Jorge Prieto Laurens y Aurelio Manrique: rivalidades y subordinaciones


Aurelio Manrique sustituy� a Rafael Nieto no sin antes enfrentar un proceso electoral lleno de irregularidades en el que el candidato opositor fue Jorge Prieto Laurens. Manrique hab�a sido uno de los principales oradores en la campa�a del general �lvaro Obreg�n para la presidencia de la rep�blica; junto a Antonio D�az Soto y Gama y otros dirigentes pol�ticos e intelectuales fund� el PNA (Partido Nacional Agrarista), que el a�o de 1923 lo propuso como candidato al gobierno del estado.

En este punto valdr�a traer a colaci�n la siguiente cita: "�Qui�n lo creyera! �Si no parec�a el mismo! Y, sin embargo, era. Era aquel Pancho, el mismo Pancho que sirvi� de mozo, y que sali� del pueblo y aprendi� que la gente como �l pod�a aspirar a todo, �por qu� no? �A todo!". Pancho es uno de los personajes principales de la novela Tierra caliente (1935) del escritor potosino Jorge Ferretis. En ella se describe, como lo afirma Mar�a de Lourdes N��ez Urquiza en su trabajo sobre el autor, esa movilidad social que llev� a posiciones pol�ticas relevantes a personajes como Saturnino Cedillo que, de ser un peque�o propietario, lleg� a a los m�ximos grados militares y a la gubernatura de San Luis Potos�.

En 1923, al concluir Nieto su gobierno y en el fragor de las nuevas elecciones, el general Cedillo comenz� a tener ya un papel definitivo; sin embargo, a�n no se decid�a a ejercer directamente el poder, as� que otros grupos pol�ticos, m�s identificados con el liderazgo intelectual, asumieron por otro corto periodo m�s la gubernatura del estado.

A las elecciones presidenciales de julio de 1924 se presentaron varios candidatos: Antonio Villarreal, Adolfo de la Huerta, Ra�l Madero y Plutarco El�as Calles. A principios de 1923, Obreg�n manifest� su inclinaci�n por Calles. La perspectiva de la elecciones federales afect� el proceso electoral de San Luis; las fuerzas pol�ticas del estado dependieron directamente de la marcha de los acontecimientos nacionales.

Jorge Prieto Laurens, presidente del Partido Cooperatista Nacional, encabez� el respaldo a la candidatura de Adolfo de la Huerta. Su candidatura al gobierno de San Luis qued� enmarcada en un proyecto m�s amplio que generar�a nuevos apoyos a De la Huerta. El PCN se opon�a a Plutarco El�as Calles, a quien ve�an como aliado de la CROM y enemigo pol�tico que, seguramente, debilitar�a el control que comenzaban a tener en el Congreso federal y en otras �reas del poder. Prieto Laurens era originario de Zacatecas, aunque desde peque�o viv�a en San Luis. Busc� el respaldo de los grupos conservadores que apoyaban tambi�n a otros dos aspirantes a la gubernatura: Octaviano Cabrera, proveniente de las �lites porfiristas, y Samuel de los Santos que, al lado de su familia, hab�a consolidado su hegemon�a en la Huasteca durante la d�cada de la lucha armada y que, por otra parte, dominaba el Congreso local. Tanto Cabrera como Santos declinaron su postulaci�n en favor de Prieto Laurens, quien ten�a v�nculos muy estrechos con los c�rculos de poder en la ciudad de M�xico. Durante la presidencia de Obreg�n, Prieto Laurens fue presidente municipal de San Luis; sin embargo, los l�deres agrarios y obreros prefirieron buscar otra opci�n. Saturnino Cedillo crey� encontrarla en la figura de Soto y Gama, en quien valoraba con simpat�a su experiencia zapatista y sus convicciones agrarias. Pero Soto y Gama declin� la oferta y sugiri� la postulaci�n del joven Aurelio Manrique, que hab�a estudiado medicina en la ciudad de M�xico para luego incorporarse a la campa�a del candidato Juan Sarabia, quien perdi� las elecciones contra Juan Barrag�n. En esas elecciones, Manrique fue electo para diputado federal. Muchos l�deres obreros recordaban a�n el c�lebre desplante de Manrique cuando, en ocasi�n de una sesi�n del Congreso federal, coloc� una bandera rojinegra sobre la mesa del presidium mientras pronunciaba un emotivo discurso sobre Zapata; este incidente recordaba, a su vez, el que protagonizara el zapatista Soto y Gama en la Convenci�n de Aguascalientes.

Adem�s del apoyo de Saturnino Cedillo, Manrique cont� tambi�n con el de Juan Sarabia y el Partido Reformista as� como con el del Partido Laboral, estrechamente relacionado con la CROM.

