Para el grupo de estudiosos encabezado por la arque�loga Marie Areti Hers, miembro de la Misi�n Arqueol�gica de B�lgica, esta zona mesoamericana coincide con la que Beatriz Braniff defini� como la Mesoam�rica "marginal" noroccidental. Hers la divide en cuatro sub�reas: Chalchihuites que a la fecha es la que ha sido m�s estudiada y a la que denomina cultura "Chalchihuites" stricto sensu, Malpaso, Loma San Gabriel y Bola�os-Juchipila (mapa 10).
El territorio de las cuatro sub�reas incluye porciones de los actuales estados de Durango y Zacatecas, y el extremo nororiente de Jalisco, lo que constituye el primer elemento de discusi�n. Durante muchos a�os se crey� que la cultura de La Quemada-Chalchihuites comprend�a todo el territorio que aqu� interesa. Sin embargo, Kelley la restringi� a Altavista y al valle del r�o Guadiana, en Durango, mientras que el resto del territorio fue considerado como un conjunto de culturas distintas. Para Hers esta divisi�n no es correcta, porque aplica indistintamente el concepto de cultura a una zona geogr�fica determinada, como la cuenca de un r�o, por lo que se habla de la cultura de Malpaso, y al grado de desarrollo de una comunidad, como la cultura "primitiva" de Loma San Gabriel.
Desde nuestra perspectiva, una consecuencia m�s grave a�n de la regionalizaci�n que plantea Kelley y que por su parte Hers califica de arbitraria es la marginaci�n de Tuitl�n y su ubicaci�n como un centro cultural local y aislado, a pesar de que sus materiales, arquitectura y patr�n de asentamiento son similares a los de la cultura "Chalchihuites" y de que es el sitio m�s imponente de esta cultura, sin considerar su todav�a ignorado papel pol�tico.
Para salvar el problema que presenta la regionalizaci�n de Kelley, Hers propone
un uso lato sensu del concepto cultura "Chalchihuites" basado en varios
elementos comunes a todas las manifestaciones humanas conocidas del territorio
que nos ocupa, aparte de sus inevitables diferencias locales. Este concepto
lato sensu implica que la cultura "Chalchihuites" se extendi� a todo
el territorio considerado.
Seg�n el grupo de Hers, esta cultura se desarroll� entre los primeros a�os de nuestra era y el a�o 900. Por tanto, para nosotros, su inicio se situar�a poco despu�s de la ocupaci�n surmesoamericana de algunas regiones de Guanajuato y Quer�taro, y su fin durante el retroceso de la frontera norte de Surmesoam�rica. En consecuencia, la cultura "Chalchihuites" as� entendida, dur� desde el precl�sico superior hasta la mitad del epicl�sico.
Despu�s del a�o 900, el territorio que ocup� la cultura "Chalchihuites" recibi� la influencia de la tradici�n Aztatl�n en el sur de Durango y experiment� el supuesto apogeo de Tuitl�n y de algunos enclaves surmesoamericanos que se prolongaron hasta la conquista. Hers y su grupo no creen que el apogeo de Tuitl�n haya ocurrido despu�s del a�o 900 y afirman que su abandono se dio en forma similar al del resto de los asentamientos de la cultura "Chalchihuites".
La fase agr�cola de esta cultura puede abarcar desde hace 2 000 a�os, aproximadamente, hasta los a�os 800 a 900 de nuestra era. En su fase inicial comenz� a extenderse de la parte suroccidental (Bola�os Juchipila) hacia las otras sub�reas, durante un largo periodo de aculturaci�n que culmin� con la creaci�n de centros hegem�nicos como Altavista y Tuitl�n. Por tanto, se trata de casi un milenio de historia de grupos sedentarios.
Este gran territorio, que forma un ecosistema favorable a la actividad humana, abarca desde la Sierra Madre Occidental hasta las primeras tierras �ridas o semi�ridas que se localizan al oriente, justo donde la escasez de agua dificulta las cosechas. En nuestra opini�n, �sta fue la aut�ntica frontera de Surmesoam�rica, donde existi� un gran n�mero de asentamientos humanos en torno a las cuencas y afluentes de los r�os Juchipila, Bola�os, Chapalagana, Mezquital y Nazas.
