1. Los avatares de la econom�a

1. Los avatares de la econom�a


ADEM�S DE LA ORGANIZACI�N POL�TICA, era prioritario ordenar la administraci�n econ�mica del estado. Hacia 1826 y 1828 las dos terceras partes de los tabasque�os viv�an del cultivo y venta del tabaco, por lo que el gobierno estatal lamentaba las trabas que impon�a el federal para su producci�n y venta. Tambi�n se reglament� una contribuci�n sobre la tierra, su venta, su amparo y distribuci�n, y se ratificaron los t�tulos de propiedad agraria. Se trat� de impulsar el corte del palo de tinte y el cultivo de la pimienta. En esta nueva organizaci�n se asignaron los terrenos bald�os como propiedad del estado, y los ejidos para servicio y utilidad de los pueblos. Los nuevos grav�menes que se estipularon entre 1824 y 1834 frenaron el desarrollo de la agricultura y la ganader�a, que desde el periodo colonial hab�an sido la base econ�mica de la regi�n. De todas formas, hacia 1831 se contabilizaban en el estado 1 823 haciendas de cacao, 605 sitios dedicados a la siembra de la ca�a; 10 cafetales; 25 lugares establecidos para la tala del palo de tinte; cinco para la explotaci�n de pimienta y 172 �reas dedicadas a la ganader�a mayor.

En resumen, el cacao, el caf�, la pimienta, la ca�a de az�car, la vainilla y el a�il constituyeron la base de la agricultura tabasque�a de ese tiempo y de la econom�a local, como lo fue la cr�a de ganado vacuno, bovino y caprino. En t�rminos de especializaci�n intrarregional, la regi�n m�s rica fue la de la Chontalpa, debido a que Cunduac�n albergaba a la mayor parte de la poblaci�n y pose�a importantes �reas para la ganader�a, as� como haciendas agr�colas, particularmente de cacao. En cambio, la prosperidad de la Sierra, como sostienen Arias, Lau y Sep�lveda, descans� en Macuspana, que se dedicaba al cultivo de la ca�a y a la cr�a de ganado.

Los nuevos impuestos y el desarrollo del comercio del palo de tinte provocaron que las rentas estatales fueran suficientes para satisfacer los gastos y necesidades del estado. S�lo entre 1823 y 1825 el comercio interior y exterior produjo una ganancia de m�s de medio mill�n de pesos. Sin embargo, para poder subsistir, la regi�n deb�a importar ma�z, harina y arroz del extranjero. Los puntos m�s importantes del comercio exterior fueron la Barra Principal —que conectaba con Veracruz y Campeche—, las bocas de los r�os San Pedro, San Pablo, Chiltepec y Dos Bocas, y el puerto de Frontera.

La industria, en cambio, descans� en la producci�n artesanal, b�sicamente manual; en la producci�n de alcohol de ca�a —trapiches y alambiques—, y en la elaboraci�n de tejidos de algod�n, para los que se hab�a incorporado el uso del torno de hilar. De hecho, la actividad fundamental del estado consisti� en favorecer el cultivo del algod�n y el trabajo del mismo, as� como en vigilar la destilaci�n de aguardiente. En lo primero participaban maestros, y se empleaban m�quinas para hilar y tejer.

El panorama anterior no cambi� con el centralismo; en algunos casos se agrav�, por ello, entre 1835 y 1841 los peque�os propietarios mostraban dificultades para mantener sus fincas r�sticas, lo que se agrav� cuando, por los conflictos por Texas, el gobierno determin� que la mitad de las rentas de sus departamentos deb�an ser tomadas bajo el rubro de gastos necesarios. En este contexto la educaci�n se abandon�, como se abandonaron las obras p�blicas. Los productos alimenticios se encarecieron y se especul� con los art�culos b�sicos que deb�an llegar del extranjero para satisfacer la demanda. Para entonces, los productos agr�colas que formaban la base de la econom�a eran el tabaco y el palo de tinte, sobre los cuales los productores solicitaban facilidades y apoyo. Con excepci�n de 1842, los dem�s a�os parecen estar marcados por la restricci�n y el gravamen.

De todas formas Tabasco era pr�digo y generoso, pues, no obstante el fuerte calor, las inundaciones y las plagas, proliferaban los bosques de maderas preciosas, las siembras de cacao, vainilla y yuca. El ma�z, el frijol y el arroz se cosechaban dos veces al a�o. Asimismo, la flora y la fauna satisfac�an las necesidades b�sicas de los pobladores. A pesar de estas posibilidades, el caf� estaba descuidado por falta de demanda, la pimienta era poco costeable, y el estanco del tabaco imped�a la expansi�n de su cultivo. Como iron�a y contradicci�n, "carest�a, hambre, especulaci�n, alza de precios e impuestos afectan a los tabasque�os" en este periodo, al decir de Arias, Lau y Sep�lveda.

El comercio, por su parte, dada la ubicaci�n geogr�fica de Tabasco, se hac�a principalmente por mar y por v�a fluvial. El transporte terrestre hacia el interior conoci� tambi�n cierto impulso. El primero se hac�a a trav�s de la Barra Principal y San Juan Bautista, mientras que el fluvial por los r�os Grijalva, Mezcalapa y Usumacinta que, con el terrestre, formaban la red principal de abastecimiento del interior.

En general, la falta de recursos econ�micos contribuy� al atraso del estado, particularmente en el �mbito de la educaci�n, pues al iniciarse la segunda etapa federal, hacia 1847, se constataba que "no hay planteado un solo establecimiento cient�fico, ni a�n escuelas de primeras letras en muchos de sus pueblos". Exist�an, en cambio, varios peri�dicos, como El Tem�stocles (1846), sustituido luego por La Restauraci�n, El Tabasque�o, de car�cter oficial (1847), y El Diablo Cojuelo. De M�xico llegaban La Palanca y El Republicano; y de Veracruz, El Iniciador.

Al empezar la segunda mitad del siglo XIX, Tabasco "presenta una imagen oscura, por su bancarrota y atraso". Pero no por esto la vida se deten�a. Los tabasque�os, amantes de sus costumbres, conoc�an tambi�n "la pompa, el cuchicheo y la risa" en sus procesiones; sus bailes contagiaban una alegr�a general, en especial aquellos que se realizaban en un peque�o sal�n, sencillo pero elegante. All�, "se�oritas y cotorronas, hermosas y ricamente ataviadas a la �ltima moda, con enaguas de muselina blanca, huipilitos o camisas bordadas de seda y encajes; con medias de algod�n en rejilla o de seda; con sus peines de carey y filigrana de oro, piedras o perlas engarzadas y aretes o argollas tambi�n de oro". Entonces bailaban valses, contradanzas, jarabes, cuadrillas y zapateados. El teatro fue otro lugar importante de recreo, pero tal vez lo fueron m�s, para los hombres sobre todo, las casas de juego.

As� transcurr�a la vida en Tabasco, mientras los grupos y las facciones se diputaban el control del poder a mediados del siglo XIX, como lo hab�an venido haciendo desde la consumaci�n de la independencia.


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