STEPHEN CRANE nació el primer dia de noviembre de 1871, en Newark, NewJersey. Desde temprana edad mostró una vocación literaria, aunque intentó estudiar mineria en Lafayette College (de donde fue expulsado) y ciencias en la Universidad de Syracuse (donde se ocupó mas como shortstop del equipo de beisbol). Durante su estancia en Syracuse empezó a colaborar en el New York Tribune en 1891, con lo cual inicia una filiación literaria a través de la prensa periódica.

Al morir su madre en el invierno de 1891 (su padre había fallecido cuando él tenía apenas nueve años), invirtió su herencia en la publicación de Maggie, su primera novela, que había sido rechazada por varios editores. Su aventura editorial le valió que se abrieran nuevas puertas para sus escritos, empezó a escribir poemas, publicó con mayor regularidad en periódicos y, en 1895, viajó a México como corresponsal. Su estancia aquí duró cinco meses, durante los cuales completó su obra más conocida, The red badge of courage, y los cuentos que aquí se reúnen, entre otros textos.

Escritor en constante viaje, Crane cubrió la insurrección cubana de finales del siglo pasado. Fue náufrago por 48 horas en el mar Caribe, experiencia que quedó reflejada en su obra; posteriormente viajó como corresponsal a la guerra greco-turca. Se exilió en Inglaterra, donde entabló amistad con Henry James, H. G. Wells y Joseph Conrad. En 1898 volvió a Cuba como corresponsal de la guerra que significó la liquidación del imperio español. Al año siguiente, de regreso en Inglaterra, sufre hemorragias provocadas por la tuberculosis y en 1900, fue llevado a Badenweiler Alemania, donde murió el quinto día del mes de junio.

FONDO 2000 presenta en estas páginas tres Cuentos mexicanos de Stephen Crane, inspirados durante su periplo por estas tierras. Debemos a las investigaciones y traducción de Antonio Saborit la posibilidad de leer ahora en español estos párrafos, que median entre la crónica periodística, con su obligado realismo, y la viñeta literaria, con su ilimitada imaginación. Crane, como otros notables autores norteamericanos del siglo XIX, fue precursor del periodismo literario, de la buena prosa por entregas más allá de la inmediatez de las noticias.

La obra de Stephen Crane refleja una mirada irónica donde los seres humanos se debaten entre los reclamos de sus respectivos pasados y las limitaciones de sus diferentes presentes, entre lo anunciado y lo tácito, entre el ensueño y la realidad. Cuando estuvo en México en 1895, Grane apuntó que nuestros indígenas tenían una extraña similitud con los indigentes neoyorquinos, "son el mismo tipo de prisionero, la misma víctima". Su obra es, pues, un espejo de la condición humana y, por ende, sus letras no tienen fecha de caducidad ni limitación geográfica.

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