La vida en el real de minas de Zacatecas transcurr�a en medio de las manifestaciones de devoci�n religiosa de sus habitantes para quienes la explotaci�n minera deb�a tener siempre la bendici�n y protecci�n divina. Desde su fundaci�n la ciudad tuvo como protectora a la Sant�sima Virgen; el arduo y azaroso trabajo minero estuvo acompa�ado por actos de fe y festividades religiosas que infund�an confianza y �nimo. Las �rdenes religiosas que se establecieron en Zacatecas franciscanos, agustinos, dominicos y jesuitas, entre otras llevaron consigo a sus santos, bautizaron pueblos, barrios y callejones, y un calendario de festividades religiosas marc� el tiempo de los habitantes del mineral. Adem�s, las cat�strofes naturales y las epidemias acentuaban la devoci�n popular que se expresaba en procesiones y misas.
En semana santa se verificaban procesiones de d�a y de noche; cesaba el comercio y muchas otras actividades. Para esa fecha se reun�an los vecinos de la ciudad en la iglesia mayor, sacaban los estandartes y al Sant�simo Cristo de las diferentes cofrad�as para pasearlos por toda la ciudad. Con profundo fervor y lamentos rogaban a Cristo el perd�n de sus pecados, ped�an la llegada de las lluvias y el fin de las enfermedades. Las cofrad�as que agrupaban a los vecinos de la ciudad cubr�an los gastos del vino, cirios y colaci�n que se repart�a en estas ocasiones.