En la ciudad de Makandita se estableció
un brahmán que había hecho voto de silencio absoluto.
No vivía más que de limosna como otros brahmanes, y se
había retirado a un convento agregado a un templo. En cierto
día, mendigando, entró en la casa de un rico comerciante,
cuya hija, muy bonita, le dio una limosna. Apenas la hubo visto, el
brahmán exclamó: "¡Oh desgracia, desgracia!"
El comerciante lo oyó pero lo dejó marchar. El brahmán
volvió a su convento, pero el comerciante, inquieto, fue a buscarlo
y le dijo: "¿Por qué, rompiendo tu silencio, proferiste
aquella exclamación?" El brahmán respondió:
"Porque tu hija tiene un signo fatal. Si se casa, ella y su hijo
te proporcionarán muchas penas. Porque estoy convencido de esa
desgracia, lancé aquella exclamación. Si quieres salvar
a tu hija, enciérrala en una caja que dejarás bogar en
el Ganges; pero a fin de poderla reconocer, ponle encima una antorcha".
-¡Muy bien! -dijo el comerciante. Y se fue a su casa y ejecutó
lo que le había recomendado el brahmán. Éste dijo
a sus discípulos: "Id al Ganges: en sus aguas veréis
flotar una caja que lleva encima una antorcha: traedme esa caja, pero
sin abrirla, aunque oigáis ruido en su interior". Los discípulos
fueron al río; pero antes de que llegasen, un hijo de príncipe
que había visto la caja flotante la cogió, la abrió,
encontró en ella a la joven adorablemente hermosa y se casó
con ella. Colocó en la caja un mono vivo, la volvió a
clavetear y la hizo transportar al río, en cuyas aguas siguió
flotando. Los discípulos del brahmán la encontraron, la
recogieron y la llevaron al brahmán que la esperaba con impaciencia.
Cuando la abrió, el mono dio un salto, se echó sobre él
y a fuerza de arañazos le destrozó la cara, mientras los
discípulos reían a carcajadas. Al siguiente día,
se divulgó el suceso; el brahmán fue objeto de la burla
de las gentes, y el comerciante se alegró al saber que su hija
se había casado con un príncipe.
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