QUEÍSMO Y DEQUEÍSMO


I

Un vicio no reciente y cada vez más extendido, sobre todo en la llamada habla culta, en muy diversas latitudes del mundo hispanohablante, es la ausencia o presencia indebida de la preposición de, muy frecuentemente ante un que introductor de proposición subordinada: "me convencieron que fuera" y "es difícil de que venga", respectivamente. El habla mexicana no escapa de este fenómeno, aunque parece ser que en ella es poco menos frecuente que en otras como la chilena o la argentina. Llamaré queísmo a la supresión de la preposición de y dequeísmo a la adición innecesaria de la misma preposición. El primero de los anteriores ejemplos ilustra el queísmo; el otro es un caso de dequeísmo.

Hay interesantes estudios sobre este fenómeno en dialectos importantes del español contemporáneo: Ambrosio Rabanales lo estudió en el español chileno, María Luisa López en el peninsular, Paola Bentivoglio en el habla de Caracas, etc. Sobre el mismo asunto en el español mexicano ha trabajado y publicado artículos Marina Arjona, de quien más adelante tomaré algunos ejemplos.

Quizá convendría más hablar no tanto de queísmo y dequeísmo cuanto de uso indebido de la preposición de, pues hay ejemplos de ausencia o presencia incorrectas de esta preposición sin que esté presente el nexo que: "no me acuerdo la fecha", "me ha ocurrido de estar oyendo..." Sin embargo lo más frecuente es que se dé el fenómeno ante la presencia de un que conjuntivo.

Antes de pasar a la ejemplificación, quizá convendría explicar muy brevemente las razones estructurales que permiten calificar como anomalía este fenómeno, con objeto de que no se crea que se trata de un simple prurito purista. Entre los modificadores del nombre existe uno llamado adnominal, que consta de preposición más sustantivo (casa de piedra). Este modificador puede manifestarse por medio de una proposición introducida por de que ("me doy cuenta de que me equivoqué"). Si de este ejemplo se suprime la preposición de ("me doy cuenta que me equivoqué") se destruye totalmente la "forma estructural", y resulta así inanalizable la proposición "que me equivoqué" en relación con "me doy cuenta". Existen asimismo verbos conocidos como pronominales que tienen precisamente la característica de construir su complemento con la preposición de ("me acuerdo de eso", "me acuerdo de que estabas ahí"). Si en tales casos se suprime la preposición vuelve a resultar inanalizable la proposición ("me acuerdo que estabas ahí"), pues el verbo acordarse no puede construirse con objeto directo (*me acuerdo eso, *me acuerdo que estabas ahí).

Por otra parte, es fácil comprobar lo anómalo del uso de la preposición de en ciertos contextos sintácticos. Las proposiciones sujetivas, objetivas o de predicado nominal, si tienen verbo conjugado, se introducen por medio del nexo que ("es difícil que vaya", "me dijo que vendría") y nunca deben llevar la preposición de ("es difícil de que vaya", "me dijo de que vendría"), que resulta superflua.

II


A diferencia de otros fenómenos lingüísticos, la ausencia o presencia indebidas del nexo de resulta importante, tanto por su relativa frecuencia en la lengua hablada de nivel medio o aun culto, cuanto porque supone una fractura de consideración en la estructura sintáctica de la lengua, ya que tiene que ver con modificaciones de nexos prepositivos y conjuntivos y no con superficiales asuntos de lexicología o morfología, que suelen señalar generalmente diferencias entre normas cuyo prestigio es extralingüístico. En otras palabras, el queísmo y dequeísmo no es propiamente un problema de purismo idiomático sino que tiene que ver con confusiones sintácticas de cierta profundidad.

Véanse primeramente algunos ejemplos del español de la ciudad de México, registrados por Marina Arjona, en los cuales se omite anómalamente la preposición de. A menudo se da este fenómeno con verbos pronominales, como en: "me acuerdo que me sentaba junto a ellas", "no me acuerdo quién era", "se convenció que no se podía recuperar el poder por las armas", etc. También se da la omisión en complementos adnominales: "no nos damos cuenta los alcances que tienen", "me di cuenta que no iba yo a hacer nada'', ''tenían miedo que no fueran responsables", "uno se queda con la idea que ahí está", "llegué a la conclusión que iba a estudiar para ingeniero", "usted es de la opinión que no se juzgue a los padres". No faltan casos más raros, como la omisión de la preposición de ante sustantivo sin verbo, como en la expresión "ni modo que" por "ni modo de que".

El caso contrario, dequeísmo o presencia superflua de la preposición, es quizá menos frecuente en el español mexicano. Ciertamente es autorizado construir ciertos nexos tanto con la preposición de cuanto sin ella: antes que, después que, antes de que, después de que, aunque parecen más recomendables las primeras formas. Sin embargo hay ejemplos de uso verdaderamente indebido de la preposición de, como en ciertas preposiciones subjetivas: "Ha sido comprobado de que funciona", "no tendría caso de explotarlos a una velocidad muy elevada". También se da el dequeísmo en proposiciones objetivas: "se fue a Estados Unidos con objeto de analizar de cómo está el proceso". No es raro oír en México la expresión "ahí tienes de que" por "ahí tienes que" . Aparece también este de superfluo en proposiciones predicativas: "lo que sucede es de que no se puede usar más de lo debido"; o en aposiciones: "el principal fin es éste: de enseñar la historia".

Varios lingüistas y filólogos han buscado las posibles causas de este fenómeno. Para algunos se debe a la inestabilidad y vacilación en el uso de las preposiciones, en particular de la preposición de, por la gran cantidad de relaciones semánticas y sintácticas que puede establecer. Para otros se puede dar además un cruce de estructuras: "espero que venga" y "tengo la esperanza de que venga" pueden transformarse en "espero de que venga" (dequeísmo) y "tengo la esperanza que venga" (queísmo). Independientemente de las causas que lo motivan conviene evitar en lo posible este uso anómalo de la preposición de, pues con ello, no cabe duda, se lesionan gravemente estructuras sintácticas y, como consecuencia, se corre el riesgo de ir perdiendo precisión en el lenguaje.

 Índice  Anterior Siguiente