XI

LA VEJEZ

EL MUNDO está ardiendo
¿y tú te estás riendo?
Andas sumido en la oscuridad
¿y no quieres un poco de luz?

Simplemente observa tu cuerpo:
un muñeco; una sombra pintada,
un montón de enfermedades reunidas,
un compuesto débil que viene y que va.

Qué frágil y vulnerable es!
Se corrompe, se cae en pedazos...
como todos los seres vivos
finalmente enferma y muere.
La vida acaba en la muerte.

Mira estos huesos blanqueados
como cañas secas en el otoño...
¿cómo puedes seguir riendo?


Eres una casa de huesos,
una casa de carne y sangre,
Allí moran el orgullo y la hipocresía,
moran la decadencia y la muerte.

Las gloriosas carretas de los reyes se oxidan
y los cuerpos también se vuelven polvo,
pero el camino de la verdad no perece,
y esto dicen los buenos a los buenos.

El hombre ignorante es como un buey.
crece en tamaño mas no en sabiduría.

Vanamente busqué al constructor
por vidas y vidas sin hallarlo.
¡Qué duro es volver a nacer!
¡Qué duro es andar de vida en vida!

¡Mas por fin he visto al constructor!
He vencido a los deseos: soy libre
y vigas y ladrillos no son ya necesarios.
¡No construirás esta casa nuevamente!

Como garza agonizante en el agua
de un lago que no tiene peces,
es el hombre que cuando joven
vivió sin orden y no hizo fortuna.


Más triste que un arco roto
que se deja de lado, pues no sirve,
es el hombre que se lamenta del pasado;
que vivió la juventud sin disciplina.

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