J
UAN JACOBO ROUSSEAU nació en Ginebra, Suiza en 1712. El 12 de junio de 1754 firmó el prólogo de un
Discurso sobre
el origen de la desigualdad entre los hombres, que presentaría a un concurso en la Academia de Dijon. Pensador de espíritu
apasionado y escritor sistemático, Rousseau expuso en aquellas páginas el filón central de su pensamiento: el hombre es
bueno por naturaleza y es la sociedad la que corrompe su condición natural. Quizás el estado natural no haya existido nunca,
acepta Rousseau, pero es necesario plantearlo como hipótesis departida, punto de comparación e ideal por conseguir, pues el
propio filósofo veía la decadencia y podredumbre en que se había sumido la sociedad que lo rodeaba.En una carta fechada en 1737, el joven Rousseau describe que las calles de Montpellier "están alternativamente bordeadas de soberbios palacios y de chozas miserables llenas de barro y estiércol. Sus habitantes son la mitad muy ricos y la otra mitad por demás miserables, pero son todos igualmente rufianes por su manera de vivir, la más vil y sucia que se pueda imaginar". En estas líneas, que prefiguran lo que posteriormente plasmaría en su discurso sobre la desigualdad, Rousseau revela su espíritu innovador, su propuesta de renovación y la rara combinación de su pesimismo histórico compensado por un optimismo humanista. Optimismo en la naturaleza, en el estado primitivo y quizás utópico de la humanidad, que lo llevó a convertirse en un hombre de ferviente soledad al mismo tiempo que lo hizo uno de los pensadores más influyentes de la Revolución francesa de 1789. FONDO 2000 presenta aquí una selección de su laureado e influyente Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, donde el lector podrá comprobar, a casi 200 años del fallecimiento de su autor, la intemporalidad de muchas de sus apreciaciones y la validez de sus propuestas. La filiación naturalista y la honradez intelectual de Rousseau quedaron plasmadas en obras tan importantes como El contrato social, Julia o la nueva Eloísa y los textos póstumos Reflexiones de un paseante y Confesiones; y las luces de su pensamiento político influyeron, más allá de la toma de la Bastilla, en los párrafos, proclamas y proyectos de pensadores, políticos y peatones de todo el mundo. |