La acción primaria y la acción secundaria


LAS PERTURBACIONES DE LA SENSIBILIDAD Y EL SENTIMIENTO VACÍO

En los casos anteriores en que hemos estudiado la pérdida de la función de lo real, hemos visto, unas veces, la duplicación de la personalidad, como en Anfitrión y Sosie, en la obra de Molière.5 Otras veces hemos anotado la negación de las cosas o la negación del individuo mismo en el espacio y en el tiempo cuando describimos el sentimiento de vacío. Todo lo anterior se ha hecho no a título de simple curiosidad, sino con objeto, por una parte, de conocer el mecanismo de producción del fenómeno y, por la otra, para curar el estado morboso.

Normalmente, y en virtud del principio de ubicuidad, si se platica ante un auditorio es inútil que se busque al sujeto de la plática en otra parte, porque no se le hallará. Solamente el espíritu podrá alejarse, refiriéndose a imágenes o recuerdos distantes; pero éstos teniéndolos como imágenes y recuerdos.

El sentimiento de ubicuidad ("bilocation"), falseado y dependiente de ilusiones y de alucinaciones, puede consultarse en el libro La Inteligencia, de Taine (fábula de "La oruga y la mariposa"), en que, en su metamorfosis, la segunda argumenta que es otra, porque no es al mismo tiempo como era antes. En la filosofía de Ribot pueden encontrarse citas análogas en el estudio que hace de las enfermedades y duplicación de la personalidad, con pérdidas más o menos aparentes de las distintas sensaciones. El profesor Pick, neurólogo distinguido, ha hecho la exploración, con aparatos especiales, de los oídos y de los ojos, en individuos, por ejemplo, que afirman no oír o estar en la oscuridad y, sin embargo, sus alteraciones sensoriales sólo se pueden explicar por perturbaciones imaginarias. La literatura es abundante. Entre los escritos dignos de mención acerca del mismo asunto, citaremos los de Denys y Camus.6

Por su, parte, James insiste en que nosotros sentimos las alteraciones viscerales del corazón, los pulmones, etc., a medida que se presentan. En la práctica, no es fácil apreciar esa impresionabilidad visceral, así como la del estómago y del intestino.

El orden que se ha señalado para la pérdida de las diversas formas de sensibilidad, es:

1. Pérdida de la sensibilidad general y especial.

2. Pérdida de las sensibilidades accesorias o kinestésicas (sensaciones de movimiento que acompañan frecuentemente a las percepciones).

3. Pérdida de las sensaciones viscerales.

En la pérdida de la función de lo real, y cuando se trata del sentimiento de vacío, sin embargo, el asunto no puede ser explicado por trastornos viscerales, para lo cual vamos a referirnos a dos hechos:

I. Un sujeto dice: "Estoy muerto, soy un cadáver y me encuentro en el fondo negro de una tumba. Hay el aniquilamiento de todo mi ser". Pero al hacer esta descripción, se detiene y agrega: "Excusadme, tengo que irme al momento para cubrir una necesidad urgente; voy a un lugar reservado, porque he tomado un purgante". "Je veux aller au cabinet." Como se notará, esta persona no ha perdido la sensibilidad visceral y, sin embargo, tiene el sentimiento de vacío, cuya explicación no puede ser más que una alteración imaginativa.

II. Las sensaciones kinestésicas y las viscerales se perturban profundamente en padecimientos como la tabes o ataxia locomotriz, en que hay crisis gástricas tremendas, y en las neuritis, en que es muy común que haya zonas de analgesia, unas veces, otras de hiperestesia y otras de anestesia visceral; y, no obstante todo ello, en los individuos portadores de tales dolencias no hemos encontrado pérdida de la función de lo real.

Con relación al asunto en cuestión, refirámonos a un ejemplo curioso: un capitán tenía alojada una bala en la cabeza, donde la conservó como cuerpo extraño. Las alteraciones que sobrevinieron fueron de significación. Decía: "Sufro mucho. Estoy perdido en el desierto. No sé cómo andar en la calle, ni en qué cuartel existe mi casa, ni cómo he tomado la escalera para llegar aquí. Ahora sí estoy tranquilo, porque sé dónde me voy a dormir". Esta persona había perdido el sentido de la orientación y de la dirección en el espacio, diferenciándose de las personas sanas, que saben las relaciones que tienen con los objetos y las cosas que las rodean. Todos los detalles poseen valor y pueden, en ciertas circunstancias, llegar a ser interesantes.


HISTORIA DE CLAUDINA

Para reforzar la tesis sustentada, describiremos, aunque sea rápidamente el caso de Claudina, que no tiene sentimiento de su personalidad. La joven desde su cama dice a su médico al pasar: "Vuestro sobretodo pertenece a otro mundo, es muy extravagante, es irreal. El polvo que cae sobre la ropa es de otro mundo. Yo me llamo la señorita Trapo (mademoiselle Chiffon) y no podré ponerme polvo porque soy de tela. Veo el polvo, pero la rosa es irreal".

Otro ejemplo digno de traer a cuenta es el de aquella persona que está sentada y tiene cerca de sí a una niña de tres años, que se entretiene jugando. La persona expresa que no es de este mundo y pertenece a otro planeta; y cuando lo dice, contradiciéndose a sí misma, salta sobre la niña, porque ésta, inconscientemente está a punto de tirarle la silla.


