expresaba de la siguiente manera: "y del fondo del hogar oscuro y silencioso sale la mujer a unir sus entusiasmos a la multitud [...] porque tambi�n ella figura indiscutiblemente en las legiones del porvenir, ella como alma de la raza y la patria, como germen de todas las generaciones futuras, busca el lugar que le corresponde en todo el concierto universal". Era un hecho cada vez m�s palpable la presencia de las mujeres en el trabajo industrial. F�bricas como las de cerillos y cigarrillos ocupaban principalmente mano de obra femenina. Otras, como las de ropa y mezclilla, que recordaba Jes�s Silva Herzog: "Por ejemplo, la f�brica La Cruz de capital de espa�oles establecidos en la ciudad de San Luis, por el barrio del Montecillo a donde todas las ma�anas llegaban de todos los rumbos de la ciudad, m�s de 300 obreras a prestar sus labores".

En los discursos y en la ret�rica de la campa�a nietista se encuentran percepciones claras de c�mo se estaba concibiendo esa etapa del pa�s. Por un lado, discurr�a la legitimidad esencial que ten�an, para acceder al poder, quienes hab�an participado en los or�genes del movimiento revolucionario; una legitimidad que pod�a trascender incluso los mismos resultados electorales; por otro, se interpretaba la ca�da de Madero como un sacrificio que ten�a sentido si se rebasaban sus demandas puramente pol�ticas y se satisfac�an las de orden econ�mico. El pensamiento de Rafael Nieto fue elocuente. Otra reflexi�n de aquellos discursos que, junto con muchos otros a lo largo y ancho del pa�s, fueron configurando el molde de la cultura pol�tica del Estado mexicano posrevolucionario, fue el testimonio de la presencia de nuevos actores pol�ticos y sociales.

La aparici�n de ese otro M�xico soterrado, "la crisis social —afirmaba Nieto— que nos lleg� por los oscuros canales subterr�neos de la historia" se explicaba en los diversos movimientos revolucionarios. Este fen�meno social era visto como portador de lo nuevo, de aquello que necesariamente redundar�a en una sociedad m�s justa. Entonces, el papel de los dirigentes era encausar esas fuerzas para construir un orden en el que el Estado y ya no el dictador o el capital tendr�an una funci�n esencial: "Todos los grupos, aun los m�s conservadores, convienen en qu� ha sido un error de las pasadas �pocas dejar la explotaci�n y el manejo de los m�s vitales servicios en manos de los capitalistas individuales".

Apasionado lector de textos sociales, econ�micos y pol�ticos, como su paisano y contempor�neo Jes�s Silva Herzog, Nieto era sensible a los procesos de cambio que se viv�an no s�lo en M�xico sino tambi�n en otros pa�ses. Sus discursos de campa�a por el interior del estado traducen su inter�s por lo que suced�a m�s all� de los l�mites del estado potosino e incluso de las fronteras del pa�s y aun del Continente Americano.

Por su parte, Severino Mart�nez criticaba fuertemente el pensamiento y las actitudes de Rafael Nieto; lo acusaba de rodearse de "una corte de mercenarios" compuesta de "periodistas, oradores y agentes" provenientes de la ciudad de M�xico. Sumaba entre �stos al general Federico Chapoy, jefe de las operaciones militares en el estado, desplazado de la gubernatura por Carranza en beneficio de Juan Barrag�n.

Durante el verano de 1919, el proceso electoral polariz� las posturas de las facciones involucradas. De acuerdo con las cifras proporcionadas por el Partido Liberal Potosino, cuyo candidato era Severino Mart�nez, Nieto s�lo alcanzaba alrededor de 13 176 votos, mientras que su causa registraba 30 489. Reconoc�an haber perdido en los dos distritos que correspond�an a la ciudad de San Luis Potos�. Los nietistas, por su lado, acusaron sonadamente un fraude electoral: "Los atropellos que las autoridades llevaron a cabo en los distritos de la capital, fueron relativamente de poca monta, pero en cambio, en otros distritos alejados del centro, constituyeron verdaderos atentados, y en la regi�n de la Huasteca, verdaderos cr�menes". Los partidarios de Nieto hicieron una larga relaci�n de hechos en la que se registra c�mo sus candidatos fueron echados o alejados de los municipios mediante la fuerza de las armas ejercida por las autoridades locales.

Ante la negativa de los nietistas de aceptar los resultados electorales, en septiembre de 1919 surgieron dos gobiernos paralelos con sus respectivos congresos. Severino Mart�nez, con el apoyo del general Barrag�n, control� el estado y reprimi� a los nietistas e incluso encarcel� a varios diputados. Por su parte, Rafael Nieto, con algunos de sus partidarios, se traslad� a la ciudad de M�xico donde busc� apoyo entre las fuerzas obregonistas.

