EL TIRANO

Un rey gobernaba sus Estados tan bárbaramente que sus vasallos no podían ya soportarlo, y no tenían más recurso que el de Dios, a quien pedían que lo quitara pronto del mundo.

Al volver de una cacería, el rey, por un cambio sorprendente, envió heraldos que publicasen este bando en las plazas de la ciudad: "Pueblo: mi insensibilidad ha sido hasta ahora un velo que me ha impedido ver el camino que debía seguir durante mi reinado, y mi crueldad me ha hecho hundir el puñal en el pecho de los inocentes. Alegraos; desde hoy me dedicaré a proporcionaros toda clase de felicidades y a haceros justicia fielmente, como debo".

Aquella proclama proporcionó a todo el pueblo una alegría insuperable. Los súbditos gozaron de un reposo que hasta entonces no habían conocido, y la justicia fue tan exactamente observada, mientras duró el gobierno de aquel rey, que llegaron a verse corderos alimentándose de la leche de las leonas, el halcón y la perdiz en el mismo nido y el ganso volando en compañía del águila.

Ese cambio pareció más admirable porque se ignoraba la causa que lo había producido. Un favorito del rey en cierto día le suplicó que le permitiese preguntarle el motivo de aquella mudanza tan sorprendente. "He aquí la razón —le dijo—. En la última cacería a que asistí, estando persiguiendo a una liebre, vi un perro que se equivocó y siguió la pista de una zorra. Cogió a la zorra por una pata y se la rompió: la zorra pudo escaparse y se escondió en un agujero. El perro la dejó entonces y corrió a buscar la liebre; pero un transeúnte que vio el perro por el camino le arrojó una piedra que le rompió una pata.

"Poco tiempo después, un caballo marchó detrás del transeúnte y vengó al perro; pero el caballo no hubo dado muchos pasos cuando metió un pié en un agujero y se lastimó tan peligrosamente que se quedó cojo.

"Como fui testigo de aquellos hechos me dije: esos diferentes animales han recibido el castigo de su punible acción. Si los dioses lo hubiesen querido, su cólera habría pasado desde el caballo cojo a mí mismo, porque no hay razón para que un ser pueda escapar de la cadena que lo ata a los otros seres. Es necesario procurar no hacerse merecedor de castigo."

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