6. El fin de la dictadura

6. El fin de la dictadura


Pocos son los acontecimientos que perturbaron la calma en el estado bajo el dominio del general Bandala. Las clases poderosas protestaron contra el pago de impuestos. Pero de hecho la cr�tica m�s o menos consistente a su gobierno se dio en las postrimerías del porfiriato, y es que nadie pod�a negar que favorec�a a los grandes terratenientes, con los cuales mantuvo v�nculos estrechos.

MAPA 4. El plano de tabasco, de Alberto Correa, en 1891, en el auge del porfiriato.
(FUENTE: Jorge Gurr�a Lacroix
, Atlas hist�rico de Tabasco, pp. 98-99.)

Cuando en el a�o de 1904 se edit� la obra cr�tica de Francisco Bulnes, El verdadero Ju�rez; el doctor Manuel Mestre Ghigliazza y el licenciado Sim�n P�rez Nieto hicieron la defensa del Benem�rito, lo cual fue aprovechado para hacer una cr�tica al gobernador Bandala.

Los tabasque�os, prolijos en publicaciones peri�dicas, atacaron a Porfirio D�az desde las p�ginas del Monitor Tabasque�o, fundado precisamente por el doctor Mestre, y luego desde La Verdad, cuyo �nico n�mero apareci� el 29 de octubre de 1905. Lorenzo Casanova y Andr�s Calc�neo D�az se unieron a Mestre para fundar un a�o despu�s la Revista Tabasco, que se dio a conocer el 4 de febrero de 1906. Desde sus p�ginas se dirigieron al general D�az con motivo de las elecciones del Ejecutivo en la entidad, y le reiteraron: "No simpatizamos con el sistema de gobierno que hab�is implantado en el pa�s, pero tenemos suficiente buen juicio y recto criterio para no pensar en revueltas ni en postulaciones rid�culas, dado que no es el pueblo quien ha de resolver sobre el candidato que rija sus destinos".

En la larga misiva, transcrita por Alfonso Taracena en su Historia de la Revoluci�n en Tabasco, se quejaban de la p�sima administraci�n de Bandala:

Se supone que por entonces el movimiento magonista entraba en la Chontalpa debido a la acci�n del ranchero Ignacio Guti�rrez, quien entr� en relaci�n con Hilario C. Salas, divulgador del movimiento de Acayucan. Bandala pidi� la captura de Guti�rrez al jefe pol�tico Ignacio Luque, pero el rebelde huy� hacia Coatzacoalcos con su familia dejando su finca de San Felipe R�o Nuevo; era el momento de las huelgas de R�o Blanco y de Santa Rosa. Existe tambi�n la versi�n de que su traslado obedeci� a su inter�s por que sus hijos estudiaran en una escuela presbiteriana; sin embargo, es importante se�alar la coincidencia.

Mientras tanto, en Villahermosa, el licenciado Andr�s Calc�neo D�az y Andr�s Gonz�lez Aguilera denuncian el 29 de marzo de 1906 una maniobra en contra del doctor Mestre y, entre otras cosas, declaran:

El gobierno central ya ha decretado fr�amente nuestra ruina [...] �Don Abraham Bandala y sus adeptos tratan de enga�ar al Presidente D�az haci�ndole creer que el pueblo tabasque�o pide la reelecci�n del primero? �Quieren intimidar a los tabasque�os demostrando con la proclamaci�n de dicha candidatura que el gobierno del Centro lo apoya aunque hasta hoy no se haya recibido terminantemente la consigna?

Como consecuencia de la publicaci�n de ese documento fueron detenidos el doctor Mestre, don Domingo Borrego y otros ciudadanos que se consideraban independientes. Al alboroto que esto provoc� se sumaron algunos estudiantes del Instituto Ju�rez; uno de ellos respond�a al nombre de Tom�s Garrido Canabal.

Los primeros s�ntomas de descontento tienen poca consistencia, lo cual dificulta entender sus alcances. La Chontalpa, subregi�n que ya en el pasado hab�a mostrado su combatividad, ser�a tambi�n de las m�s activas en los a�os subsecuentes; ah� se cre�, en 1904, el primer club liberal con referencia al Club Ponciano Arriaga de San Luis Potos�.

En el club antirreleccionista que se fund� en Huimanguillo en 1909 participaron y coincidieron destacados tabasque�os como Fernando Aguirre, A�reo L. Calles, Ernesto Aguirre y otros. La primera asociaci�n de los revolucionarios de la Chontalpa fue suspendida dos d�as despu�s por el jefe pol�tico del poblado.

