Las conquistas de Nu�o de Guzm�n


El a�o de 1529 se supo en M�xico que Hern�n Cort�s hab�a reivindicado su conducta ante el emperador, quien lo hab�a nombrado capit�n general de la Nueva Espa�a, y que volv�a a M�xico dispuesto a tomar represalias en contra de sus enemigos. Nu�o entendi� que ser�a despojado de su puesto, as� que se adelant� a salir de la audiencia por su propia voluntad y convoc� a una expedici�n de conquista para ampliar las posesiones espa�olas por el rumbo del noroeste. Logr� organizar un considerable ej�rcito compuesto por 300 soldados espa�oles y 6 000 ind�genas auxiliares, el cual parti� el d�a 21 de diciembre de 1529. Nu�o de Guzm�n recorri� los territorios de los indios purepechas, ya sometidos al gobierno espa�ol, donde cometi� muchas tropel�as en perjuicio de los ind�genas con objeto de recaudar mayores elementos para su ej�rcito. Meses m�s tarde, Nu�o y sus huestes llegaron a la regi�n de Tepic despu�s de haber recorrido los territorios de los actuales estados de Guanajuato y Jalisco.

Nu�o de Guzm�n derrot� a los indios totorames de Sentispac y de Aztatl�n, pero en este territorio los expedicionarios empezaron a sentir las inclemencias propias de la tierra caliente: tormentas, abundante lluvia, r�os crecidos, terrenos inundados, que provocaron la p�rdida de muchos pertrechos de guerra y provisiones, adem�s de que las fiebres intestinales causaron estragos entre los indios auxiliares. Tambi�n hubo una rebeli�n en el campamento espa�ol y el capit�n la reprimi� con dureza ordenando la ejecuci�n de los soldados que la encabezaban.

Poco despu�s penetr� en Chametla, donde empez� a aplicar la estrategia que utiliz� para la conquista de totorames y tahues: localizaba los poblados m�s importantes y venc�a la desarticulada oposici�n que los ind�genas ofrec�an; luego ocupaba los poblados, se apropiaba del ma�z y de todos los alimentos que hubiera, y despu�s ordenaba quemar el poblado y destruir las sementeras: as� —pensaba Nu�o— imped�a que los indios organizaran alguna ofensiva a su retaguardia. El ej�rcito carec�a de vituallas, de forma que la rapi�a del ma�z era imprescindible para su subsistencia. El paso de las huestes de Guzm�n era como una plaga desoladora que dejaba un rastro de hambre, destrucci�n y muerte.

De Chametla, Guzm�n avanz� lenta y cautelosamente hacia el norte. Primero enviaba exploradores para reconocer aquel terreno desconocido, y s�lo cuando estaba seguro del camino a seguir avanzaba al pr�ximo poblado por arrasar. Esta suerte corrieron los poblados de Quezala, Pochotla y Piaxtla, sin que sus moradores organizaran en com�n la defensa de sus vidas y propiedades, circunstancia que favoreci� a los conquistadores.

En el territorio de los indios tahues Nu�o continu� su estrategia. Narra el cronista de la expedici�n que los exploradores localizaron un poblado en las m�rgenes del R�o San Lorenzo habitado exclusivamente por mujeres, al que llamaron Chitar�n (lugar de mujeres). Creyeron entonces los espa�oles que hab�an llegado al fabuloso reino de las amazonas y lanzaron un vigoroso ataque, pero en lugar de las ind�mitas guerreras de que hablaba la leyenda, s�lo encontraron un conjunto de aterradas mujeres tahues, porque los hombres hab�an huido. El cronista tambi�n relata la toma y destrucci�n de los poblados que llam� Quil�, Las Flechas, Cuatro Barrios y El Le�n, en el que supieron que estaban cerca de Culiac�n, el m�s importante de los asentamientos ind�genas. Los tahues de Culiac�n opusieron una resistencia tenaz pero fueron vencidos por la superioridad de las armas espa�olas. Esta victoria de Guzm�n tuvo tambi�n un efecto sobre los dem�s indios tahues, quienes prefirieron someterse voluntariamente al conquistador. Esto ocurr�a en la Pascua de 1531, seg�n consign� el cronista.

