Concluido con algunas cosas que para mi propósito
convienen que se escriban, volveremos luego con gran brevedad a contar
la sucesión de los reyes que hubo hasta Guascar; y agora quiero
decir del grande, riquísimo y muy nombrado templo de Curicancha,
que fue el más principal de todos estos reinos.
Y es público entre los indios ser este templo tan antiguo como
la misma ciudad del Cuzco, más de que Inca Yupanqui, hijo de
Viracocha Inca, lo acrescentó en riquezas y paró tal como
estaba cuando los chrisptianos entraron en el Perú; y lo más
del tesoro fue llevado a Caxamarca por el rescate de Atahuallpa, como
en su lugar diremos. Y dicen los orejones que, después de haber
pasado la dudosa guerra que tuvieron los vecinos del Cuzco con los Chancas
que agora son señores de la provincia de Andaguaylas, que como
de aquella victoria que dellos tuvieron quedase Inca Yupanqui tan estimado
y nombrado, de todas partes acudían señores a le servir
haciéndole las provincias grandes servicios de metales de oro
y plata; porque, en aquellos tiempos, había grandes mineros y
vetas riquísimas; y viéndose tan rico y poderoso acordó
de ennoblecer la Casa del Sol que en su lengua llaman indeguaxi
y por otro nombre la llamaban Curicancha, que quiere decir cercado
de oro, y acrecentalla con riqueza. Y, por que todos los que esto
vieren o leyeren acaben de conocer cuán rico fue el templo que
hobo en el Cuzco y el valor de los que edificaron y en él hicieron
tan grandes cosas, porné aquí la memoria dél, segundo
que yo vi e oí a muchos de los primeros chrispstianos que oyeron
a los tres que vinieron desde Caxamarca, que [le] habían visto;
aunque los indios cuentan tanto de ello y tan verdadero que no es menester
otra probanza.
Tenía este templo en circuito más de cuatrocientos pasos,
todo cercado de una muralla fuerte, labrado todo el edificio de cantería
muy excelente de fina piedra muy bien puesta y asentada, y algunas piedras
eran muy grandes y soperbias; no tenían mezcla de tierra ni cal,
sino con el betún que ellos suelen hazer sus edificios, y están
tan bien labradas estas piedras, que no se le[s] parece mezcla ni juntura
ninguna. En toda España no he visto cosa que pueda compararse
a estas paredes y postura de piedra, sino la torre que llaman la Calahorra,
que está junto con la puente de Córdoba, y a una obra
que vi en Toledo, cuando fui a presentar la Primera Parte de mi Corónica
al príncipe don Felipe, que es el hospital que mandó hacer
el arzobispo de Toledo Tavera; y aunque algo se parecen estos edificios
a los que digo, los otros son más primos, digo cuanto a las paredes
y a las piedras estar primísimamente labradas y asentadas con
tanta sotilidad y esta cerca estaba derecha y muy bien trazada. La piedra
me pareció ser algo negra y tosca y excelentísima.1
Había muchas puertas y las portadas muy bien labradas; a media
2 pared, una cinta de
oro de dos palmos de ancho y cuatro dedos de altor. Las portadas y puertas
estaban chapadas con planchas de este metal. Más adentro estaban
cuatro casas no muy grandes labradas desta manera y las paredes de dentro
y de fuera chapadas de oro y lo mismo el enmaderamiento; y la cobertura
era paja que servía por teja. Había dos escaños
en aquella pared, en los cuales daba el sol en saliendo, y estaban las
piedras sutilmente horadadas y puestas en los agujeros muchas piedras
preciosas y esmeraldas. En estos escaños se sentaban los reyes
y si otro lo hacía tenía pena de muerte.
A las puertas destas casas estaban puestos porteros que tenían
cargo de mirar por las vírgenes, que eran muchas hijas de señores
principales, las más hermosas y apuestas que se podían
hallar; y estaban en el templo hasta ser viejas; y si alguna tenía
conocimiento con varón, la mataban o la enterraban viva y lo
mesmo hacían a él. Estas mujeres eran llamadas mamaconas
no entendían en mas de tejer y pintar ropa de lana para servicio
del templo y en hacer chicha, que es el vino que hacen, de que
siempre tenían llenas grandes vasijas.
En la una de estas casas, que era la más rica, estaba la figura
del sol, muy grande, hecha de oro obrada muy primamente, engastonada
en muchas piedras ricas; estaban en aquella algunos de los bultos de
los Incas pasados que habían reinado en el Cuzco, con gran multitud
de tesoros.
A la redonda de este templo había muchas moradas pequeñas
de indios questaban diputados para servicio dél y había
un cercuito donde metían los corderos blancos y los niños
y hombres que sacrificaban. Tenían un jardín que los terrones
eran pedazos de oro fino y estaba artificiosamente sembrado de maizales,
los cuales eran [de] oro, así las cañas dello[s] como
las hojas y mazorcas; y estaban tan bien plantados que, aunque hiciesen
recios vientos, no se arrancaban. Sin todo esto tenían hechas
más de veinte ovejas de oro con sus corderos, los pastores con
sus hondas y cayados, que las guardaban, hechos deste metal. Había
mucha cantidad de tinajas de oro y de plata y esmeraldas, vasos, ollas
y todo género de vasijas, todo de oro fino. Por otras paredes
tenían esculpidas y pintadas otras mayores cosas. En fin, era
uno de los ricos templos que hubo en el mundo.
El gran sacerdote, llamado Vilaoma, tenía su morada en
el templo y con los sacerdotes hacía los sacrificios ordinarios
con grandes supersticiones, segund su costumbre. A las fiestas generales
iba el Inca a se hallar presente a los sacrificios y se hacían
grandes fiestas. Había dentro en la casa y templo más
de treinta trojes de plata en que echaban el maíz, y tenía
este templo muchas provincias que contribuían con tributos para
su servicio. En algunos días era visto el Demonio por los sacerdotes
y daba respuestas vanas y conformes a el que las daba.
Otras muchas cosas pudiera decir deste templo, que dejo, porque me parece
que basta lo dicho para que se entienda cuán grande cosa fue;
porque no trato de la argentería, chaquira, plumaje de oro y
otras cosas, que si las escribiera no fueran creídas. Y, lo que
tengo dicho, aún viven chripstianos que vieron la mayor parte
de ello, que se llevó a Caxama[r]ca para el rescate de Atahuallpa;
pero mucho escondieron los indios y está perdido y enterrado.
Aunque todos los Incas habían adornado este templo, en tiempo
de Inca Yupanqui se acrecentó de tal manera que, cuando murió
y Tupac-Inca, su hijo, hobo el imperio, quedó en esta perfición.
1 En el ms. del Escorial:...
algo negritos cay eccelentísima.
2 Maestra.
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