3. El futuro nos alcanz�

3. El futuro nos alcanz�


Tabasco llega al final del siglo marcado por varios conflictos desarrollados en los �ltimos veinte a�os y cuyos alcances son a�n dif�ciles de prever. Se trata de una combinaci�n de variables econ�micas, sociales y culturales amarradas con el grueso lazo de la pol�tica, convertido ya en un nudo ciego.

La integraci�n, tan esperada como deseada, para asumir el ritmo de la pol�tica nacional, lleg� cuando M�xico comprometi� su envidiable estabilidad en aras de proyectos gubernamentales cuyas consecuencias no fueron pensadas. Como una paradoja terrible, justo cuando la transici�n democr�tica tom� mayores br�os, la crisis pol�tica se agrav�.

Luego de la salida del gobernador Gonz�lez Pedrero en 1987 para participar en la campa�a presidencial de Carlos Salinas de Gortari, algo cercano al caos sustituy� lo cotidiano y ninguna figura pol�tica pareci� contar con las capacidades requeridas para estar a la altura de las circunstancias actuales de la sociedad. Esto contribuye a explicar por qu� en seis a�os Tabasco ha tenido tres gobernadores y por qu� la hegemon�a gubernamental, previamente construida, se encuentra en entredicho.

La d�cada de los ochenta se distingui� por el despertar de las regiones, y Tabasco no se sustrajo a esa tendencia general, vinculada a la crisis con la que se inaugur�, y luego a los reclamos democr�tico-electorales. El PRI hab�a demostrado su incapacidad como el organismo aglutinador que fue. Una de las m�s fuertes evidencias de ello surgi� con la escisi�n que hizo de las elecciones presidenciales de 1988 los comicios m�s competidos en la historia nacional. La personalidad del ingeniero Cuauht�moc C�rdenas demostr� al mismo tiempo la posibilidad de establecer una oposici�n diferente a la del Partido Acci�n Nacional (PAN). Surgi� as� el PRD como una opci�n que, por lo dem�s, dio cierta coherencia a una izquierda muy debilitada, pese a su presencia indiscutible en la historia nacional.

En Tabasco, la din�mica electoral no se sustrajo a las tendencias generales del pa�s, y la oposici�n comenz� a tomar importantes iniciativas en un contexto favorecido por los cambios sociales de los �ltimos a�os. Al calor de esos acontecimientos fue forj�ndose en la pol�tica Andr�s Manuel L�pez Obrador, quien, despu�s de haber ocupado varios cargos oficiales, represent� al PRD en las elecciones gubernamentales que dieron el triunfo a Salvador Neme Castillo en 1988. Sin embargo, un grupo importante de tabasque�os no crey� en la limpieza de las elecciones e impugn� esa decisi�n.

Lo que entonces ocurri� en Tabasco fue dif�cil para todos, porque hubo una desarticulaci�n de la clase pol�tica y un desarreglo con la Federaci�n; en ese momento las negociaciones respecto a las participaciones econ�micas resultaron desfavorables para el estado, despu�s de los acuerdos realizados por el gobierno anterior.

En un contexto de movilizaci�n general que encontraba un pretexto excelente en las querellas de los campesinos y pescadores afectados por la explotaci�n de petr�leo y la empresa paraestatal Pemex, el proceso para elegir a los ayuntamientos en los 17 municipios de la entidad, as� como a los diputados locales, el 17 de noviembre de 1991, dio lugar a un extenso movimiento. Los organismos denominados Acuerdo Nacional para la Democracia (Acude) y Convergencia de Organismos Civiles por la Democracia (Covergencia) aportaron 400 observadores electorales que lograron cumplir su cometido en 322 casillas, que representaban 22% de las instaladas en el estado.

Los c�mputos oficiales dieron el triunfo al PRI en todos los municipios y en las diputaciones de mayor�a relativa, provocando la protesta de ciudadanos simpatizantes y adherentes del PRD, para quienes los resultados en los municipios de C�rdenas, Nacajuca, Jalpa, Teapa y Centla estaban en entredicho. Se dijo que en el primero de los municipios aludidos, las listas nominales s�lo incluyeron 46 000 ciudadanos de los 71 000 con derecho a voto.