Aunque Severino Mart�nez gobern� el estado por algunos meses su suerte fue determinada por acontecimientos de �ndole nacional. La sucesi�n de Venustiano Carranza en la presidencia de la rep�blica hizo evidente la pugna por el poder entre las distintas fuerzas revolucionarias triunfantes. Venustiano Carranza, al igual que lo hab�a hecho Barrag�n en San Luis, nombr� a su sucesor, el embajador Bonillas. El poder real estaba en manos de �lvaro Obreg�n, aspirante natural para el remplazo del l�der constitucionalista. Los enfrentamientos militares se sucedieron y, el 23 de abril de 1920, desde Sonora Adolfo de la Huerta proclam� el Plan de Agua Prieta. En �l se dec�a que "el actual presidente de la rep�blica, Venustiano Carranza, se hab�a constituido jefe de un partido pol�tico; persiguiendo el triunfo de ese partido ha violado de una manera sistem�tica el voto popular; ha suspendido, de hecho, las garant�as individuales; ha atentado varias veces contra la soberan�a de los estados, y ha desvirtuado radicalmente la organizaci�n de la rep�blica".

M�s definitivas, para el caso potosino, fueron las l�neas del art�culo segundo de dicho Plan: "Se desconoce a los funcionarios p�blicos cuya investidura tenga origen en las �ltimas elecciones de poderes locales, verificadas en los estados de Guanajuato, San Luis Potos�, Quer�taro, Nuevo Le�n y Tamaulipas". Con la muerte de Carranza triunf� del Plan de Agua Prieta y Adolfo de la Huerta ocup� provisionalmente la presidencia de la rep�blica.

El art�culo 15 del Plan de Agua Prieta se�alaba: "El jefe supremo del ej�rcito liberal constitucionalista [Adolfo de la Huerta] nombrar� gobernadores provisionales" en los estados mencionados. En San Luis Potos�, Adolfo de la Huerta reconoci� como gobernador a Rafael Nieto.

El presidente De la Huerta aplic� de inmediato una pol�tica de reconciliaci�n nacional. Varios rebeldes, entre los que estaban Saturnino Cedillo, F�lix D�az y Francisco Villa e incluso algunos zapatistas de Morelos llegaron a un acuerdo con las nuevas autoridades. Con el fin de asegurar una paz duradera, el gobierno promovi� entre los jefes revolucionarios el establecimiento de colonias agr�colas para sus veteranos. Cedillo, al igual que Villa, las fundaron en San Luis Potos� y en Chihuahua, respectivamente.

A diferencia de Villa, que combati� en el �mbito nacional y en �l fue derrotado, Saturnino Cedillo mantuvo sus acciones y fuerzas dentro de los l�mites regionales y dentro de los l�mites, tambi�n, de las alianzas nacionales coyunturales; fue as� como consolid� desde sus colonias militares un poder pol�tico que pronto tendr�a un valor estrat�gico.

En diciembre de 1920, �lvaro Obreg�n asumi� la presidencia de la rep�blica. Su gobierno se dirigi� hacia la construcci�n de una estabilidad pol�tica que evitara las continuas asonadas militares. En San Luis Potos�, el gobierno de Rafael Nieto entend�a que la estabilidad requer�a de profundas reformas sociales. Al mismo tiempo, contaba con el apoyo de las nuevas autoridades federales, as� como con las simpat�as del general Saturnino Cedillo.

El gobierno de Obreg�n busc� fortalecerse mediante el respeto de la autoridad de los l�deres regionales pero incorpor�ndolos, en la medida de lo posible, a la estructura institucional del poder central mediante las zonas militares. As�, Saturnino Cedillo fue nombrado jefe de operaciones militares de la zona 28, en Ciudad del Ma�z, y se le otorg� el grado de general brigadier. Por su parte, el gobernador interino �ngel Silva afirm�, refiri�ndose al general Cedillo, que "es importante hacer notar que las partidas que estuvieron alzadas durante mucho tiempo en el estado y que se rindieron a consecuencia del movimiento del Plan de Agua Prieta, han estado dedicadas al trabajo en las colonias agr�colas".

El periodo de gobierno de Rafael Nieto dur� casi tres a�os, durante los cuales tuvo que ausentarse con cierta frecuencia debido a sus compromisos pol�ticos con los grupos de la ciudad de M�xico. Su periodo tuvo as� 21 interinatos con 14 gobernantes, algunos de los cuales fueron: �ngel Silva, quien hab�a sido su tutor en Cerritos, Jos� Santos Alonso, Gabriel Mart�nez, Gonzalo N. Santos y Santiago Rinc�n Gallardo.