A principios de 1923, Nieto se dirigi� a la ciudad de M�xico para entrevistarse con Calles, pues quer�a saber cu�l era su opini�n sobre los asuntos de San Luis. Mientras tanto, el grupo santista en el congreso local aprovech� su ausencia para nombrar como gobernador interino a Hermilo Carre�o, quien expeditamente procedi� a destituir a los nietistas y a promover el desafuero de Nieto. Ante los acontecimientos, Nieto regres� a San Luis y solicit� la ayuda de Calles y Cedillo. Este �ltimo le brind� un apoyo determinante que restableci� por completo el gobierno de Nieto. Dudley Ankerson se�ala: "Obreg�n decidi� sacrificar a los santistas y la guarnici�n federal no hizo nada por intervenir. Gonzalo N. Santos, el miembro m�s activo de la facci�n santista que hab�a ideado el golpe, huy� a Tampico donde apel� a la protecci�n del presidente municipal, el hermano de Prieto Laurens".

En estas condiciones, no es de sorprender que la contienda electoral de marzo de 1923 entre Aurelio Manrique y Jorge Prieto Laurens causara actos violentos en los que por lo menos 11 personas perdieron la vida. La contienda no fue as� el enfrentamiento de partidos pol�ticos, sino una batalla entre fuerzas pol�ticas armadas. Las autoridades federales, principalmente el presidente Obreg�n y el secretario de Gobernaci�n, Plutarco El�as Calles, no encontraron en el proceso electoral la v�a de soluci�n para las tensiones pol�ticas en San Luis. Prieto Laurens cont� con grupos del Partido Cooperatista Nacional, que en forma violenta se apoderaron de las casillas e intimidaron a los votantes. Por su parte, Manrique tem�a el apoyo de los l�deres de la CROM, Luis Morones y Celestino Gasca, quienes se trasladaron a San Luis. Para Calles era importante que el estado potosino no quedara bajo el control de quienes ya se manifestaban en favor de la candidatura presidencial de Adolfo de la Huerta.

El gobernador Rafael Nieto desconoci� los resultados electorales mientras que, primero Prieto Laurens y despu�s Manrique, se declararon triunfadores. Se iniciaron negociaciones para encontrar una soluci�n, en las que participaron en un constante ir y venir entre San Luis y la capital de la Rep�blica, los candidatos, Cedillo, Calles, Obreg�n y el gobernador Nieto, que muy pronto dejar�a el cargo para trasladarse a Europa.

La incapacidad de los grupos locales para encontrar soluci�n a los conflictos pol�ticos gener� una condici�n de dependencia respecto de las fuerzas pol�ticas nacionales; �stas, a su vez, reforzaban esa subordinaci�n al utilizar las entidades federativas como territorios estrat�gicos para dirimir sus pugnas en el proceso de centralizaci�n del poder.

Las elecciones de 1923 en San Luis se hab�an convertido en una batalla importante de la guerra pol�tica que enfrentaban Calles y De la Huerta por la sucesi�n presidencial. Con el control santista del Congreso local -restituido tras la salida definitiva de Rafael Nieto, Lorenzo Nieto, seguidor de la causa de Prieto Laurens, fue elegido gobernador sustituto. El nuevo gobernador reconoci� de inmediato el triunfo de los diputados prietistas quienes, con el apoyo del comandante de la zona militar, el general Luis Guti�rrez, invitaron a Prieto Laurens para que ocupara el cargo de gobernador. Por su parte, Aurelio Manrique, apoyado por los cedillistas, se traslad� a Guadalc�zar en donde estableci� la sede de su gobierno. Ante esta situaci�n, el presidente Obreg�n declar� la nulidad de las elecciones. Prieto Laurens recurri� al amparo y decidi� asumir la gubernatura el 25 de septiembre de 1923. Obreg�n, sin comprometerse mayormente en un principio, turn� el caso al Senado de la rep�blica.

Aurelio Manrique comenz� a emitir decretos en favor de una reforma agraria que subrayaba su compromiso con Cedillo pero que a la vez afectaba directamente los intereses de aquellos hacendados que apoyaban a Prieto Laurens. �ste reaccion� con el anuncio de la expropiaci�n de tierras en Rioverde, donde se encontraban varios manriquistas.

El general Luis Guti�rrez, con las fuerzas federales a su mando, decidi� interrumpir el gobierno de Manrique y amenaz� a Cedillo. Obreg�n no presion� m�s e incluso envi� comunicados a Prieto Laurens para que abandonara su animadversi�n hacia Calles y dejara de respaldar a De la Huerta a cambio del reconocimiento de su gobierno.

