CAPÍTULO XXII |
1.- EL ONCENO signo se llamaba ce ozomatli; decían que este signo era bien afortunado, y decían que en él descendían las diosas que se llamaban Cihuateteo, que empecen a los niños; y todos los que tenían niños o niñas, los encerraban en casa porque no se encontrasen con estas diosas, porque no les hiriesen con perlesía. 2.Y si alguno caía en enfermedad en este signo, los médicos y médicas luego le desahuciaban; decían que no escaparía porque las diosas le habían herido. Y si alguno que era bien dispuesto enfermaba en estos días, decían que las diosas le habían deseado la hermosura y se la habían quitado. A los que nacían en este signo, varones, decían que serían bien acondicionados y regocijados, y amigos de todos; y que serían cantores o bailadores, o pintores, o aprenderían algún buen oficio por haber nacido en tal signo. 3. La segunda casa de este signo se llamaba ome malinalli (y) era mal afortunada; los que nacían en este signo engendraban muchos hijos y ninguno de ellos se lograba, todos se morían antes de tiempo. 4. La tercera casa de este signo, se llamaba ei ácatl; la cuarta, nahui océlotl; la quinta, macuilli quauhtli; la sexta, chicuace cozcaquauhtli; la séptima, chicome ollin; la octava, chicuei técpatl; la nona, chiconahui quiáhuitl; la décima, matlactli xóchitl; la undécima, matlactlionce cipactli; la duodécima, matlactliomome ehécatl; la tercia décima, matlactliomei calli. 5. Todas las otras casas de este signo tienen las condiciones de los números en que caen, como ya está dicho arriba: Que las terceras casas son buenas; las cuartas y quintas y sextas, malas; y las séptimas, buenas; y las octavas y nonas, malas; y las décimas y undécimas y tercia décimas, buenas, |