Las anomal�as denunciadas dieron lugar a lo que ser�a el hecho decisivo para la oposici�n perredista y la consolidaci�n del liderazgo de Andr�s Manuel L�pez Obrador. El movimiento tom� la iniciativa de marchar de Villahermosa al Distrito Federal en lo que se llam� el �xodo por la democracia. Miles de personas salieron entusiasmadas para recorrer m�s de 1 000 kil�metros y realizar una entrada apote�tica a la ciudad de M�xico, donde fueron recibidas en enero de 1992 por el doctor Salvador Nava Mart�nez, ex alcalde de San Luis Potos� y figura paradigm�tica de los movimientos civiles de ese corte que previamente hab�a organizado la Marcha de la dignidad para impedir la imposici�n de un gobernador; por el ingeniero Cuauht�moc C�rdenas, ex candidato presidencial y l�der nacional del PRD, y por la incansable luchadora Rosario Ibarra de Piedra, entre otros.

L�pez Obrador asumi� en esa ocasi�n su liderazgo nacional y, aunque no hubo reacciones inmediatas, la toma simb�lica del z�calo de la ciudad de M�xico por los tabasque�os repercuti� m�s adelante en la ca�da del gobernador para dar lugar al interinato de Manuel Gurria Ord��ez (1992-1994). Un movimiento civilista de composici�n pluriclasista, e incluso con participantes de diferente ideolog�a hab�a demostrado sus efectos una vez m�s en el pa�s y, sobre todo, exhibi� una oposici�n estructurada cuya presencia marcar�a los a�os siguientes.

Se abri� entonces un periodo que a�n no concluye, en el que los alineamientos pol�ticos quedaban bien marcados; incluso coincidir�an en sus reclamos a la Federaci�n, aunque con perspectivas diferentes. Fue el momento en que el levantamiento del Ej�rcito Zapatista de Liberaci�n Nacional del 1� de enero de 1994 en Chiapas marc� definitivamente a Tabasco, con el que ese estado comparte fronteras y pasajes comunes de su historia. Juntos, e incluyendo a Campeche, los tres estados producen m�s de 90% del petr�leo extra�do del subsuelo, 30% de la energ�a el�ctrica, y los recursos naturales m�s abundantes del pa�s.

Pero la pol�tica neoliberal asumida por el Estado tambi�n afect� a Tabasco, porque los casi 40 000 trabajadores expulsados de Pemex y la facilidad que los grupos m�s poderosos ten�an para los negocios provoc� problemas como el esc�ndalo del grupo encabezado por el empresario de nuevo cu�o Carlos Cabal Peniche. Con una historia novelesca, en pocos a�os compr� hoteles, productoras y distribuidoras de frutas, frigor�ficos y flotillas de camiones, adem�s de otros negocios, hasta que logr�, asociado con pol�ticos y empresarios locales y nacionales, comprar al Estado la Banca Cremi, que convirti� en Banco Uni�n.

Se trataba de un hecho inusitado, porque desde los a�os cincuenta no hab�a antecedentes de un organismo bancario con evidente asiento regional. La banca, por lo general, buscaba sustentar los negocios de empresas nacionales asociadas en parte al acontecer econ�mico del Distrito Federal y con ambiciosos proyectos, m�s all� de las fronteras del pa�s. Cabal cumpli� aparentemente con el segundo requisito, pero sin aceptar subordinarse a las autoridades hacendarias. Seg�n los empresarios locales que lo acompa�aron en la aventura, ten�an evidencias de la indisposici�n de los grupos de vocaci�n centralista que no aceptaban el surgimiento de un grupo regional con asiento en el sureste. Independientemente de la veracidad del argumento, hay antecedentes de bancos que surgieron para satisfacer las actividades financieras de los grupos poderosos de Nuevo Le�n y de Chihuahua, por citar solamente a unos.

Las versiones soterradas comenzaron a circular. Se hablaba de la formaci�n de un capital cuyo origen no era suficientemente claro. Cuando el 5 de septiembre de 1994 el Banco Uni�n fue intervenido, y Cabal acusado por las autoridades financieras del pa�s de realizar "actividades il�citas", su respuesta fue que s�lo se trataba de suposiciones calumniosas. Luego, en una carta enviada al diario nacional El Financiero en su edici�n del 3 de noviembre de 1994, sin dejar pistas de su paradero, explic� que la medida respond�a al hecho de que:

Por alguna raz�n, diferentes versiones consideran que la operaci�n m�s irritante de las emprendidas por Cabal fue la compra del poderoso grupo agroindustrial Del Monte y Del Monte Fresh, porque una cosa era realizar actividades econ�micas internamente, y otra muy diferente aspirar a competir internacionalmente en un �rea con la cual los tabasque�os est�n familiarizados hist�ricamente. La torre empresarial que el grupo Cremi-Uni�n comenz� a levantar a partir de un vetusto edificio que por a�os permaneci� a medio construir desafi� cual nueva Torre de Babel a los m�s poderosos y, por aspirar a llegar tan alto, sus constructores fueron castigados y ya no se entendieron. La met�fora lleg� hasta la pol�tica y el priismo local consider� que la actuaci�n del secretario de Hacienda fue de "hostigamiento" contra el banquero Cabal Peniche y, desde esa perspectiva, Pedro Aspe no pod�a convertirse en "juez" del caso.