En octubre de 1923, Adolfo de la Huerta acept� ser el candidato del PCN a la presidencia del pa�s; con esa decisi�n, los acontecimientos en San Luis se precipitaron. El rechazo de Prieto Laurens a la propuesta de Obreg�n defini� el papel de este �ltimo en el caso potosino: el presidente separ� al general Guti�rrez, inmoviliz� a las fuerzas federales de la entidad mediante su acuartelamiento y entreg� recursos econ�micos a Cedillo. �stas fueron las se�ales para que en noviembre Saturnino Cedillo y Aurelio Manrique se levantaran en armas contra el pretendido gobierno de Prieto Laurens. Sus fuerzas ocuparon Rioverde y dominaron la Regi�n Media del estado. Prieto Laurens trat� de encontrar apoyo en la ciudad de M�xico pero s�lo logr� que le incautaran un importante cargamento de armas. El 23 de noviembre el Senado se expres� a su favor; sin embargo, ya era demasiado tarde: las fuerzas de Manrique y Cedillo ten�an el control de las �reas estrat�gicas del estado; adem�s, la divisi�n entre los grupos nacionales que se aglutinaban en torno a Calles o De la Huerta, paralizaban de momento cualquier respaldo significativo.

En la primera semana de diciembre se manifestaron en varios lugares del pa�s los brotes de una rebeli�n cuyo fin era derrocar a Obreg�n y llevar a la presidencia a Adolfo de la Huerta.

Un buen n�mero de militares acusaron a Obreg�n de violentar el orden constitucional y de no respetar las soberan�as de los estados, como sucedi� en San Luis Potos� donde la v�ctima fue Prieto Laurens.

Los principales focos de insurrecci�n se dieron en Veracruz, Jalisco y Oaxaca. Manrique y Cedillo hab�an impedido, a partir de su lucha local, que San Luis estuviera en condiciones de sumarse a la revuelta.

En Veracruz, Adolfo de la Huerta promulg� su plan, al que se sumaron los generales Guadalupe S�nchez, Enrique Estrada, Manuel Di�guez y Salvador Alvarado, entre otros.

Estos acontecimientos determinaron el ascenso de la carrera pol�tica y militar de Cedillo. El gobierno de Obreg�n pudo sostenerse en parte gracias a los campesinos armados que se convirtieron en un ej�rcito irregular. Fueron esos agraristas, esos ejidatarios, los que cumplieron una tarea decisiva para vencer a los insurrectos. Entre ellos estaba Saturnino Cedillo, que, con su participaci�n, actuaba ya con pleno reconocimiento nacional.

Cedillo tom� San Luis sin serios obst�culos y facilit� la llegada de Calles que, a partir del 16 de diciembre, estableci� en la capital potosina su base de operaciones durante seis semanas. Pronto se reclutaron hombres del campo que fueron armados con un cargamento de 20 00 rifles y 50 000 cartuchos proveniente de los Estados Unidos. Participaron, bajo las �rdenes de Cedillo, Graciano S�nchez, Ildefonso Turrubiartes y Jos� Mar�a D�vila. En la Huasteca se sumaron algunos miembros de las familias L�rraga y Santos, quienes combatieron al jefe rebelde Marcial Cavazos.

Sofocada la insurrecci�n, las fuerzas vencedoras fueron desmovilizadas pero se les permiti� conservar sus armas. Los agraristas en San Luis redefinieron as� las nuevas relaciones de poder; hab�an cumplido una funci�n valiosa para la consolidaci�n del gobierno central y, con ello, para las aspiraciones de Calles; al mismo tiempo, permitieron la instalaci�n del gobierno de Aurelio Manrique. Eran la fuerza real, no la que pretend�an representar los partidos pol�ticos. Cedillo lo sab�a y fortaleci� su poder con el reparto de tierras entre sus soldados.

Aurelio Manrique, un intelectual con proyectos obreristas, gobernaba un estado eminentemente campesino, con la presencia tutelar de un jefe revolucionario que sobrevivi� al periodo armado y que representaba los intereses de la gente del campo que exig�a tierras y el mejoramiento de sus condiciones. En alguna ocasi�n, el general Cedillo hizo la siguiente petici�n que lo retrata de cuerpo entero: "Quiero tierras. Quiero municiones para poder proteger mis tierras en caso de que alguien quiera quit�rmelas. Y quiero arados, y quiero escuelas para mis hijos, y quiero maestros, y quiero libros y l�pices y pizarrones y carreteras. Y tambi�n quiero pel�culas para mi gente. Y no quiero una sola iglesia ni una sola cantina".


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