La conciencia de ser tlaxcalteca


El estado sobresale por su alto grado de homogeneidad cultural y �tnica, dentro de la cual la presencia de algunos pueblos otom�es aporta nuevos matices, m�s que constituir una excepci�n notable. La uniformidad cultural que tuvieron los se�or�os ind�genas en la �poca prehisp�nica, la categor�a especial que mantuvo la provincia de Tlaxcala durante todo el periodo virreinal, as� como el af�n por mantener su identidad y su soberan�a en el transcurso del M�xico independiente, son algunas de las razones que explican esa homogeneidad. Sin embargo, diversos acontecimientos surgidos a largo de los �ltimos 100 a�os han generado cambios en la sociedad tlaxcalteca, y sus consecuencias a�n son objeto de estudio.

Hace m�s de un siglo, la regi�n de La Malinche era completamente ind�gena, pero desde la llegada del ferrocarril y la industria muchas comunidades comenzaron a transformarse culturalmente en pueblos mestizos de habla espa�ola. Con la inauguraci�n de la carretera Puebla-Tlaxcala-Apizaco, alrededor de 1940, y con el crecimiento demogr�fico de las �ltimas d�cadas, se intensificaron los efectos modernizantes.

Mapa 7. Divisi�n municipal de Tlaxcala, 1980.


Mapa de la Divisi�n municipal de Tlaxcala en 1980. En este tiempo, el estado sobresale por su alto grade de homogeneidad cultural y �tnica. Desde la llegada del ferrocarril y la industria, muchas comunidades comenzaron a transformarse culturalmente en pueblos mestizos de habla espa�ola. Con la inauguraci�n de la carretera Puebla-Tlaxcala-Apizaco, alrededor de 1940, y con el crecimiento demogr�fico de las �ltimas d�cadas el estado se moderniz�.
1. Amaxac de Guerrero 12. Espa�ita 23. Nativitas 34. Tlaxco
2. Apetatitl�n 13. Huamantla 24. Panotla 35. Tocatl�n
3. Atlangatepec 14. Huayotlipan 25. San Pablo del Monte 36. Totolac
4. Atizayanca 15. Ixtacuixtla 26. Santa Cruz Tlaxcala 37. Trinidad S�nchez Santos
5. Barr�n y Escand�n 16. Ixtenco 27. Tenancingo 38. Tzomoantepec
6. Calpulalpan 17. Jos� Mar�a Morelos 28. Teolocholco 39. Xalostoc
7. El Carmen 18. Juan Cuamatzi 29. Tepeyanco 40. Xaltocan
8. Cuapiaxctla Cuapraxtla 19. Lardizabal 30. Terrenate 41. Xicohtencatl
9. Cuaxomulco 20. L�zaro C�rdenas 31. Tetla 42. Xicohtzingo
10. Chiautempan 21. Mariano Arista 32. Tetlatlahuca 43. Yauhquemehcan
11. Domingo Arenas 22. Miguel Hidalgo 33. Tlaxcala 44. Zacatelco

 



 

La falta de tierras cultivables, aunada a la erosi�n de los suelos, provoc� que la econom�a pueblerina se convirtiera en una mezcla de agricultura de subsistencia, trabajo artesanal y migraci�n laboral hacia f�bricas cercanas o hacia centros industriales, como los de Ciudad Sahag�n, Puebla y la ciudad de M�xico. Esta movilidad horizontal, as� como los contactos con centros urbanos y otros pueblos, facilitados, a su vez, por la mejor�a en los medios de transporte y de comunicaci�n, contribuyeron a la desaparici�n del traje ind�gena masculino, mientras que el femenino se encuentra en v�as de extinci�n. Asimismo, el escalaf�n religioso ha dejado de funcionar en muchos pueblos, aunque permanecen los cargos rituales y ceremoniales de las mayordom�as de las fiestas. Un gran n�mero de colonias ejidales fundadas desde 1934 en las ex haciendas del norte de Tlaxcala ya no conservan estas tradiciones.

En 1940 hab�a, seg�n el censo oficial, 7 000 habitantes monoling�es en n�huatl y otom�, pero 20 a�os despu�s s�lo hab�a 2 300, adem�s de unos 25 000 biling�es en espa�ol y en alguna de esas dos lenguas. A mediados de los a�os setenta los mecanismos tradicionales de control pol�tico, social y religioso ten�an una fuerza considerable en la mitad de los municipios e influ�an en el funcionamiento del ayuntamiento y de la vida social del pueblo. Las autoridades municipales no s�lo trabajaban con base en la ley, sino que ocupaban cargos relacionados con la organizaci�n religiosa y social local.