En plena campa�a para elegir gobernador de la entidad, y en medio de una crisis pol�tica nacional reforzada con el asesinato de Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del PRI, el asunto Cabal tendr�a fuertes repercusiones porque, hasta cierto punto, exacerb� las posiciones entre los grupos al radicalizar las posturas de los pri�stas hacia dentro y hacia fuera de la entidad.

El proceso electoral se desarroll� en un escenario por dem�s complejo donde estaban las disputas locales y las querellas con la Federaci�n. La polarizaci�n interna fue reforzada por el conflicto que se viene arrastrando con Pemex desde los a�os setenta. En los primeros d�as de septiembre de 1993 campesinos y pescadores de 36 comunidades de la zona costera de los municipios de C�rdenas y de Huimanguillo, informaba el diario La Jornada el d�a 7, retuvieron a varios trabajadores de la Comisi�n Interinstitucional para Atenci�n a la Recomendaci�n 100-92 (CIAR-lOO), para exigir los pagos de las indemnizaciones. En el supuesto acto il�cito estuvieron involucrados miembros del PRD, contra los cuales la Procuradur�a de Justicia del estado ejerci� acci�n penal, y junto con la Direcci�n de Seguridad P�blica "rescataron" a los supuestos "secuestrados". El problema de las indemnizaciones hab�a provocado ya la intervenci�n de la Comisi�n Nacional de Derechos Humanos (CNDH), y su recomendaci�n del 21 de mayo de 1992 fall� en favor de los demandantes.

Las reacciones ante el incumplimiento de Pemex ha generado muy diversas acciones, coincidentes con la t�ctica de bloquear los pozos petroleros. Desde luego, se ha convertido en una estrategia pol�tica usada con demasiada frecuencia, e incluso ha rebasado la problem�tica que le dio origen para convertirse en un elemento de presi�n encaminado a resolver diferencias. Y as� fue utilizada por el PRD en la campa�a por la sucesi�n gubernamental de 1994, sobre todo cuando los resultados oficiales no le favorecieron.

Sin embargo, la crisis fue el pivote ideol�gico de la campa�a que antepon�a principalmente como contendientes a Roberto Madrazo por el PRI y a Andr�s Manual L�pez Obrador por el PRD. Cuando comenz� a sentirse en el estado el adelgazamiento de Pemex entre 1990 y 1992, cayeron los precios del pl�tano, del cacao, de la carne y de otros productos agropecuarios. Jaime Avil�s preguntaba desde el diario El Financiero del 28 de abril de 1994:

Por otra parte, cuando Salvador Neme Castillo dej� la gubernatura en 1992 hered� un d�ficit de 800 000 millones de pesos, dando al traste con las negociaciones que el estado hab�a realizado con la Federaci�n. Una de las consecuencias de lo anterior fue que Tabasco dej� de ser reserva estrat�gica de los votos del PRI, aunque en 1991 el PRD apenas hab�a logrado conquistar un municipio importante, el de C�rdenas, cuyo ayuntamiento fue presidido por el doctor Carlos Wilson G�mez. Tres a�os despu�s alcanz� cuatro municipios y logr� llevar a la C�mara de Senadores a Auld�rico de los Reyes, un poeta vinculado en forma directa a los chontales de Tabasco.

A una campa�a re�ida por la gubernatura siguieron acciones rudas despu�s de declararse oficialmente el triunfo del candidato priista. Las movilizaciones que vinieron, as� como las negociaciones, aparentemente sin �xito, entre los grupos pol�ticos involucrados y entre Tabasco y el gobierno federal, mostraron la fragilidad de los procesos institucionales en una sociedad lesionada por los conflictos, por las carencias, por la desconfianza y por la dificultad del tr�nsito a la democracia, como se vive en todo el pa�s.

El futuro lleg� a Tabasco como a M�xico: con fuertes transformaciones sociales, pol�ticas, econ�micas y culturales, dejando en los mexicanos s�lo una profunda esperanza ante los cambios, que cada vez resultan m�s necesarios.


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