A pesar de esta condici�n de incertidumbre administrativa, su gobierno dej� una honda huella como precursor y promotor de reformas legislativas fundamentales para el estado potosino. Su gobierno consideraba imprescindibles las reformas laborales: "Si en el art�culo 27 nos anticipamos a otros pa�ses, en el 127 no hicimos m�s que adoptar las conquistas ya alcanzadas por el proletariado de casi todas las naciones civilizadas". En 1921, Nieto regul� el derecho a la huelga y a las agrupaciones obreras, conforme a la Constituci�n de 1917. Retom� los decretos de 1914 para asalariados del campo y la ciudad, que determinaban un d�a de descanso obligatorio a la semana, la jornada m�xima de ocho horas y las disposiciones de protecci�n al trabajo infantil y femenil. Se integr� una Junta de Conciliaci�n y Arbitraje local, con representantes obreros y patronales por igual y un presidente designado por el gobernador. Dado el cr�tico estado de la industria y la econom�a, sobre todo en el ramo de la miner�a —principal fuente de ingresos del erario estatal—, Nieto tambi�n trat� de promover la productividad y, consecuentemente, el empleo. Promulg� decretos importantes para el fomento a las industrias, el comercio y los empleos dependientes del sector p�blico.

El movimiento obrero en San Luis Potos� empez� a manifestarse con gran fuerza durante el gobierno de Nieto. Las organizaciones nacionales como la CROM (Confederaci�n Revolucionaria Obrera Mexicana) y la CGT (Confederaci�n General de Trabajadores), vinculadas a los principales jefes revolucionarios, desataron movimientos nacionales de huelga, principalmente en los sectores ferrocarrileros y tranviarios a las que se sumaron los obreros potosinos. De alguna manera, las reformas y los dispositivos institucionales impulsados por Nieto, como la Junta de Conciliaci�n y Arbitraje o el propio reconocimiento de los derechos de agrupaci�n o huelga, aportaron m�s elementos de negociaci�n en la soluci�n de los conflictos.

Tambi�n en 1921 el gobierno de Nieto expidi� la Ley Agraria del estado. En la exposici�n de motivos se encuentra una descripci�n sorprendente de las condiciones del campo potosino:

Paulatinamente, el r�gimen de Nieto inici� un periodo de reconstrucci�n en la estructura del campo. En algunos lugares —se�ala Dudley Ankerson— el sistema no cambi� y el trabajo en las haciendas y ranchos continu� como en tiempos del porfiriato; pero en otras hubo una transformaci�n completa, particularmente donde las haciendas fueron abandonadas y las tierras se distribuyeron para formar colonias o ejidos o eran trabajadas temporalmente por los antiguos peones. Esto sucedi� generalmente en las regiones en que se hab�a registrado tensi�n social antes de 1910, perturbaciones y despoblamiento en los a�os de violencia. A principios de 1923 hab�a nueve ejidos con posesi�n definitiva que ocupaban casi 40 mil hect�reas y 25 con posesi�n provisional en 115 mil hect�reas. Ante esta situaci�n y los cambios que de ella pod�an derivarse, los terratenientes conscientes de la amenaza planteada por las nueva leyes agrarias, aumentaron los salarios agr�colas, mejoraron las condiciones de trabajo y firmaron acuerdos de aparcer�a m�s favorables.

La reforma agraria de Nieto buscaba terminar con los grandes desequilibrios en el campo mediante el fortalecimiento de una clase media rural basada en la peque�a propiedad. Su Ley Agraria, promulgada en julio de 1921, estableci� un l�mite a la propiedad rural seg�n su ubicaci�n dentro del estado: el norte �rido y el oeste, con un m�ximo de 4000 has; el centro, con 3000 ha y la Huasteca con 2000 ha. A los propietarios de una extensi�n mayor les impuso la obligaci�n de fraccionarla en el plazo de un a�o, pasado el cual quedar�an sujetos al fraccionamiento que llevar�a a cabo el ejecutivo del estado. La ley no obligaba a las autoridades a confiscar y repartir a menos que lo solicitaran personas sin tierra.

Los terratenientes formaron agrupaciones para frenar la aplicaci�n de la Ley Agraria de Nieto; de la misma manera, consiguieron el apoyo de gestores, incluso extranjeros, para presionar al gobierno de Obreg�n. Rafael Nieto, m�s que enfrentar radicalmente a los terratenientes, en realidad buscaba establecer un marco legal para mejorar las condiciones de los trabajadores del campo: "Es perfectamente explicable esta actitud de los terratenientes, pero ninguna raz�n los disculpa puesto que cuando el campesino hace su petici�n ejerce un derecho encaminado a procurar su bienestar econ�mico, mientras que de parte del terrateniente que no se conduce sin el ego�smo absorbente, parece hacer caso omiso de que el trabajador es un ser que tiene su necesidad propia y el derecho a su mejoramiento".