En 1910 comienzan a aparecer peque�os grupos dedicados a la agitaci�n pol�tica, aunque sin consecuencias. Sin embargo, Bandala renunci� a la gubernatura m�s por el desarrollo de los acontecimientos nacionales que por las presiones internas, y el 1� de enero de 1911 tom� posesi�n como nuevo gobernador don Policarpo Valenzuela, el conocido terrateniente, montero y comerciante. El cambio con respecto a Bandala, como inmediatamente se apreciar�a, no fue significativo.

Es Ignacio Guti�rrez quien se har� notar por sus continuas manifestaciones de rebeld�a, supuestamente desde 1906, y es posible que haya huido a Guatemala, pues se le persegu�a por agitador y rebelde. Adem�s se le consideraba activo miembro de la iglesia presbiteriana; con fundamento en su fe cre� incluso una escuela donde se educaron sus hijos, as� como los hijos de otros rancheros de la zona. Su v�nculo con el pastor Jos� Coffin pondr�a en evidencia el arraigo de las sociedades religiosas no cat�licas entre los disidentes de la primera �poca. En 1910 Guti�rrez hab�a escrito al doctor Mestre que, aunque el Partido Antirreleccionista no llenaba sus aspiraciones, hab�a que unirse como un solo hombre para derribar al "Gobierno dictatorial que jam�s ha respetado la voluntad del pueblo mexicano". Guti�rrez, un personaje puritano que le�a la Biblia a sus hijos, pudo haber sido influido por el magonismo. Se ha dicho que particip� en el Partido Liberal Mexicano, y tal vez escribi� alg�n art�culo para el diario Regeneraci�n. Acusado de estar en contacto con los rebeldes de Acayucan y de R�o Nuevo, su finca de San Pedro fue incendiada en 1909 y obligado, por lo tanto, a llevar una azarosa existencia. Con otros rancheros de la Chontalpa program� su levantamiento contra D�az para el d�a de la celebraci�n de la Independencia de 1910; es decir, antes de la fecha del 20 de noviembre, se�alada por los maderistas. Pero luego se program� para la noche de la Navidad.

En R�o Nuevo coincidieron los capitanes veracruzanos Daniel Gavilla, ind�gena y presbiteriano, Cruz Santan�n, Pascual Santiago y Carmen Torres. En Huimanguillo se compromet�an Fernando Aguirre y Amado Malpica; en C�rdenas, los se�ores Gallegos; en Comalcalco y Para�so, el coronel Pedro S�nchez Magallanes; en la Otra Banda, Ger�nimo Ramos; en Santana, Santiago Ram�rez; y en R�o Nuevo, J. J. Escobar. Todos se concentrar�an en C�rdenas para, desde ah�, marchar sobre San Juan Bautista, la capital del estado.

Terminaba el a�o de los presagios augurados por la plaga de langosta que encareci� los alimentos en el mercado. El coronel Andr�s E. Sosa fue enviado desde San Juan Bautista para detener la acci�n rebelde, lo cual pudo hacer en la barra de Santa Ana y luego en San Felipe R�o Nuevo; finalmente logr� hacer huir a los rebeldes. De los casi 300 hombres que sumaban �stos, 18 murieron y varios resultaron heridos.

Al comenzar el nuevo a�o, Policarpo Valenzuela tom� posesi�n como gobernador y se inici� una fuerte persecuci�n contra Guti�rrez, quien, para escapar, toc� varios puntos antes de llegar a El Chichonal y luego al rancho de Manuel Torres. Para ello cont� con el apoyo de toda su familia, en particular con el de su hermano Polo, el de su esposa y el de sus hijos Ignacio y Pedro. Tuvo que sortear los obst�culos de la agreste regi�n, seg�n cont� el �nico de sus acompa�antes, Jos� Coffin, en su libro El general Guti�rrez; quien como testigo pudo relatar sus haza�as:

Las plagas y las enfermedades mermaron el �nimo de Guti�rrez, quien logr� recuperarse gracias a las nuevas adhesiones, que inclu�an a Juan Sosa, Ram�n Torres, Nicol�s Aguilera, Fernando Villar, Felipe Ord��ez, Isidro Cort�s y Jos� Mercedes Gamas, y a los muy conocidos Fernando Aguirre y A�reo L. Calles; con ellos tom� Huimanguillo el 6 de abril de 1911. En su Memoria de la Revoluci�n maderista en la Chontalpa del estado de Tabasco, el general Isidro Cort�s R. cont� c�mo se estableci� el v�nculo:

Luego llegar�a a combatirlos el coronel Nicol�s Pizarro Su�rez; sin embargo, los rebeldes —con gran movilidad— tomaron C�rdenas, donde se les unieron los veteranos Pedro S�nchez Magallanes y Ram�n Sosa Torres, entre otros. El d�a 11 la gente de Guti�rrez tom� Para�so, para luego dirigirse a Comalcalco.

