Cómo y de qué manera se hacían
las cazas reales por los Señores
del Perú

En la primera parte1 conté ya cómo en este reino del Perú había suma grandísima de ganado doméstico y bravo, urcos, carneros y pacos, vicunias y ovejas, llamas, en tanta manera que así lo poblado como lo que no lo era andaba lleno de grandes manadas; porque por todas partes había y hay excelentes pastos para que bien se pudiese criar. Y es de saber que, aunque había tanta cantidad, era mandado por los reyes que so graves penas ninguno osase matar ni comer hembra ninguna. Y, si lo quebrantaban, luego eran castigados y con este temor no lo osaban comer. Multiplicábanse tanto que es de no creer lo mucho que había en el reino cuando los españoles entraron en él; y lo principal porquesto se mandaba es porque hobiese abasto de lanas para hacer ropas; porque, cierto, en muchas partes, si faltase del todo este ganado, no sé cómo podrían las gentes guarecerse del frío, por la falta que tenían de lanas para hacer ropas Y así, con esta orden, eran muchos los depósitos que por todas partes había llenos de ropa, así para la gente de guerra como para los demás naturales; y la más desta ropa se hacía de la lana del ganado de los guanacos y vicunias.

Y cuando el Señor quería hacer alguna caza real, es de oír lo mucho que se mataba y tomaba a manos de hombres; y tal día hubo que se tomó más de treinta mil cabezas de ganado; mas cuando el rey lo tomaba por pasatiempo y salía para ello de propósito, poníanle las tiendas en el lugar que a él le parescía; porque como fuese en lo alto de la serranía, en ninguna parte dejaba de haber este ganado y tanto como habemos dicho; de donde, habiéndose ya juntado cincuenta o sesenta mill personas, o cien mill si mandado les era, cercaban los breñales y campañas de tal manera que con el ruido que iban haciendo en el resonido de sus voces bajaban de los altos a lo más llano, en donde poco a poco se vienen juntando unos hombres con otros hasta quedar asidos de las manos, y en el redondo que con sus propios cuerpos hacían está la caza detenida y represada y el Señor puesto a la parte que a él más le place, para ver la matanza que della se hace. Y, entrando otros indios con unos que se llaman ayllos, que es para prender por los pies, y otros con bastones y porras, comienzan de tomar y matar; y como hay tan gran cantidad de ganado detenido y entre ellos tantos de los guanacos que son algunos mayores que pequeños asnillos, largos de pescuezos como camellos, procuran la salida echando por la boca la roña que tienen en los rostros de los hombres y con hender por donde pueden con grandes saltos. Y cierto se dice, que es cosa despanto ver el ruido tan grande que tienen los indios por les tomar y el estruendo que ellos hacen para salir, tanto que se oye gran trecho de donde pasa. Y si el rey quiere matar alguna caza sin entrar en la rueda que está hecha lo hace como a él le place.

Y en estas cazas reales se gastaban muchos días; y muerta tanta cantidad de ganado, luego se mandaba por los veedores llevar la lana de todo ello a los depósitos o a los templos del sol, para que las mamaconas entendiesen en hacer ropas finísimas para los reyes, que lo eran tanto que parecían de sargas de seda, y con colores tan perfectos cuanto se puede afirmar. La carne de esto que sacaban, della comían los que estaban allí con el rey y della se secaba al sol, para tener puesta en los depósitos para proveimiento de la gente de guerra; y todo este ganado se entiende que era de lo montesino y no ninguno de lo doméstico. Tomábase entre ellos muchos venados y biscachas, raposas y algunos osos y leones pequeños.

 

1 Cap. CXI, acompañado con un excelente dibujo grabado en madera, que quizá sea la primera representación gráfica de estos animales que se ha publicado en Europa.