La agricultura fue la principal actividad de estos grupos humanos: su vida giraba en torno a la producci�n de alimentos en las tierras irrigadas por r�os en terrazas de cultivo. En el �rea se han encontrado variedades de ma�z, frijol y calabaza, base de la alimentaci�n mesoamericana, y pocos huesos de animales y puntas de proyectil, lo que permite suponer que no depend�an de la caza o se daba a los huesos un uso que desconocemos.
Las muestras de cer�mica localizadas en distintos sitios han permitido a los autores citados afirmar que estamos frente a una gran �rea homog�nea con variantes regionales. Destaca el hecho de que las piezas de cer�mica m�s antiguas son parecidas a las de Chup�cuaro.
Aunque todav�a se desconoce la evoluci�n interna de la cultura "Chalchihuites" en este tema se enfrentan las teor�as sostenidas por los grupos de Hers y de Kelley, pues las fechas obtenidas por este �ltimo en el sur de Durango y en Altavista difieren de las del primero. Seg�n Hers, el error del grupo de Kelley fue hacer una interpretaci�n global a partir de la cultura "Chalchihuites" stricto sensu que ha sido superada. Otro aspecto discutible de la cronolog�a de Kelley, decimos nosotros, es el intento de establecer un paralelismo entre las fases de dicha cultura y supuestos impulsos colonizadores provenientes de Teotihuacan, que se impusieron a una sociedad campesina primaria y simple, aunque no existen pruebas de un auge nuevo logrado por la avanzada de la gran metr�poli surmesoamericana.
Para el grupo de Hers, la cultura "Chalchihuites" surgi� del choque entre agricultores
invasores provenientes del sur y abor�genes n�madas. Este violento nacimiento
marc� a esta cultura, y prueba de ello son sus patrones defensivos de asentamiento,
como el llamado empe�olamiento. Hers afirma que el estado de guerra fue continuo.
El car�cter b�lico y militar de la cultura "Chalchihuites" no es el �nico ejemplo
en el horizonte cl�sico de Mesoam�rica; es evidente en sus asentamientos defensivos
y en la arquitectura, que es igual en los sitios grandes y peque�os. La construcci�n
de sitios fortificados es una prueba contundente de que frente a los agricultores
"invasores" hubo una poblaci�n n�mada que constituy� el origen innegable de
los ataques. Para el grupo de Hers, una prueba de este car�cter b�lico es la
presencia del chac-mool (figura 1). La relaci�n entre los sacrificios humanos,
el tzompantli y la figura del chac-mool muestra que se trata de una vasta regi�n
homog�nea con un desarrollo cultural com�n y prolongado que antecedi�, de acuerdo
con varias manifestaciones concretas las guerras floridas, los tzompantli
y el chac-mool, a las manifestaciones similares que aparecer�an en el altiplano
central, despu�s de las primeras invasiones norte�as de que hablan las fuentes
hist�ricas.
Durante la fase inicial de su desarrollo, del a�o 1 al 300 de nuestra era, se elaboraron objetos decorados con t�cnicas originarias del centro de M�xico que no correspond�an al patrimonio cultural de los n�madas. Estas t�cnicas son la decoraci�n al negativo y al seudo cloisonn�, que es una hermosa creaci�n de la cultura de Tuitl�n.
No se conoce a�n la subdivisi�n precisa de los ocho o nueve siglos de vida de las culturas "Chalchihuites" stricto y lato sensu. Aunque Hers se�ala la aparici�n del arte figurativo en la cer�mica alrededor del a�o 550 y lo relaciona con la implantaci�n de la guerra florida y los tzompantli, existe la hip�tesis de que en el cerro El Huistle hubo un prototzompantli desde el a�o 300. All�, el grupo de Hers defini� tres fases: del a�o 1 al 300, del a�o 300 al 500, y del a�o 500 al 900. Hay pocas pruebas de los contactos de la cultura "Chalchihuites" con las culturas circundantes, los que contribuir�an a establecer cronolog�as m�s precisas. M�s que con Teotihuacan, esta cultura tuvo nexos con el llamado Occidente y con la tradici�n Teuchitl�n, en el r�o Mezquitic-Bola�os, y hacia la parte de Nayarit. En la cultura "Chalchihuites" existen figuras similares a las de las tumbas de tiro, y los contactos entre �sta y la tradici�n Teuchitl�n fueron muy intensos al principio de nuestra era, cuando se inici� la tradici�n de estas tumbas.
