CAPÍTULO XXV
DEL DÉCIMO CUARTO SIGNO LLAMADO CE ITZCUINTLI Y DE SU PRÓSPERA VENTURA, ESTE DECÍAN SER EL SIGNO DEL DIOS DEL FUEGO LLAMADO XIUHTECUTLI O TLALXICTENTICA. EN ESTE SIGNO LOS SEÑORES Y PRINCIPALES HACÍAN GRAN FIESTA A ESTE DIOS Y EN ESTE SIGNO LOS SEÑORES Y PRINCIPALES QUE ERAN ELEGIDOS PARA REGIR LA REPÚBLICA HACÍAN LA FIESTA DE SU ELECCIÓN

1.- AL DECIMOCUARTO signo llamaban ce itzcuintli. Este signo decían que era bien afortunado; en este signo reinaba el dios del fuego llamado Xiuhtecutli y por eso sacaban su imagen en público al cu, y delante de ella ofrecían codornices y otras cosas, y componíanla con sus ornamentos de papeles, que le cortaban los maestros que eran oficiales de cortar papeles para este negocio; y ponían plumas ricas en los papeles y también chalchihuites, y le ofrecían muchas maneras de comidas, y las echaban en el fuego, y toda la gente rica y mercaderes en sus casas hacían estas ofrendas al fuego y daban de comer y beber a sus convidados y vecinos.

2.—Y cerca de la mañana quemaban las ofrendas de papel y copal, (pues) decían que con estas cosas daban de comer al fuego, y descabezaban codornices cabe el fuego y derramaban la sangre, y las codornices andaban revolando cerca del hogar; y también derramaban el pu1cre en derredor del hogar y después a las cuatro esquinas del hogar derramaban el pulcre.

3.— Los pobres ofrecían un incienso que llaman copalxalli, en su mismo hogar, y los muy pobres ofrecían una yerba molida que se llama yauhtli, en sus mismos hogares.

4.— Decían también que los señores que acontecía ser electos en este signo, que serían felices en su oficio; y luego hacían gran convite a los señores de la comarca, y el convite comenzaba en la cuarta casa de este signo, nahui ácatl.

5.— Todos los convidados venían este día a dar la enhorabuena al señor, y le traían algún presente, y le hacían un razonamiento muy elegante y muy honroso; y él estaba sentado en su trono y todos sus principales estaban sentados por su orden.

6.— En acabando la oración que le hacía el orador, luego se levantaba otro orador por parte del mismo señor y hacía otra oración responsiva, al propósito de lo que había dicho aquel orador primero; y cuando hacía la fiesta este señor electo daba muchas mantas y maxtles ricos a los mismos señores que habían venido, de manera que más cargados iban de lo que recibían de él que no habían venido de lo que le habían traído.

7.— Las mantas que daba el señor eran todas preciosas, hechas en su casa, y tejidas o labradas de diversas maneras conforme a las personas a quien se habían de dar. También les daba mucha abundancia de comidas, e iban cargados de las sobras para sus casas.