Nieto tambi�n realiz� reformas en los ayuntamientos, propuso una Ley de Refer�ndum y Revocaci�n para promover una mayor participaci�n ciudadana, y lo mismo hizo con los C�digos Penal, de Procedimientos Penales y de Procedimientos Civiles; sin embargo, algunas reformas no pudieron tener efecto por la oposici�n que encontraron, calificada por el propio Nieto de "aprior�stica, indocta, inmediata" y "retardataria". Por iniciativa suya, el Congreso modific� la Ley Electoral para conceder el derecho de voto a las mujeres mayores de edad que supieran leer y escribir; aunque tal propuesta tard� m�s de 20 a�os en ser reconocida en todo el pa�s, se puede decir que Nieto puso uno de los primeros cimientos para llevarla a cabo.

El gobierno de Nieto tuvo algunos logros materiales: la presa de Mexquitic con apoyo del gobierno federal, la extensi�n de redes telef�nicas en el estado, reparaci�n de caminos, obras de irrigaci�n y la construcci�n de un buen edificio para biblioteca p�blica, cuya conclusi�n se encarg� a la C�mara de Comercio.

En febrero de 1921, Rafael Nieto asisti� a la entrega de premios del Instituto Cient�fico y Literario y dirigi� unas palabras a los alumnos: "Las cuestiones educacionales y culturales deben estar siempre mucho m�s all� de las mezquindades pol�ticas". Nieto era sensible a la urgencia de fortalecer la educaci�n superior y evitar que quedara sometida a los vaivenes pol�ticos o a los caprichos de los gobernadores en turno, por eso tambi�n se�al� que "ya es tiempo de que este establecimiento educacional constituya una entidad moral independiente". En enero de 1923, Nieto dio a conocer el decreto por el que se establec�a la Universidad Aut�noma de San Luis Potos�, integrada por el Instituto Cient�fico y Literario, es decir, la Escuela Preparatoria, la Facultad de Medicina, de Jurisprudencia, de Ingenier�a, Escuela Comercial y Escuela de Estudios Qu�micos, y tambi�n se incorpor� el Hospital Civil Dr. Miguel Otero, "por lo que respecta a la parte t�cnica y docente", la Biblioteca P�blica del Estado, el Observatorio Meteorol�gico y la Direcci�n de Educaci�n en su ramo Normal. En dicho decreto, el art�culo m�s significativo es el cuarto: "La Universidad de San Luis Potos�, tendr� personalidad jur�dica propia y gozar� de plena autonom�a en su organizaci�n cient�fica, t�cnica y docente, pudiendo administrar con toda libertad los fondos que le pertenecen".

Un poco antes de que Nieto dejara la gubernatura lleg� a la ciudad de San Luis Potos�, para hacerse cargo de la di�cesis, el hasta entonces obispo de Zacatecas, Miguel de la Mora y del R�o. En enero de 1923, en uni�n del delegado apost�lico Monse�or Filippi y de otros prelados y sacerdotes, asisti� a la colocaci�n de la primera piedra en el Cerro del Cubilete. El gobierno de Obreg�n expuls� del pa�s a Filippi por violar la ley sobre culto externo y mand� castigar a los que hab�an participado en el acto. Estos sucesos anunciaban ya la confrontaci�n entre el gobierno y la Iglesia que dar�a origen a la guerra cristera. A Rafael Nieto no le toc� vivir esta guerra. A pesar de su anticlericalismo, propio de los pensadores liberales de la revoluci�n, a pesar de su estrecha amistad con Plutarco El�as Calles, era enemigo de las actitudes fan�ticas y radicales: "As� como exhortamos a los cat�licos a la templanza y moderaci�n, no nos cansaremos de predicar a las autoridades militares y civiles el m�s profundo respeto a las creencias. No hostilic�is sin objeto a los creyentes, no clausur�is templos innecesariamente; no toqu�is los objetos del culto, no llegu�is hasta el santuario de las conciencias, el fuero interno es siempre merecedor de la mayor estima".

Nieto termin� su periodo en agosto de 1923, a�o en que se traslad� a Europa para cubrir diversas misiones diplom�ticas. En los tres a�os transcurridos antes de su muerte, acaecida en Suiza el 11 de abril de 1926, Nieto public� sus escritos en diversos peri�dicos europeos y mexicanos. Rafael Nieto escribi� tres libros: M�s all� de la patria, Ensayos econ�micos y pol�ticos y Pol�mica laborista.


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