Mujer deshabitada

DE ROSAS y canto saturada, 
contra el origen de tu ser sublevas 
un recuerdo de labios naufragando 
y la temida enemistad 
de presuroso y fugitivo aroma, 
bajo el silencio idéntico 
a tu inútil sosiego de virgen desolada. 

Mudas fuera al tiempo, pero sabes 
dejarte abandonada y te sometes 
como la flor al mar, 
igual que entre los labios vuela el canto, 
e insiste sobre el mundo tu fatiga, 
la dura soledad de tus sentidos, 
suma de amor y lágrimas que mi latir inundan 
de este vano sentirte agonizando. 

Opones sólo amor y te conserva 
la esperanza invencible de mi cuerpo, 
como si al derrumbarte 
cuando cierras los ojos y en ti misma 
soportas la caricia que en inmóvil te torna, 
entonces navegaras a mí y te defendieras, 
ya sin saber de ti, 
deshabitada flor y canto destrozado, 
rescatada del mundo 
y hecha estatua abatida en un invierno.

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