LA ACTUACIÓN COMO PRESIDENTE
DE LA AUDIENCIA DE MÉXICO

Los amplísimos poderes que se le concedían los usó ciertamente don Sebastián con su característica prudencia. De entre todos los puntos que reclamaban su atención había uno, mencionado en la carta que acabamos de citar y que, aunque implicaba enormes dificultades, recibió desde el primer momento la debida consideración. Se refería a éste a la orden originalmente dada desde el año de 1525 al juez de residencia, don Luis Ponce de León, de que procedería a hacer una descripción pormenorizada de estas provincias y tierras y asimismo de las costumbres e instituciones de los naturales, con miras a su mejor gobierno. La misma orden se había repetido a los miembros de la primera audiencia y, casi huelga decirlo, no había sido cumplida. Así el ya antiguo encargo venía a ser de la competencia y obligación de Ramírez de Fuenleal y de los otros cuatro oidores. Esto iba a llevar a don Sebastián a ahondar en la realidad geográfica y cultural del país recién conquistado y a promover una serie de investigaciones que cuentan entre las primeras que se realizaron sobre las antigüedades del mundo indígena.

De las primeras cartas que escribe Fuenleal desde la Nueva España se desprende que, por todas las vías posibles, estuvo allegando información para preparar la requerida descripción de la tierra. Obviamente, sus primeros consultores fueron sus colegas, los otros oidores. Llegados éstos un año antes, conocían ya algo del país y aun habían dado algunos pasos en lo tocante al mismo antiguo encargo.10 También buscó y obtuvo información de los frailes evangelizadores a los que unas veces hacía venir y otras visitaba en sus lugares de trabajo. El ayuntamiento de la ciudad, los corregidores de diversos pueblos y multitud de personas, antiguos conquistadores, incluso encomenderos y otros más, muy especialmente el obispo electo, don fray Juan de Zumárraga, fueron también preguntados según las circunstancias lo requerían. Finalmente, como hombre con experiencia en el trato con los indios desde sus años en Santo Domingo, tuvo para ellos siempre abiertas las puertas y aun los hizo venir en repetidas ocasiones para conocer de sus labios sus problemas y enterarse en forma directa de las cuestiones que le urgía esclarecer. Así, por vía de ejemplo, citaremos lo que escribe al emperador el 3 de noviembre de 1532 a propósito de la conversación que tuvo con varios señores principales del antiguo reino tarasco de Michoacán:

Saben venir a quejarse de cualquier corregidor o español que les haga agravio; y no ha diez días que los señores de la provincia de Michoacán vinieron con los hijos de Cazonci a se quejar de los españoles de aquella provincia, y hicieron una plática larga y bien ordenada, y tan cuerdamente dicha y de tan buenas cosas, que holgara avella entendido a ellos como la declaró la lengua, para enviarla a Vuestra Magestad porque de ella se conocerá el entendimiento y otras buenas partes que tienen, para esperar que han de ser buenos cristianos y muy fieles, y tan provechosos súbditos como cuantos Vuestra Magestad tiene...11

Distribuyendo su tiempo entre cuestiones tocantes a la consolidación de la autoridad de la nueva audiencia y en medio de negocios cuya solución no podía postergarse, Ramírez de Fuenleal y sus colegas dedicaron así toda la atención posible al asunto de la descripción de la tierra. Entre otras cosas trató asimismo acerca de esto don Sebastián en dos importantes juntas eclesiásticas convocadas por él a principios de 1532. Igualmente elaboró cuestionarios que incluían todos los puntos sobre los que requería información, y los hizo llegar a distintas personas de las que esperaba respuestas, hasta donde fuera posible, precisas. Interesaba conocer las características geográficas de las varias regiones así como sus principales recursos naturales. También se pedían noticias sobre las formas de vida de los indígenas, sus lenguas, antiguos ritos y creencias, sistemas de propiedad de la tierra, maneras de gobierno, de tributación y servicios personales. Otro tanto acerca del establecimiento de encomiendas, corregimientos, centros de actividad misionera y edificación de conventos. Urgía saber al menos cuáles eran los pueblos principales, el número de sus casas y habitantes, indígenas y españoles. Finalmente se pretendía llegar a sugerir posibles demarcaciones por provincias, tomando en cuenta criterios objetivos en función de las características geográficas y culturales del país recién conquistado.

Las respuestas que obtuvieron Fuenleal y los demás oidores iban a permitir elaborar en un lapso sorprendentemente breve la descripción de la tierra. Ésta, a pesar de inevitables limitaciones, fue de hecho el más antiguo testimonio sobre la realidad de la Nueva España, antecedente que necesariamente han de tomar en cuenta cuantos se interesan por el tema de las descripciones histórico-geográficas de las Indias, como las muy conocidas de fines del mismo siglo XVI preparadas por orden de Felipe II.

