EL DISCURRIR UN TANTO AVENTURERO
DE DON LORENZO HASTA 1736

Algunos que lo conocieron expresaron que era hombre de suave trato y singular modestia. Ello no le impedía, sin embargo, recordar con satisfacción que descendía de noble linaje. Con frecuencia firmaba sus escritos con los títulos de Caballero y Señor de la Torre y de Hono.

Sus primeros 25 años de vida transcurrieron en Italia. Obtuvo allí una sólida formación humanística, como lo dejan ver su dominio del latín y sus conocimientos de las antigüedades y autores clásicos, así como de la historia europea.

En 1725 se trasladó a Viena para servir —según lo notó— "en varios importantes negocios" al emperador Carlos VI que ya se había incorporado el Milanesado. Además del italiano, Boturini hablaba alemán, francés y español. Viajó luego a Trieste, Bohemia, Croacia, Eslavonia, Hungría, Inglaterra, Portugal y España. Es probable que por ese tiempo leyera la obra de Vico que tanto iba a influir en su pensamiento.

Estando en Madrid, inició su amistad con don José Patiño, ministro de Felipe V, y con el marqués de la Ensenada, Fernando Triviño. Tras un viaje de peregrino al santuario de Nuestra Señora del Pilar en Zaragoza, coincidió en su regreso a la capital de España con don Joaquín de Codallos, que más tarde fue canónigo en México, el cual le habló del interés de la tierra que iba a ser su destino. Poco después tuvo la fortuna de conocer a la condesa de Santibáñez, doña Manuela de Oca Silva y Moctezuma. Ésta lo animó a visitar México con el encargo de cobrar los réditos de una pensión de mil pesos, que obraban en las Cajas Reales de la capital novohispana, a los que tenía derecho como descendiente de la casa de los Moctezuma.