La pérdida de la función de lo realEL DIAGNÓSTICO MENTAL |
Para el diagnóstico de las enfermedades mentales,
afirmaba Falret que la primera vez que se veía a un enfermo bastaba
una sola palabra, un solo gesto, un solo tic, en fin, un solo fenómeno
apreciado sagazmente, para poder calificarlo, y así una queja
era suficiente, por ejemplo, para afirmar que se trataba de un melancólico;
un ímpetu violento lo era a su vez para decir que lo que se tenía
enfrente era un maniaco impulsivo y así sucesivamente. Charcot,
por su parte, pensaba de igual modo y pretendía que, a la entrada
de su gabinete, con sólo apreciar el desfile o la apariencia
de los sujetos, en la incoordinación motora del uno, en la actitud
catatónica del otro, o en la crisis convulsiva del de más
allá, era suficiente para dar el nombre a cada caso en cuestión. HISTORIA DE LETICIALeticia es una joven de 25 años que se parece a la bella durmiente del bosque. En su cama pasa mucho tiempo dormida y cuando despierta dice a su médico: "¿Por qué me habláis? Vos no existís, buenas noches. Hemos terminado". ("Vous n'existez pas. Bon soir. Non plus.") Leticia ve al facultativo como ve la mesa y los objetos de una pieza, pero nada existe para ella. Él y los objetos han perdido la realidad del relieve, son planos, como si se les viera dibujados en papel; son artificiales e imitaciones del "Bon Marché".** Así también, son las flores para ella: son flores de papel. La artificialidad, el alejamiento, la pequeñez, la irrealidad, en fin, constituyen el mundo extraño de Leticia. Cabe decir de paso que en la práctica, el mundo real es el ordinario, mientras que el teatro es el artificial. La curiosidad del asunto alcanza sumo grado cuando al bailar Leticia, en su baile la loca misma se pregunta: "¿Bailo yo acaso?" EL SENTIMIENTO DE VACÍO
La enseñanza que nos viene de lo referido es que según
se presenta la percepción social, así orientamos nuestra
conducta. Ésta nunca es la misma, sino que varía según
nuestras apreciaciones particulares. El valor que se da a las cosas
provoca actividades especiales en consonancia con el aquilatamiento
que se ha hecho. Las pérdidas que va teniendo la persona pueden
ir aumentando. Así, si se ha perdido Ernestina hay que encontrar
a Ernestina y hay que buscarla, en el supuesto de que exista. Puede
suceder que no solamente sea ella la que se perdió, sino que
también se han perdido los amigos, la confianza de la gente,
los sentimientos religiosos y hasta Dios mismo. Entonces el hombre
está vacío y por el hecho de la supresión
de su conducta social se puede considerar como un hombre muerto.
En el sentimiento de vacío la parte subjetiva que acompaña
a las sensaciones es más importante que las sensaciones mismas,
al grado de, en tremenda antinomia, negar éstas, y así:
un sujeto se quejaba a los 30 años de ser ciego (¡gran
desgracia!) pero si se le ponían dos dedos de la mano delante
de sus ojos, los veía, y si se medía su agudeza visual,
ésta era normal. Lo mismo acontecía con su supuesta
sordera: todo lo que oía era falso para él; manifestaba
que el silencio lo rodeaba por todas partes, pero contestaba a lo
que se le preguntaba. Del mismo modo decía: "Soy insensible",
aun cuando a la exploración pudiera demostrarse el dolor, pero
es que éste es uno y la supresión mental del sufrimiento
es otra cosa.
Primer ejemplo. Una mujer, de fondo nervioso exagerado efectúa
un casamiento, aun cuando tardío. Ella confiesa que tal matrimonio
la ha transformado y modificado su carácter. A los tres años
se le desarrolla a su esposo un tumor cerebral, por el cual es trepanando
y después muere. La viuda se queja, pero lo hace por la salud
que ella conserva: "Yo sería feliz dice si
pudiera estar mala o enfermarme. Muerto mi marido yo soy la criminal
por no haberlo sentido ni a la fecha sentirlo. En efecto, mi recuerdo
es sin emociones y sin tristeza". En los sujetos de memoria normal
siempre hay un fondo de afectividad, que en el caso relatado se ha
perdido: hay el vacío completo. *La comedia de Molière está inspirada
en otra anterior de Plauto, la que a su vez tomó su origen
en una antigua leyenda hindú, en que el Dios suplanta el lugar
del esposo con su mujer, por lo que este último, al verse ofendido
y sin embargo reproducido en otro, con las apariencias de él
mismo, acusa al impostor ante la corte de Benarés para que
ésta falle. El juez, vacilante pone como prueba el del mayor
vigor de cada uno de los contendientes, pues se sabía que el
marido ofendido disponía de la mayor fuerza del lugar. Aceptado
el torneo, cumplió éste con tantas pruebas como fueran
los trabajos de Hércules, mientras que el culpable pretendió
ganar el pleito sobrepujando a su contrincante en tantas veces como
hijas tenía Danaos. Esto que podría suponerse en su
favor, lo condenó; pues sólo era capaz de ello la acción
de un Dios y no de un hombre que recuperó a su esposa. En la
obra de Moliére, Júpiter toma la forma de Anfitrión
(nota del doctor Aragón). 2 La despersonalización
intra o alopsíquica, el sentimiento de irrealidad (derrealización),
expresión de algunos trastornos de la somatognosia, que puede
integrar el síndrome de Cottard como en este ejemplo. **Célebre almacén que aún existe. 3 La "conciencia
de enfermedad" suele estar ausente en muchos psicóticos
pero no de una manera absoluta. La contraparte en el caso de los neuróticos
es también valida. 4 Consultar: Minkowski
y su obra El tiempo vivido, |