El escenario natural


NO ES POSIBLE COMPRENDER el proceso hist�rico de un pueblo si se le a�sla del �mbito geogr�fico en el cual se ha desarrollado a lo largo de los siglos. Cualquier asentamiento humano ha sido influido por las caracter�sticas f�sicas que lo rodean, de la misma manera que las acciones de los grupos sociales han incidido en el sistema ecol�gico del lugar habitado.

M�xico es un pa�s de fuertes contrastes culturales, sociales y econ�micos, en parte producidos por sus grandes diferencias geogr�ficas que existen dentro de su extenso territorio. De ah� que actualmente cobren especial importancia las historias regionales y locales, ya que nos permiten comprender mejor los diversos escenarios, la variedad de ritmos y las condiciones propias con que se desenvolvieron, primero los pueblos mesoamericanos, despu�s las sociedades novohispanas, y por �ltimo los estados confederados del M�xico independiente.

En el altiplano central de M�xico se encuentra el territorio de lo que hoy es el estado de Tlaxcala. Atravesado por el eje neovolc�nico, posee una superficie muy accidentada, con alturas m�nimas de 2 100 metros sobre el nivel del mar, y cuyas partes monta�osas cubren el 60% de su extensi�n total. De las tres cadenas orogr�ficas que la cruzan, una se extiende del norte hacia el oriente, en sus l�mites con el estado de Puebla; es la sierra Tlaxco-La Caldera-Huamantla, que con cimas de m�s de 3 000 metros forma una muralla natural que obstaculiza el paso de los vientos h�medos procedentes del golfo de M�xico, modificando el clima de las planicies que se extienden en la parte oriental del estado. Un segundo conjunto monta�oso se inicia en el espol�n de la sierra Nevada, en el poniente de la entidad, contin�a hacia el sur por el llamado Bloque de Tlaxcala y termina, tras una cierta interrupci�n, en el volc�n de la Malinche, cuya cumbre se alza hasta los 4 461 metros. Finalmente, una cadena de cerros de menor altura, intercalada con algunas barrancas y peque�as planicies, corre con direcci�n suroeste-noroeste, uniendo los dos sistemas monta�osos anteriores.

Tambi�n son tres los principales valles que se extienden en territorio tlaxcalteca. Uno es el de Pie Grande, en la regi�n noroeste y como prolongaci�n de los Llanos de Apan del vecino estado de Hidalgo. Otro, el valle de Huamantla, se ubica en el sureste de la entidad y contin�a hacia la planicie poblana de San Juan de los Llanos. El tercero forma un gran tri�ngulo en la regi�n centro-sur-suroeste, y por �l cruza lo m�s caudaloso de los r�os Zahuapan y Atoyac: es el valle de Nativitas, que forma parte del valle Puebla-Tlaxcala.

A trav�s de estas tres planicies fueron trazados los primeros caminos reales en la �poca virreinal, pues representan un acceso natural que comunica al puerto de Veracruz con la ciudad de M�xico, as� como la capital de Tlaxcala con la de Puebla. Desde mediados del siglo XIX, a esos caminos de herradura siguieron las modernas v�as del ferrocarril. Primero las de la Compa��a Imperial, m�s tarde llamada del Ferrocarril Mexicano, que enlaz� Apan-Apizaco-Huamantla y Apizaco-Chiautempan-Tlaxcala-Puebla, y despu�s la ruta de la Compa��a del Ferrocarril Interoce�nico, que atraves� por Calpulalpan. Durante m�s de tres siglos estas rutas centrales, de herradura y de hierro, fueron complementadas con muchas otras, hasta convertir a Tlaxcala en uno de los estados mejor comunicados del pa�s en proporci�n a su reducida superficie, que hoy en d�a tiene poco m�s de 4 000 kil�metros cuadrados. Esta caracter�stica en el campo de las comunicaciones, as� como la de su cercan�a natural con la cuenca central de M�xico, donde se asentar�an los poderes del imperio mexica, del gobierno virreinal y del estado republicano, coloc� a Tlaxcala, en el curso de toda su historia, en un sitio geoestrat�gico de gran importancia, con los beneficios y calamidades que eso conlleva, como lo veremos en los siguientes cap�tulos.

