No leo la lengua de Homero; la descifro apenas.
"Aunque entiendo poco griego" como dice Góngora
en su romance, un poco más entiendo de Grecia. No ofrezco
un traslado de palabra a palabra, sino de concepto a concepto, ajustándome
al documento original y conservando las expresiones literales que deben
conservarse, sea por su valor histórico, sea por su valor estético.
Me consiento alguna variación en los epítetos, cierta economía
en los adjetivos superabundantes; castellanizo las locuciones en que es
lícito intentarlo. Hasta conservo algunas reiteraciones del sujeto,
características de Homero, y muy explicables por tratarse de un
poema destinado a la fugaz recitación pública y no a la
lectura solitaria. Pero adelanté con cuidado y prudencia, sin anacronismos,
sin deslealtades. La fidelidad ha de ser de obra y no de palabra. En su
versión perdida del debate Por la Corona, decía Cicerón:
"No creí necesario traducir palabra por palabra, pero conservé
el valor y la fuerza de todas ellas: no las conté, sino las pesé".
Una simple comparación entre mi texto y las traducciones corrientes
explicaría por sí sola mi propósito. Si no para fines
lingüísticos, mi Homero podrá ser citado sin peligro
para todo objeto literario, filosófico e histórico. [...]
Respecto a la autoría de la Iliada, carácter y texto
del poema, la doctrina más sana y más nueva puede resumirse
así:
1) Hay un poeta, un Homero, que responde de la asombrosa unidad
artística de la obra, de su creciente arrastre patético
y de su alto sentido moral.
2) Este poeta trabaja sobre leyendas de larga tradición,
muy difundidas y aun acaso elaboradas por sus predecesores en poemas más
breves.
3) Los hechos reales e imaginarios que narra la Iliada son
anteriores a Homero en varios siglos. De las nueve Troyas superpuestas
que se han descubierto, la sexta parece corresponder a la Iliada
y se supone destruida entre 1194 y 1184 a. C. Algunos sospechan que Homero
funde en un solo episodio la destrucción de la sexta Troya y el
incendio de la segunda Troya, acaecido por el año 2 000 a. C. Homero
es situado entre los siglos IX y VII a. C.
4) Homero aprovecha a su modo los asuntos hereditarios, los dispone
y compone, repite sin duda tal o cual frase o fórmula consagrada
o celebrada, e inventa, en general, los símiles que no corresponden
a la era micénica, a la era de la guerra troyana, sino a su propia
época. No es, pues, un mero compilador, sino que ofrece una nueva
redacción poética.
5) Homero escoge, en el conjunto de los ternas que acarrea la saga, uno
solo: la cólera de Aquiles y sus consecuencias. Ni toda la historia
de la guerra troyana, ni tampoco una "Aquileida" completa. Cincuenta
y un días en el décimo año de la guerra. De Aquiles
sólo averiguamos lo esencial para apreciar su estado de ánimo
y los efectos de su pasión. La mayor parte del poema transcurre
en ausencia del héroe, y el poeta lo mantiene presente, como una
constante amenaza, mediante una serie de alusiones. La Iliada acaba
con los funerales de Héctor, y no nos lleva hasta la caída
de Troya.
6) El poeta añade, por su cuenta, algunos incidentes que reserva
como sorpresa a sus auditorios y a sus patrones.
7) Añade asimismo algunos elementos de interpretación. No
en modo discursivo, no hablando por sí, pero a través de
las mismas acciones que nos relata.
8) Añade, también, algunos caracteres, cuidándose
entonces de describirlos o explicarlos sumariamente; a diferencia de
lo que hace para los personajes ya conocidos, que son objeto de una
simple mención.
9) Por otra parte, procura sazonar la obra con relatos digresivos, evocaciones
y recuerdos de otras leyendas ajenas a su tema, como para ensanchar
el espacio y el tiempo, envolviendo en imágenes lejanas el limitado
escenario de la Iliada. Y lo hace con singular tino, ya insertando
estas digresiones como antecedentes o futuras consecuencias de su acción
principal, ya trayéndolas al caso como aleccionamientos o ejemplos,
etcétera. Las constantes reminiscencias de Néstor son
garrulerías de viejo que ayudan a completar su retrato.
10) Salvo leves y contadísimas excepciones, en que parece exigirlo
así la misma enormidad de los errores humanos que el poeta refiere,
éste se oculta detrás de sus figuras, cumpliendo fielmente
la regla épica de objetivación, como convencido de que
los señores que lo alquilan para recitar nada quieren saber de
él, sino de los héroes que canta.
11) Procede, además, conforme a una técnica ya dramática:
deja que los personajes se pinten solos con sus palabras y sus actos.
12) El poema está redactado en un dialecto "prejónico",
mezclado de eolio, ático, etc., con adjetivos compuestos acaso
inventados, obra todo de una tradición poética que Homero
viene a coronar, como lo hizo Shakespeare para el inglés isabelino.
Hay formas vetustas y prehelénicas que los mismos homeristas
alejandrinos no lograron ya descifrar.
13) El poema fue redactado para la recitación, que acaso se hacía
con un ligero sonsonete, sin llegar al canto, y se puntuaba con una
especie de batuta.
14)La Iliada, a lo largo de las recitaciones seculares, ha sufrido
algunas adaptaciones de oportunidad, algunas adulteraciones voluntarias
e involuntarias, e interpolaciones de mayor o menor bulto.
15) La versión canónica de la Iliada, fijada siglos
después por los críticos alejandrinos, no difiere en nada
esencial del texto que hoy se acepta. A él corresponden también
con exactitud los motivos tomados a la Iliada por los pintores
de vasos griegos.
A. R.
Cuernavaca, noviembre de 1949
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