Poco antes de enviar al emperador el resultado de sus trabajos en torno a la descripción de la tierra, el mismo Fuenleal remitió, el 10 de julio de 1532, otra comunicación en la que, de manera expresa, daba a conocer su parecer sobre las medidas que debían adoptarse urgentemente en el tan debatido asunto de la tributación y encomienda indígenas. Como remedio a los muchos males que ya se dejaban sentir, aconsejaba se pusieran en adelante los indios, de manera exclusiva bajo la jurisdicción de la Corona. En otras palabras, decididamente se oponía a la creación de nuevos repartimientos y encomiendas. A modo de concesión en favor de los conquistadores, proponía en cambio se les hiciera merced de los tributos que antiguamente pagaban los indígenas a sus señores naturales, y de acuerdo con tasaciones debidamente llevadas a cabo.12

Por otra carta de Fuenleal y sus colegas sabemos que, muy poco después, el 29 de julio de 1532, "la descripción de la tierra" había sido remitida a España. Un percance en la travesía del barco que la llevaba impidió llegara entonces a su destino. Año y medio más tarde, gracias a una real cédula, expedida el 20 de febrero de 1534, consta que, al fin la descripción había sido recibida puesto que, basándose en ella, se ordenaba la más antigua demarcación por provincias en la Nueva España. Aceptando el emperador lo que proponían Ramírez de Fuenleal y los otros oidores, disponía se crearan cuatro grandes obispados y provincias, las de México, Michoacán, Coatzacoalco y de las Mixtecas o sea Oaxaca. 13

Satisfecho debió sentirse Fuenleal al ver que sus esfuerzos comenzaban a traducirse en órdenes de la Corona en favor del buen gobierno y del mejoramiento de los naturales en la Nueva España. Y deben recordarse en este contexto otras reales cédulas, obtenidas gracias también a sus gestiones. En ellas se mandaba tomar providencias contra quienes se hubieran adueñado de bienes de los indios, se condenaba el uso del hierro para marcar esclavos y se restringían las que se exhibían como causas justas para someter a esclavitud, se disponía también que los indios que trabajaban en la construcción de edificios fueran bien tratados y pagados, se señalaban medidas para arraigar a la población española en el país y se disponía que los hijos mestizos de españoles fueran recogidos y debidamente educados.

Otros muchos buenos resultados podrían mencionarse de la administración de Fuenleal en la Nueva España. En el campo de las obras materiales deben recordarse su participación en el establecimiento de la nueva ciudad de Puebla de los Ángeles, igualmente los trabajos que realizó en la capital introduciendo en ella un mejor suministro de agua, disponiendo además la construcción de muchos puentes de piedra y mandando abrir también nuevos caminos, cuidando siempre de la protección de los viajeros y de cuanto se refería a la pacificación de las distintas provincias. Especial consideración merece el interés que, a partir del asunto de la descripción de la tierra, mostró por conocer las antigüedades del mundo indígena. A él se debió de común acuerdo con fray Martín de Valencia que se encargara en 1533 al célebre fray Andrés de Olmos la investigación de cuanto pudiera reunir en esta materia. En particular se le pedía

sacase en un libro las antigüedades de estos naturales indios, en especial de México y Tetzcuco y Tlaxcala, para que de ello hubiese alguna memoria y lo malo y fuera de tino se pudiera mejor refutar y si algo bueno se hallase, se pudiere notar, cómo se notan y tienen en memoria muchas cosas de otros gentiles.14

No es posible tratar aquí de los trabajos que, en virtud del encargo recibido, llevó a cabo Olmos. Baste con mencionar que a él se deben el descubrimiento y transcripción de considerable número de antiguos textos en idioma indígena, así como la preparación de artes y gramáticas de las lenguas náhuatl, huasteca y totonaca. El método adoptado por Olmos y los materiales que allegó le permitieron preparar luego una obra rica en extremo, según el testimonio de los cronistas que le sucedieron, y que hoy por desgracia se encuentra perdida. La empresa de Olmos influyó además en los trabajos de otros investigadores del pasado prehispánico, como en los del insigne fray Bernardino de Sahagún.


10 Así lo hace constar Fuenleal en la segunda versión del "Parecer...", Documentos para la Historia de México, primera serie, vol. II, p. 166. Vid. infra.
Igual cosa se desprende de una carta de fecha 8 de febrero de 1531 dirigida a la emperatriz por los oficiales reales de la ciudad de México. Se excusan éstos de tratar en ella acerca del "estado y cosas de la tierra", puesto que ya han comenzado a ocuparse de estas materias los miembros de la segunda audiencia. Véase Epistolario de Nueva España, vol. II, p. 25.

11 Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones de América y Oceanía, sacados en su mayor parte del Real Archivo de Indias, Madrid, 1864-1884, tomo XIII, pp. 259-260.

12 "Parecer de don Sebastián Ramírez de Fuenleal", remitido al emperador, el 10 de julio de 1532, en Documentos para la Historia de México, publicados por Joaquín García Icazbalceta, primera serie, 2 vols., México, 1858-1866, vol. II, pp. 165 et seq.

13 Provisiones, cédulas, instrucciones de su Majestad, ordenanzas... para la buena gobernación desta Nueva España (Cedulario de Vasco de Puga), México, 1563; reproducción en facsímil, Madrid, 1945, fol. 89 v.

14 Jerónimo de Mendieta, "Historia eclesiástica indiana", en Documentos Inéditos para la Historia de México, publicados por Joaquín Gracia Icazbalceta, 4 vols., México, 2a ed., Salvador Chávez Hayhoe, 1941, vol. I, Prólogo al libro II.