Otros elementos geogr�ficos tambi�n han influido en el destino hist�rico de Tlaxcala. Las grandes alturas sobre el nivel del mar y la latitud intertropical, entre las cuales se encuentra la entidad, determinan su clima, que fluct�a de templado a fr�o y de semi�rido a moderadamente h�medo. El periodo de lluvias no rebasa los seis meses, y el resto del a�o las precipitaciones son eventuales y muy escasas, lo cual origina serios problemas a la agricultura de temporal, que ha sido la m�s com�n en el estado. La mayor parte de su territorio tiene una temperatura con pocas variaciones a lo largo del a�o, aunque algunos d�as puede descender varios grados bajo cero en ciertas zonas, y en otros llegar arriba de los 30 grados cent�grados; es el caso de las heladas y las can�culas. Las frecuentes heladas que se presentan en Tlaxcala —un promedio anual de 65— tienen un dram�tico impacto en la agricultura, pues llegan a malograr la mitad o incluso casi la totalidad de las cosechas. Otro fen�meno meteorol�gico que tambi�n provoca serios perjuicios a los cultivos son las granizadas, las cuales suelen acompa�ar a las lluvias torrenciales del verano tlaxcalteca, aunque eventualmente caen durante otras estaciones. Tanto las heladas como las granizadas afectan en especial la parte norte del estado, por lo que ah� el n�mero y volumen de productos agr�colas es reducido. La parte central resulta menos da�ada, pero de cualquier manera la agricultura est� sujeta a eventualidades. S�lo la zona suroeste tiene mejores condiciones para este objetivo. De semejante agresividad es la can�cula o periodo de mayor calor durante el est�o, que en Tlaxcala puede prolongarse hasta por 20 d�as, evaporando gran cantidad de agua, incluida la del interior de los vegetales. Apenas el maguey es capaz de resistir estos tres embates naturales, de ah� que esta planta haya sido en el estado la de mayor facilidad y preferencia para el cultivo despu�s del ma�z, desde la �poca precolombina hasta bien entrado el siglo XX.

En lo correspondiente al sistema hidrol�gico, Tlaxcala tiene una cuenca relevante y otras tres de mucha menor importancia, adem�s de algunos vasos interiores que dan origen a reducidas lagunas y ci�negas. La cuenca principal est� formada por los r�os Zahuapan y Atoyac. El primero nace en la sierra de Tlaxco, al norte del estado, y desciende hacia el sur recibiendo las aguas de numerosos afluentes, muchos de ellos de temporal. En el extremo suroeste, el Zahuapan entronca con el r�o Atoyac, y juntos bajo este �ltimo nombre entran al estado de Puebla. El Atoyac nace en la vertiente oriental de la sierra Nevada, en el Estado de M�xico, y se introduce a Tlaxcala por su parte suroeste, donde poco m�s adelante se une con el Zahuapan. En torno a esta f�rtil cuenca, que se abre como un gran abanico en la regi�n centro-sur-suroeste del estado, es donde se desarrollaron sucesivamente los principales asentamientos ind�genas desde �pocas remotas. Despu�s, la Corona espa�ola orden� que se fundara ah� la ciudad de Tlaxcala, donde se fueron congregando las poblaciones y multiplic�ndose las propiedades rurales en los siguientes siglos. Pueblos, haciendas, ranchos y molinos, y luego las f�bricas textiles, se api�aron en esa regi�n sure�a, no sin ausencia de conflictos, para aprovechar el agua de los dos r�os. Mientras, en la regi�n norte�a los asentamientos humanos eran m�s dispersos y escasos, aunque ten�an mayores posibilidades de expansi�n territorial. En lo sustancial, esta t�nica se mantendr�a hasta buena parte del presente siglo.