Al parapetarse en su cuartel de Aldama, pronto tuvieron que hacer frente a los gobiernistas, quienes llegaron por el camino de Reforma. Cuentan que el capit�n Juan Torres corr�a sobre su caballo tordillo repartiendo aguardiente y ni una bala le toc�. En cambio, Guti�rrez, apostado detr�s de un jobo disparaba una escopeta cuando una bala expansiva le hiri� la pierna. Muri� al poco rato y la desmoralizaci�n se apoder� de todo el contingente. El resultado de la lucha fue atroz: 45 maderistas murieron, y hay quien eleva el n�mero de muertos a una centena. Era el 21 de abril de 1911. El aguerrido Guti�rrez hab�a estado levantado en armas s�lo unas cuantas semanas.

El mismo general Cort�s cuenta que los sobrevivientes tuvieron tiempo para dirigirse a la ciudad de M�xico y presentarse ante Madero, y por instrucciones de �ste, el licenciado Emilio V�zquez G�mez, su secretario de Gobernaci�n, los hizo uniformar y les entreg� 800 pesos, as� como un autom�vil oficial con una inscripci�n al frente que dec�a: "Ej�rcito Libertador Tabasque�o", para que los condujera a una recepci�n. Despu�s volvieron a Tabasco.

Mientras tanto, Francisco I. Madero y el doctor Mestre intercambiaban cartas. El primero reiteraba a Mestre su amistad, y �ste pon�a en claro su antiporfirismo; ambos coincidieron para actuar en forma conjunta. Con toda justeza, �ste fue el contacto pol�tico m�s s�lido del maderismo en Tabasco. El otro v�nculo importante fue Jos� Mar�a Pino Su�rez, nacido en Tenosique, y aunque sus relaciones fueron mayores con Yucat�n, los tabasque�os se sent�an muy orgullosos del origen del segundo compa�ero de f�rmula de Madero.

Los vientos eran favorables para el doctor Mestre, y cuando Policarpo Valenzuela renunci� a la gubernatura el 3 de junio de 1911, aqu�l fue designado gobernador provisional. Ante la imposibilidad de que un gobernante provisional participara en las siguientes elecciones, seg�n consigna de Madero, Mestre renuncia y toma el cargo don Domingo Borrego.

Finalmente Mestre es electo gobernador el 1� de septiembre de 1911. El principal motivo de preocupaci�n para el nuevo gobernante fue el reyismo —movimiento articulado en torno a Bernardo Reyes—, que coincid�a en la regi�n de Teapa. Los buenos oficios de Madero lograron que el 31 batall�n salvara la situaci�n. La rebeli�n del 8 de diciembre de 1911 en C�rdenas y en Huimanguillo fue encabezada, curiosamente, por Pedro R. Guti�rrez, hijo de Ignacio. Cobijados bajo la bandera reyista, los rebeldes, apoyados por los familiares del ex gobernador Policarpo Valenzuela, pusieron fin a su rebeld�a con la rendici�n de Bernardo Reyes y una carta en la que aseguraban a Madero que su lucha era en contra del gobierno estatal, y no del federal.

Otro de los partidarios del reyismo fue el ex cura espa�ol Jos� Gurdiel Fern�ndez, tambi�n cercano a Valenzuela. En 12 huy� a Galveston presionado por Mestre, a quien hab�a atacado desde la Revista Tabasco, fundada por �l, haciendo menci�n de los amor�os que tuvo el gobernador con Rosa Sibaja, una guapa joven que so�aba con el amor; la libertad y la poes�a, y a la cual "rapt�", aunque esto es mucho decir, porque los amantes actuaron de com�n acuerdo. Pero el 2 de septiembre Gurdiel Fern�ndez regres� a Tabasco y apareci� a la cabeza de seis cubanos a caballo, con los que tom� la plaza de Balanc�n, sin encontrar resistencia. Se cuenta que la entrega estuvo a cargo de Regino Hern�ndez Llergo, un muchacho de 14 a�os que fuera su alumno. No se conocen las peripecias posteriores de Gurdiel Fern�ndez, pero lo cierto es que fue hecho prisionero a los pocos d�as y fusilado, sin juicio previo, por �rdenes de Mestre.

En las elecciones al Congreso local se puso a prueba el reacomodo pol�tico sufrido por el pa�s y se hicieron patentes las dificultades para aplicar en la pr�ctica los principios de la democracia. Mestre ten�a que oponerse a cualquier influencia de Bandala y de los reyistas en la entidad. Por eso tuvo que recurrir a varias componendas que aseguraran la inclusi�n de sus amigos en su equipo. La situaci�n se resolvi�, pero permanecieron algunas tensiones que se pusieron de manifiesto cuando se anunci� el cuartelazo en la ciudad de M�xico.


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