bio-arreola.JPG (19576 bytes) LA OBRA de Luis González se ha convertido en una referencia indispensable para todo aficionado o profesional de la historia. En particular sus aportaciones a la historiografía mexicana, su larga trayectoria como profesor e investigador y la popularidad de sus artículos y conferencias lo hacen uno de los historiadores mexicanos más importantes de este siglo. Se le reconoce no sólo como uno de los discípulos más destacados de Daniel Cosío Villegas y uno de los seguidores más distinguidos de la escuela de los Annales de Fernando Braudel, sino también como maestro del oficio de historiar, a cuya sombra se han forjado no pocas generaciones de historiadores mexicanos en la segunda mitad de este siglo.

Nacido en San José de Gracia, Michoacán, en 1925, Luis González estudió en el Instituto de Ciencias de Guadalajara, Jalisco, y formó parte de las primeras generaciones de historiadores que se formaron en El Colegio de México. Realizó estudios de posgrado en París, y en los archivos históricos de España realizó una encomiable labor, poco reconocida: además de llevar a cabo sus propias investigaciones, Luis González investigó legajos, fojas y tesoros documentales para algunos maestros españoles, cuyo exilio en México les impedía revisitar los acervos de su formación intelectual.

A su regreso a México, González participó en la magna Historia moderna de México, dirigida por Cosío Villegas, inició una fructífera labor autoral en diversas publicaciones y una importante labor académica en El Colegio de México. En 1979 propuso la iniciativa de crear El Colegio de Michoacán, primera institución a imagen del Colmex capitalino y a la cual han seguido otros planteles en el interior de la república mexicana.

Con motivo de un año sabático, Luis González regresó a su pueblo natal. Resultado de ese viaje fue el libro Pueblo en vilo. Microhistoria de San José de Gracia, que es la historia universal de un minúsculo lugar de la geografía mexicana, pero cuya historia se vuelve paralelo mayúsculo de toda comunidad, de cualquier pretérito y de toda latitud. Así lo demuestra el hecho de que en 1971 la American Historical Association le haya concedido el premio Haring y que la edición francesa titulada Les barriéres de la solitude lleve varias ediciones.

A la propuesta práctica de realizar una microhistoria, Luis González agregó en 1973 una propuesta teórica que bajo el título de Invitación a la microhistoria, seria la formalización no sólo de la historia regional, parroquial, petite histoire, local history o microhistoria del terruño o matria, sino también la declaración — más allá de los cartabones de la academia y de la pedantería intelectual — de una forma de historiar más humana, franca y abierta a todos los recovecos del pretérito. Esta propuesta teórica fue reiterada en 1984 con la publicación de la Nueva invitación a la microhistoria, donde Luis González reunió otra serie de artículos que corroboran su particular forma de abordar el oficio de historiar y los beneficios implícitos en su forma de investigar.

FONDO 2000 se honra en presentar Otra invitación a la microhistoria, una reunión de artículos en la que el lector confirmará que las letras de Luis González lo revelan no sólo como uno de los historiadores de nuestro pasado más lúcidos, sino como uno de los mejores narradores de nuestro presente. Quedan muchos pliegues de la historia por descubrir y muchos espacios del variado mosaico de México por investigar. Se reitera aquí la invitación a conocerlos.