EL REGRESO A ESPAÑA |
|||
El gran cúmulo de tareas realizadas y los problemas
a los que de continuo debió hacer frente Ramírez de Fuenleal
llegaron a quebrantar su salud que, según lo decía éste
en varias de sus cartas, era bastante precaria. Encontramos así
en sus comunicaciones al emperador y a la reina Juana la expresión
de sus frecuentes súplicas en el sentido que se le permitiera
regresar a España tan pronto como fuera posible. La llegada de
don Antonio de Mendoza a fines de 1535, en calidad de virrey de la Nueva
España, trajo consigo la deseada autorización. A principios
de 1536, y después de haber asistido todavía a la apertura
del Colegio de Santa Cruz, en Santiago Tlatelolco, don Sebastián
emprendió el viaje a la península. Otro testimonio de
su interés de auténtico humanista nos lo da el hecho de
que consigo llevara entonces varios papeles y códices indígenas
que habrían de ser estudiados más tarde, por encargo suyo,
al tiempo en que ocupó el puesto de presidente de la Chancillería
de Valladolid.
Aunque no conocemos pormenores sobre el modo como desempeñó
estos cargos, cabe suponer dedicación y acierto, pues consta
que, dos años después, en 1540, don Sebastián
fue promovido a la silla episcopal de León. Y juntamente con
ello pronto se le encomendó también la presidencia de
la Chancillería de Valladolid. Y si queda por investigar lo
que fue su gestión al frente de esta última audiencia,
debe mencionarse al menos su importante participación en la
junta que, en la misma Valladolid, se celebró en 1542 como
antecedente inmediato de la promulgación de las llamadas Leyes
Nuevas. Tuvo entonces ocasión de aportar sus puntos de vista
en las deliberaciones al lado de personajes como el presidente del
Consejo de Indias, fray García de Loayza y de su antiguo conocido
y amigo fray Bartolomé de Las Casas. La experiencia americana
y las ideas de don Sebastián quedaron nuevamente de manifiesto
en la actitud que asumió a propósito de la requerida
supresión de las encomiendas.
Si en el texto citado tenemos un resumen de lo que fue su actuación en España, pensamos que en las palabras, también ya aducidas, de don Justo Sierra, se nos da el meollo de lo que significó Ramírez de Fuenleal para México:
La recordación de este insigne humanista, hijo del Colegio
de Santa Cruz de Valladolid y antiguo presidente de la primera Chancillería
de Castilla, como antes lo fue de la Real Audiencia de México,
es lección de acercamiento a genuinos valores y raíces
de nuestra historia. Evocando figuras como las de Sebastián
Ramírez de Fuenleal, Toribio de Benavente Motolinía,
Juan de Zumárraga, Vasco de Quiroga, Andrés de Olmos,
Bernardino de Sahagún y Bartolomé de Las Casas, podemos
afirmar que si España, para penetrar en el Nuevo Mundo, empleó
las armas del conquistador, para hacer realidad el nacimiento de naciones,
en las que lo indígena y lo hispánico se fundieron para
siempre, envió a muchos de sus grandes humanistas, formados
en la tradición de su más auténtico Renacimiento.
Por ello los vínculos de nuestra historia en común,
la de Hispanoamérica y España, han sido y son indisolubles,
pues están fincados no sólo en la sangre sino, por encima
de todo, en el espíritu y en la cultura. 15 Pedro Girón, Crónica del Emperador Carlos V, edición de Juan Sánchez Montes, Consejo Superior de Investigaciones científicas, Madrid, 1964, p. 127. 16 Publicada por Joaquín
García Icazbalceta, Historia de los mexicanos por sus pinturas,
en Anales del Museo Nacional de México, primera serie, vol.
II (México, 1882), pp. 83 y ss. 17 Miguel León-Portilla, "Ramírez de Fuenleal y las antigüedades mexicanas", Estudios de cultura náhuatl, Instituto de Investigaciones Históricas, México, vol. III, 1969, pp. 9-49. 18 Véase fray León García Carreño, Compendio histórico de Villaescusa de Haro, obra inédita que se conserva en la biblioteca particular de don Francisco Hermosillo, alcalde de Villaescusa en 1968. |