En la cuenca del r�o Mezquitic-Bola�os, que nace en Valpara�so, Zacatecas, los nexos entre la cultura "Chalchihuites" y la tradici�n Teuchitl�n no se redujeron a un simple intercambio, as� lo indican las originales plazas circulares y el uso de objetos de cobre entre los a�os 550 y 900, antes del poscl�sico.
Hers hace hincapi� en el hecho de que en el territorio de la cultura "Chalchihuites" se desenvolvieron sociedades pol�ticamente contrastantes. La arquitectura y la articulaci�n de los sitios mayores, como Altavista y Tuitl�n, reflejan una clara estratificaci�n social; de ah� se deduce tambi�n la existencia de una �lite militar que dirigi� la construcci�n de salas con columnas, fortificaciones y calzadas. Tuitl�n no fue un centro ceremonial fortificado, como se�ala el grupo de Kelley, sino un lugar desde el cual aquella �lite dominaba todo el valle de Malpaso.
En parajes rec�nditos de la Sierra Madre Occidental, como Loma San Gabriel y Huejuquilla, hay aldeas que reflejan una sociedad m�s igualitaria, donde los agricultores dirig�an la producci�n y las acciones guerreras. Los conjuntos ceremoniales conjugan una plaza cerrada (la c�lula familiar b�sica) con un gran sal�n y un breve santuario. Con todo, para Hers no se trata de dos entidades culturales, sino de dos manifestaciones de una misma cultura, pues en ambas se encuentran los mismos elementos (l�tica, cer�mica, ornamentos de turquesa y concha, objetos de cobre) y una unidad arquitect�nica todav�a m�s significativa.
Relecturas para una nueva historia
Con el fin de comprobar la homogeneidad de la cultura "Chalchihuites" es necesario reconsiderar las fuentes hist�ricas. Al respecto, Hers propone en Los toltecas en tierras chichimecas una relectura del relato de los informantes de Sahag�n sobre la cultura "Chalchihuites". Seg�n la arque�loga, el m�tico Chicomostoc es el territorio real donde habitaron los pueblos que partieron del altiplano central y del que regresaron casi un milenio despu�s hacia el centro de lo que aqu� llamamos Surmesoam�rica. Es decir, el lugar de las siete cuevas es el territorio de la cultura "Chalchihuites", y los habitantes que la formaron son los tolteca-chichimecas de los informantes de Sahag�n.
Hers admite que es discutible esta identificaci�n de la cultura "Chalchihuites" con la cultura de los tolteca-chichimecas, y reitera que la investigaci�n arqueol�gica, antropol�gica y etnohist�rica de esta regi�n, para nosotros surmesoamericana, aclarar� la evoluci�n de Mesoam�rica.
Las causas de la ca�da de la cultura "Chalchihuites" son oscuras. Existen varias hip�tesis que intentan explicarla, como el cambio en las condiciones del ambiente, mayor presi�n de los grupos n�madas y el colapso de las metr�polis de los valles centrales de Surmesoam�rica, entre otras, aunque ninguna ha sido confirmada.
Se conocen con mayor precisi�n las consecuencias del descenso de la frontera agr�cola surmesoamericana en los valles centrales. Durante el epicl�sico tard�o y el poscl�sico temprano, luego de la m�xima expansi�n norte�a de Surmesoam�rica durante el cl�sico, esta contracci�n de la frontera tuvo como principal resultado la aparici�n en los valles centrales de una oleada de grupos migrantes, entre los que se encontraban los tolteca chichimecas que, junto con los nonoalcas, fundaron Tula y todo un sistema cultural que permear�a a toda Surmesoam�rica y cuya vigencia dur� hasta la conquista espa�ola.