Desde los a�os ochenta se realizan esfuerzos, auspiciados por el gobierno del estado y los institutos de cultura, para revivir y conservar tradiciones ancestrales: las fiestas, las costumbres religiosas, la elaboraci�n de artesan�as. Tlaxcala cuenta con el Museo Regional del INAH, de car�cter arqueol�gico-hist�rico y con el Museo de Artes y Tradiciones Populares. Este �ltimo se construy� a partir de un concepto nuevo, el de "ecomuseo", pues en �l se reproduce el ambiente en que los grupos realizan sus artesan�as. El visitante tiene aqu� contacto directo con los objetos y los artesanos, quienes a manera de gu�as transmiten la memoria hist�rica, la sabidur�a popular y las t�cnicas artesanales tradicionales. Se trata de un museo vivo, din�mico y funcional que no s�lo expone las artesan�as, sino que rescata y difunde las principales manifestaciones de la religiosidad popular de Tlaxcala.

El mito, creado en el siglo XIX, de la llamada "traici�n tlaxcalteca", ha sido eliminado gracias al avance de nuestros conocimientos en torno a la din�mica pol�tica del imperio mexica y a las condiciones en que se realiz� la alianza hispano tlaxcalteca. Subsiste, sin embargo, la conciencia de que se es una naci�n distinta y aparte. Paralelamente a la lucha por la soberan�a estatal, en los �ltimos 100 a�os se mantuvo el inter�s por estudiar la historia de la "nacionalidad" tlaxcalteca, su pasado ind�gena y colonial, la esencia de su diferenciaci�n.

Los primeros en publicar estudios al respecto fueron los historiadores aficionados tlaxcaltecas, aparte de los especialistas en etnohistoria e historia colonial. Algunos gobernadores estuvieron entre los primeros. Miguel Lira y Ortega escribi� La historia de la erecci�n del estado de Tlaxcala, y Pr�spero Cahuantzi, muy interesado en su pasado ind�gena, hizo reimprimir el famoso Lienzo de Tlaxcala y como un homenaje a Crist�bal Col�n en el cuarto centenario del descubrimiento de Am�rica, mand� presentar, en la exposici�n mundial de Chicago de 1892, una edici�n de La Historia de Tlaxcala, de Diego Mu�oz Camargo. Despu�s de la Revoluci�n, antrop�logos como Alfonso Caso emprendieron investigaciones en las ruinas de Tizatl�n y en los acervos del Archivo General del Estado. Le siguieron Manuel Carrera Stampa, Charles Gibson y muchos otros. M�s tarde vinieron otros antrop�logos interesados en estudiar las estructuras pol�tico-religiosas ind�genas, Hugo Nutini entre ellos. En los a�os sesenta se inici� el proyecto Puebla-Tlaxcala de la Fundaci�n Alemana para la Investigaci�n Cient�fica. Con los estudios realizados como parte de ese proyecto se ampliaron los conocimientos acerca de los suelos, la geolog�a, la geograf�a, la historia, la flora, la fauna, los agrosistemas y la red de mercados ind�genas; un amplio trabajo sobre el campo y la vida tlaxcalteca.

Dentro de este marco de creciente inter�s por la historia y la cultura de Tlaxcala destacan historiadores y artistas del estado. El desarrollo de la historiograf�a local mucho se debe al magn�fico acervo del Archivo General del Estado de Tlaxcala, que abarca datos desde Conquista hasta la actualidad. La Sociedad de Geograf�a, Historia, Estad�stica y Literatura del Estado (SGHELE) y el gobierno mismo —varios de los miembros eminentes de esa sociedad fueron gobernadores— editaron folletos, art�culos y libros sobre la historia del estado con motivo del centenario de la soberan�a estatal de Tlaxcala, del centenario de las luchas liberal-republicanas y del cincuentenario de la Revoluci�n.

Dicha historiograf�a, claro est�, tiene las caracter�sticas costumbristas propias de aquellos tiempos. Se enfocaba m�s bien a los hombres de prestigio, a los h�roes liberal-republicanos y a los de la Revoluci�n. Miguel Lira y Ortega y Domingo Arenas figuraban en primera p�gina, pero de los "enemigos de la causa", como el gobernador imperial Ignacio Ormaechea (1863-1865) y el gobernador huertista Rafael Cu�llar (1913-1914), no se dec�a nada bueno. Se tachaba de crueles a los hacendados, y Cahuantzi se salvaba en parte porque sus estudiosos reconoc�an lo positivo de su pol�tica educativa y su conocimiento profundo de la historia de su estado.

