XVIII

LAS IMPUREZAS

ERES como una hoja seca, amarilla,
que espera a los mensajeros de la muerte.
Vas a tener que viajar muy lejos...
¿Llevas provisiones? ¿Estás bien preparado?

Construye una isla para ti mismo.
¡Apresúrate! ¡Lucha!
Limpio de impurezas y sin deseos,
habrás roto ya todos los límites.

Tu vida se disipa.
La muerte siempre está cerca.
No te has preparado para el viaje
¡y no hay descanso en el camino!
¿Que te podrás llevar?

Construye una isla para ti mismo.
¡Apresúrate! ¡Lucha!

Limpio ya de impurezas
no volverás a nacer
ni volverás a morir.

Como el joyero pule la plata,
así el sabio va limpiándose
poco a poco a sí mismo,
lenta y armoniosamente.

De otra forma los errores te consumen
como la oxidación consume al hierro.

Una casa sin mantenimiento se destruye:
sin uso, los versos sagrados se oxidan,
pues la belleza sin cuidado desaparece
y el vigilante sin vigía se queda dormido.

En este mundo y en el siguiente
impuras son las malas obras:
la mujer que no tiene dignidad
y el hombre que no es generoso.

Pero nada hay más despreciable
que la ignorancia: la suprema impureza.
¡Déjala de lado! Sé puro.

La vida es fácil
para el hombre sin vergüenza,
para el hablador, para el impúdico,
para el descarado, el insolente y el vicioso.

Pero la vida es dura
para el hombre que humildemente
busca la totalidad, con pureza,
con desprendimiento y con vigor.

Si matas o robas,
si bebes o mientes,
cavas tu tumba en este mundo.

Si no te dominas a ti mismo
el mal que haces te traerá larga miseria.

Recuerda esto:
la mala conducta no tiene freno.
No te entregues al sufrimiento.

Alguna gente da de buena fe,
otros dan de buena voluntad.
Olvida cómo dan los demás
para evitar que la envidia
te oprima incesantemente.

El que desarraiga la envidia
goza de paz día y noche:
puede concentrarse en la meditación.

No hay fuego más intenso que la pasión.
No hay peor cadena que el odio,
ni peor error que la red de la ilusión:
el deseo es un río que se precipita.

Qué fácil es ver las faltas de los demás,
pero qué difícil es ver las propias.
Exhibes las faltas ajenas
como quien halla un pelo en la sopa,
y escondes en cambio las tuyas
como quien hace trampa en el juego.

¿Cómo vas a destruir tus pasiones
si te excitas con las pasiones de los demás?
¿Si siempre encuentras razón para criticar?
Te encuentras muy lejos de la realización.

No hay camino en el cielo
ni hay dónde buscar refugio:
casi todos gozan con los obstáculos
de su desarrollo espiritual...
pero los que han despertado
vencieron a la vanidad del mundo.

No hay camino en el cielo
pues el camino está en el corazón:
sólo los Budas son libres.
Todo cambia, las criaturas no son eternas
mas los que han despertado ya
lo han hecho para siempre.

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