Nu�o de Guzm�n estableci� su cuartel en Culiac�n y envi� tres partidas de exploradores, una hacia el mar, otra hacia la sierra y la tercera por la planicie rumbo al norte. En el corto trecho de Culiac�n al mar s�lo se encontraron peque�os poblados. Lope de Samaniego, quien explor� el norte, se intern� en tierras cahitas e inform� que m�s all� del R�o Mocorito no hab�a indios sedentarios. La m�s larga exploraci�n la hizo Gonzalo L�pez, quien cruz� la serran�a y lleg� a la mesa del norte en territorios de lo que hoy es Durango, pero, seg�n los relatos, s�lo encontr� terrenos deshabitados e indios "salvajes" que hu�an al paso de los espa�oles. Esta exploraci�n hacia el oriente a trav�s de la sierra era de mucha importancia para Guzm�n, pues hab�a concebido la idea de extender sus conquistas hasta la provincia de P�nuco y formar un reino extendido de costa a costa, del Golfo de M�xico a la Mar del Sur, que envolviera por completo la Nueva Espa�a de Hern�n Cort�s; sin embargo, la exploraci�n de Gonzalo L�pez evidenci� que por el momento no era factible ese proyecto. Los informes de los exploradores hicieron que Nu�o de Guzm�n comprendiera que su avance hab�a terminado porque m�s all� no hab�a indios sedentarios, es decir, no hab�a ma�z que expoliar y era imposible alimentar al ej�rcito.

As� las cosas, Nu�o decidi� organizar el gobierno y la administraci�n de los pueblos conquistados, para lo que estableci� dos provincias en los territorios hoy sinaloenses: la provincia de Culiac�n, que comprend�a la comarca de los tahues entre los r�os Mocorito y Piaxtla, y la provincia de Chametla, entre los r�os Piaxtla y De las Ca�as en la zona de los indios totorames. Para el gobierno de la primera provincia fund� la villa de San Miguel de Culiac�n, muy probablemente el d�a 29 de septiembre de 1531. Los cronistas no registran la fecha ni el lugar precisos de la fundaci�n, pero el historiador Antonio Nakayama opina que fue en la fiesta del arc�ngel San Miguel (29 de septiembre) y el sitio en alg�n punto de las riberas del R�o San Lorenzo, posiblemente donde hoy se encuentra el poblado de Navito. Quedaron en la villa 96 espa�oles como pobladores, es decir, con derecho a poseer solares y a participar en el gobierno municipal, y tambi�n dispuso Nu�o que quedara un buen n�mero de indios auxiliares de los que integraban la hueste conquistadora. Entre los primeros pobladores de Culiac�n se cuentan Diego de Proa�o y Melchor D�az, quienes fueron nombrados alcalde mayor y justicia mayor de la provincia, respectivamente; el padre �lvaro Guti�rrez, que fue el cura p�rroco, y otros militares como Pedro de Tovar, Diego L�pez, Pedro Casta�eda, Juan de la Bastida, L�zaro de Cebreros y Sebasti�n de �vora, por citar algunos.

Antes de partir para la fundaci�n de Chametla, Nu�o de Guzm�n nombr� cabildo municipal a la usanza castellana, reparti� encomiendas y dispuso la distribuci�n de tierras entre los pobladores; no obstante, San Miguel no qued� finalmente en el sitio donde Nu�o la fundara, porque a juicio de los moradores quedaba muy expuesta a los vientos y a las inundaciones. La villa cambi� de sitio por lo menos tres veces hasta que encontr� su asiento definitivo en el punto donde confluyen los r�os Humaya y Tamazula, cuyas corrientes unidas forman el R�o Culiac�n.

En el territorio de los vencidos indios totorames, llamado ahora provincia de Chametla, Nu�o fund� en 1532 la villa del Esp�ritu Santo, donde quedaron como pobladores Francisco de Balbuena, Rodrigo de Carvajal, Francisco de Torquemada, Mart�n de Renter�a y Diego de Villegas, entre otros fundadores. La villa qued� asentada en las m�rgenes del R�o Baluarte, posiblemente en el sitio donde hoy se encuentra la ciudad de El Rosario. Despu�s de nombrar autoridades, repartir encomiendas y disponer la distribuci�n de tierras, Nu�o de Guzm�n parti� hacia los actuales territorios de Nayarit y Jalisco, sin que volviera a pisar la tierra sinaloense. Con todos los territorios conquistados cre� el Reino de la Nueva Galicia, a cuya capital nombr� Guadalajara, y a este reino quedaron incorporadas las provincias de Culiac�n y Chametla.


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