Otras dos cuencas hidr�ulicas de menor importancia que la anterior se encuentran en la parte oriental y en el extremo occidental del estado. La primera forma una serie de arroyos de temporal que escurren por la falda noroeste de La Malinche y en cuyas riberas tambi�n se fundaron algunos pueblos desde la �poca prehisp�nica; despu�s se establecieron otros, entre los que destaca Huamantla. Fue una zona donde se crearon igualmente numerosas haciendas y ranchos. La otra peque�a cuenca corresponde a la regi�n de Calpulalpan, la cual no perteneci� a Tlaxcala sino hasta mediados del siglo XIX.

No obstante todas estas corrientes de agua, Tlaxcala es pobre en recursos hidr�ulicos. El r�gimen pluviom�trico es bajo y la mayor�a de sus arroyos son de temporal, por lo que las sequ�as son intensas y frecuentes, excepto en el centro-sur-suroeste de la entidad. Para cubrir sus necesidades b�sicas y las de sus actividades agropecuarias, la poblaci�n se ha visto obligada a trabajar duro para almacenar agua en jag�eyes, aljibes, presas o en pozos que a veces son muy profundos. El esfuerzo por conseguir y controlar el preciado l�quido gener� desde las centurias pasadas numerosas y recurrentes pugnas, tanto entre haciendas y pueblos como entre estos mismos, aunque tambi�n hubo conflictos por la situaci�n contraria, es decir, por el exceso de agua que peri�dicamente produc�an los desbordamientos de los r�os, en especial el Zahuapan. El cauce de este r�o tuvo que ser restablecido o modificado en muchas ocasiones a lo largo de la historia, con el objeto de impedir, o al menos controlar, las inundaciones de pueblos, fincas, caminos, puentes y terrenos de los cultivos aleda�os. Para ello fue necesaria la convergencia de muchas voluntades y recursos, tanto privados como p�blicos, y ah� mismo se enquist� el origen de muchos problemas sociales, econ�micos y t�cnicos.

En las tres cadenas monta�osas descritas con anterioridad existieron abundantes y variados bosques, los cuales se han ido extinguiendo de manera alarmante a lo largo de muchos siglos como consecuencia de la depredaci�n del hombre. El acceso a la madera, as� como su control y explotaci�n, desencadenaron m�ltiples conflictos entre pueblos, propietarios y autoridades. A la tala inmoderada se sumaron el sobrepastoreo, los trabajos agr�colas indebidos y la acci�n natural de los vientos y las aguas para producir una intensa erosi�n de los suelos. La mayor parte de �stos en Tlaxcala carece de cualidades adecuadas para la agricultura; s�lo 10% de los terrenos destinados al cultivo es de buena calidad, y casi la mitad de ellos se concentra en el valle suroccidental del estado. En las llanuras norte�as hay suelos poco profundos de texturas pesadas y de escasa permeabilidad que restringen su uso agr�cola, por lo que ah� se extendi� m�s bien el cultivo de agaves pulqueros, el pastoreo y la ganader�a, incluida la de lidia, desde la segunda mitad del siglo XIX. En esta regi�n s�lo las empresas agropecuarias con amplia infraestructura y elevado capital, como era el caso de las haciendas, fueron capaces de obtener una producci�n rentable y de intensa comercializaci�n.

En cuanto a las caracter�sticas geogr�ficas de Tlaxcala podr�a decirse en s�ntesis que el estado se divide en dos grandes regiones relativamente diferentes. La del norte, en la que se incluyen los extremos oriental y occidental de la entidad, y la del sur, formada por la parte centro-sur-suroeste. La primera es m�s extensa, pero con condiciones clim�ticas, hidrol�gicas y de suelos menos favorables para la agricultura; por eso ah� se asentaron menos pueblos de indios y m�s fincas rurales de grandes dimensiones. La segunda regi�n ocupa menor superficie (un tercio del total), pero re�ne mejores condiciones para la misma actividad, aunque no son del todo �ptimas. De cualquier modo aqu� se concentr� la mayor parte de la poblaci�n y de las actividades productivas, tanto agr�colas como industriales.


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