INFLUENCIA DE LA MEMORIA Y DEL LENGUAJE PARA LA EJECUCIÓN DE LAS ACCIONES

Hemos manifestado anteriormente que toda creencia es una promesa de acción y, precisando más diremos ahora que toda idea lo es, así como todo recuerdo. Ya el primer momento de la memoria es acto cuando hace una narración de lo acontecido, es decir, cuando relata ("Faire le récit"). En unos de los enfermos señalados, las acciones han desaparecido, están suprimidas totalmente; en otros, aun cuando sea en mínima parte, se han conservado.

Como corroboración de lo expresado llamaremos la atención sobre que cuando afirmamos, verbi gratia, "hemos visto la Catedral de México", en estos momentos en que sustentamos una conferencia en el paraninfo de la Universidad, es porque pensamos que estamos cerca de aquella iglesia, y que, siendo corta la distancia, es posible ir a verla, es decir, se hace la promesa de un paseo.*

Se ha dicho: ¿qué promesa hay en la creencia de un recuerdo? La contestación será que la persistencia de las cosas puede servir como prueba: así, si asentamos haber concurrido a un baile, podemos demostrarlo ejecutando la acción correspondiente de volver a visitar el local del caso. Pero la dificultad sube de punto cuando se refiere uno a hechos pretéritos, que ha mucho tiempo acontecieron y ya no existen las cosas ligadas a ellos. Entonces todo se desvanece. ¿Dónde está el pasado? ¿Dónde están los días de la juventud? En uno de sus artículos, Wells asienta que la descripción del pasado es como cuando vamos en ferrocarril: lo que pasó ha desaparecido, pero es una tontería decir que no existe. Esto se debe a que sólo sabemos marchar para adelante y no para atrás. Nos parecemos a las plantas, que nunca retroceden. Las margaritas crecen y después mueren, sencillamente porque no han podido retroceder. El caso es diferente de cuando concluimos que no se puede ir al mar, porque no lo tenemos a la vista.

Hay que modificar el lenguaje, porque otras veces, a pesar de afirmaciones contradictorias que se hagan diariamente, la acción no podrá demostrarse. Hace poco expresábamos que habíamos estado en un baile, pero si agregamos algo falso, como que en el sarao todos concurrieron de color verde, con su peluca rubia y su coleta negra, ¿dónde podríamos hallar dichos personajes? Su existencia es indemostrable. Todos se han esfumado.

La posibilidad de una demostración, tanto en el presente como retrospectivamente en el pasado, es, en resumen, un intento o conato de acción, nada más, que ésta, según la estimación que se tenga del mundo exterior, será acción primaria o acción secundaria.

Generalmente la acción primaria es la fundamental y esencial, mientras que la secundaria no es única sino múltiple. Por eso debemos hablar de acciones supernumerarias o de lujo. Las relaciones sociales nos lo demuestran. Cuando nos presentan a un hombre o a una señora, la actitud no es la misma. En el fondo hay una actitud sexual que se expresa diferentemente, y esta actitud podrá manifestarse más tarde en una amistad y estima duraderas o en un amor o amorío, según las circunstancias. Tiempo hay para ello: el hombre ama de los 12 a los 95 años. (?)** En la presentación aludida, el saludo tendrá que variar, ya sea que se trate de un superior o de un inferior; así como la categoría del nombre propio que se nos hace conocer o el que nosotros damos. El saludo es el acto fundamental y los nombres propios, ya por sí mismos, son un modo de saludar. Esto será el punto de partida de una serie de actos derivados y ulteriores.


SEMEJANZA ENTRE EL FENÓMENO FÍSICO DE LA RESONANCIA Y LAS DISTINTAS CATEGORÍAS DE ACCIONES

Helmholtz, el notable físico alemán, ha expresado que en un sonido dado, por ejemplo, merced a la vibración de la cuerda del arco de un violín, hay que considerar:

1. La nota dominante, y

2. los armónicos que se le superponen; es decir, al lado del sonido fundamental hay resonancias diferentes, ecos que se agregan.

Ahora bien, al sonido fundamental puede compararse la acción primaria y a los armónicos las secundarias. El número de éstas dependerá de la riqueza o de la pobreza del espíritu, que en el primer caso tendrá una conducta variada, mientras que en el segundo, reducida. Así, el sentimiento de vacío comienza a iniciarse en los que, por ejemplo, desayunan y comen, pero no cenan, porque, estableciendo una dieta, reducen a lo indispensable su esfera de acción.

Como consecuencia de lo anterior, se tiene que la relación existente entre la acción primaria y las secundarias depende, además del bagaje con que se cuenta, del gasto que se hace y, por lo tanto, de la regulación y reglamentación del acto para economizar el esfuerzo y prevenir la fatiga.



5 El delirio de Capgras o de Sosias.

6 Célebres neurólogos cuyas observaciones, al lado de las de Jean Lhermitte, colaboraron a fundar las bases de la neuropsicología moderna. Sobre este tema se recomienda consultar; Lhermitte, J.: Les Hallucinations, Clinique et Physiopathologie, Doin & Cie., París, 1951; Hécaen, H., Ajurriaguerra, J. de: Méconnaissances el Hallucinations Corporelles Intégration et Désintegration de la Somalognosie, Masson et Cie., París, 1952, y Mikorey, M.: Fantômes et Doubles, Doin et Cie., París, 1959.

* La gigantesca excavación que hoy en día pretende descubrir el verdadero emplazamiento del templo mayor de Tenochtitlan podría ser un obstáculo a la "ejecución de la acción" del pobre profesor visitante.

** La interrogación del texto es del pudoroso doctor Aragón, su traductor.