95 Los mercaderes hacían
una fiesta, 1 no todos juntos sino los
de cada provincia por su parte, para la cual procuraban esclavos que
sacrificar, los cuales hallaban bien baratos, por ser la tierra muy
poblada. En este día morían muchos en los templos que
a su parte tenían los mercaderes, en los cuales otras muchas
veces hacían grandes sacrificios.
96 Tenían otro día de fiesta 2
en que todos los señores y principales se ayuntaban de cada provincia
en su cabecera a bailar, y vestían una mujer de las insignias
de la diosa de la sal, y así vestida bailaba toda la noche, y
a la mañana o hora de las nueve, sacrificábanla a la misma
diosa. En este día echan mucho
de aquel incienso en los braseros.
97 En otra fiesta, 3 algunos días
antes aparejaban grandes comidas, según que cada uno podía
y le bastaba la pobre hacienda, que ellos muy bien parten, aunque lo
ayunen, por no parecer vacíos delante de su dios. Aparejada la
comida, fingían como día de adviento, y llegado el día
llevaban la comida a la casa del demonio y decían: "ya viene
nuestro dios, ya viene, ya viene nuestro dios, ya viene".
98 Un día en el año 4
salían los señores y principales para sacrificar en los
templos que había en los montes, y andaban por todas partes cazadores
a cazar de todas animalias y aves para sacrificarlas a el demonio, así
leones y tigres como cayutles [coyotes] que son unos animalejos
entre lobo y raposa, que ni son bien lobos ni bien raposas, de los cuales
hay muchos, y muerden tan bravamente, que ha de ser muy escogido el
perro que le matare diente por diente.
Cazaban venados, liebres, conejos [y] codornices, hasta culebras y mariposas,
y todo lo traían a el señor, y él daba y pagaba
a cada uno según lo que traía; primero daba la ropa que
traía vestida, y después otra que tenía allí
aparejada. para dar, no pagando por vía de precio ni de conciencia,
que maldito el escrúpulo que de ello tenían, ni tampoco
por paga de los servicios, sino por una liberalidad con la cual pensaban
que agradaban mucho a el demonio, y luego sacrificaban todo cuanto habían
podido haber.
99 Sin las fiestas ya dichas, había
otras muchas, en cada provincia, y a cada demonio le servían
de su manera, con sacrificios y ayunos y otras diabólicas ofrendas,
especialmente en Tlaxcala, Huexuzinco [y] Cholola, que
eran señoríos por sí. En todas estas provincias
que son comarcas y venían de un abolengo, todos adoraban y tenían
un dios por más principal, a el cual nombraban por tres nombres.
5 Los antiguos que estas provincias poblaron,
fueron de una generación; pero después que se multiplicaron,
hicieron señoríos distintos, y hubo entre ellos grandes
bandos y guerras. En estas tres provincias se hacían siempre
crueles y grandes sacrificios y muy crueles, porque como todos estaban
cercados de provincias sujetas a México, que eran sus enemigos,
y entre sí mismos tenían continuas guerras, había
entre ellos hombres prácticos en la guerra, y de buen ánimo
y fuerzas, especial [mente] en Tlaxcala, que es la mayor de estas
provincias, y aun de gente algo más dispuesta y crecida y guerrera,
y es de las enteras y grandes provincias, y más poblada de la
Nueva España, como se dirá adelante. 6
Estos naturales, tenían de costumbre en sus guerras de tomar
cautivos para sacrificar a sus ídolos, y a esta causa, en la
batalla arremetían y entraban hasta abrazarse con el que podían,
y sacábanle fuera y atábanle cruelmente. En esto se mostraban
y señalaban los valientes.
100 Éstos tenían otras muchas fiestas con grandes
ceremonias y crueldades, de las cuales no me acuerdo bien para escribir
verdad, aunque moré allí seis años entre ellos,
y oí y supe muchas cosas; pero no me informaba para lo haber
de escribir.
101 En Tlaxcala había
muchos señores y personas principales, y mucho ejercicio de guerra,
y tenían siempre como gente de guarnición, y todos cuantos
prendían, demás de muchos esclavos, morían en sacrificio;
y lo mismo en Huejuzinco y Cholola. A esta Cholola
tenían por gran santuario como otra Roma, en la cual había
muchos templos del demonio; dijéronme que había más
de trescientos y tantos. 7 Yo la vi entera
y muy torreada y llena de templos del demonio, pero no los conté.
Por lo cual hacía muchas fiestas en el año, y algunos
venían de más de cuarenta leguas, y cada
provincia tenía sus salas y casas de aposento para las fiestas
que se hacían.
1 Del mes Miccailhuitontli.
Cf. Memoriales, I, cap. 22.
2 Del mes Tecuihuitontli. Cf. Memoriales,
loc. cit. En la Historia se omite la fiesta Tlaxochimaco
que en los Memoriales aparece antes de ésta.
3 Del mes Teotleco. Cf. Memoriales,
loc. cit.
4 La fiesta del mes Quecholli o
Quechulli. Cf. Memoriales, I, cap. 23.
5 Camaxtle, Quetzalcóatl o Mixcóatl.
Cf. Memoriales, I, cap. 24.
6 Cf. infra, trat. III, cap. 16.
7 "Como días hay en el año".
Memoriales, I, cap. 24.
|