De todas formas, entre memorias, notas y efem�rides, esos historiadores locales, algunos de ellos contempor�neos de la Revoluci�n, indicaron a otros historiadores el camino a seguir y ense�aron lo tlaxcalteca de la Revoluci�n. Es admirable este empe�o por conocer la historia de la entidad, sobre todo si se toman en cuenta que por aquellos a�os Tlaxcala no ten�a universidad, instituci�n que en otros estados fue vivero para la historiograf�a local. Se tuvo que esperar hasta 1975 para tener la universidad aut�noma, as� que el amor a la historia y a la literatura en Tlaxcala eman� m�s bien de sus maestros, como Te�filo P�rez y P�rez, Rom�n Salda�a, Ezequiel M. Gracia, Andr�s Angulo, Leopoldo S�nchez y Gabino A. Palma.

El renacimiento cultural iba, por cierto, mucho m�s all� de la historiograf�a local. Se manifestaba tambi�n en el campo de la literatura y la pintura, de la arqueolog�a y la cultura popular tlaxcaltecas. Los a�os cincuenta y sesenta fueron la �poca de oro de la literatura y las artes en el estado. En la generaci�n de artistas nacidos a fines del porfiriato y durante los a�os revolucionarios destaca Miguel N. Lira (1905-1961), quien empez� a publicar poes�a desde 1925: Tlaxcala ida y vuelta; en 1940 estren� su obra de teatro Vuelto a la tierra, un homenaje a su terru�o, y en 1947 inici� su carrera novel�stica con La escondida —m�s tarde llevada a la pantalla cinematogr�fica—, seguida por Donde crecen los tepozanes, La mujer en sociedad y Mientras la muerte llega. En todas ellas estaba presente Tlaxcala, su gente, su suelo y sus costumbres.

Dentro de ese grupo tambi�n encontramos a Amado C. Morales y a Ezequiel M. Gracia, nacidos en 1891. El primero de ellos, que era autodidacto en lengua y etimolog�a n�huatl, public� en 1955 La geonimia tlaxcalteca, con dibujos de Desiderio Hern�ndez Xochitiotzin. Ezequiel M. Gracia, hijo de un maestro, fue un ingeniero agr�nomo que trabaj� con Domingo Arenas en el reparto agrario; asimismo, fue miembro de la Sociedad de Geograf�a y autor de muchas publicaciones sobre la historia de Tlaxcala. Hern�ndez Xochitiotzin se form� en la Academia de Bellas Artes de Puebla, hizo su primera exposici�n importante en 1947 y diez a�os despu�s inici�, a propuesta del entonces gobernador Joaqu�n Cisneros, los extensos y coloridos murales del Palacio de Gobierno, los cuales sintetizan la historia local y despiertan gran admiraci�n entre propios y extra�os.

Crisanto Cu�llar Abaroa fue director del Archivo del Estado. Fundador de varias revistas y de la hemeroteca estatal, don� parte de su importante colecci�n prehisp�nica a la sociedad de Geograf�a, de la que fue pionero, y colabor� con Lira en Huytlale, una revista ilustrada por Hern�ndez Xochitiotzin en la que ambos difundieron, en un correo amistoso, su gran cari�o por la cultura tlaxcalteca. En esos mismos a�os la secci�n cultural de El Sol de Tlaxcala tuvo un gran auge, pues publicaba art�culos de Xochitiotzin, Cu�llar, Gracia, Lira y Estanislao Mej�a, maestro este �ltimo del conservatorio y compositor.

Los sucesivos descubrimientos de pinturas murales en el centro ceremonial de Cacaxtla a partir de 1975, as� como la restauraci�n de ese y otros sitios arqueol�gicos de la entidad, han contribuido a reafirmar el glorioso pasado y la identidad cultural de los tlaxcaltecas. En el �mbito religioso se dio una serie de acontecimientos que tambi�n vinieron a enriquecer esa identidad hist�rica: despu�s de m�s de 400 a�os, la ciudad de Tlaxcala volvi� (1959) a ser sede de una nueva di�cesis, a ra�z de lo cual la antigua iglesia de San Francisco fue consagrada catedral en 1972. Durante su visita a M�xico en 1990, el papa Juan Pablo II elev� en calidad de beatos a los tres ni�os ind�genas tlaxcaltecas martirizados en los inicios de la evangelizaci�n: Crist�bal, Juan y Antonio. Por otra parte, en 1991 se celebr� el cuarto centenario de la ocasi�n en que casi 400 familias emigraron desde Tlaxcala hacia diversos puntos del territorio nacional. M�s que conmemorar la partida de una caravana, se trataba de revivir la rica aportaci�n cultural de los tlaxcaltecas, que no debe caer en el olvido o reducirse a momentos festivos, sino permanecer como un elemento activo de integraci�n social.


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