110 Después de
lo arriba escrito vine a morar en esta casa de Tlaxcala, 1
y preguntando y inquiriendo de sus fiestas, me dijeron de una notable
en crueldad, la cual aquí contaré.
111 Hacíanse en esta ciudad de Tlaxcala, entre
otras muchas fiestas, una a el principal demonio que ellos adoraban,
2 la cual se hacía en el principio
del mes de marzo cada año; porque la que se hacía de cuatro
en cuatro años, era la fiesta solemne para toda la provincia,
mas estotra que se hacía, llamábanla año de dios.
Allegado el año levantábase el más antiguo ministro
o tlamacazque que en estas provincias de Tlaxcala, Huejuzinco
[y] Cholola había, y predicaba y amonestaba a todos, y
decíales: "hijos míos: ya es llegado el año
de nuestro dios y señor; esforzáos a le servir y hacer
penitencia; y el que se sintiere flaco para ello, sálgase dentro
de cinco días, y si se saliere a los diez y dejare la penitencia,
será tenido por indigno de la casa de dios, y de la compañía
de sus servidores, y será privado, y tomarle han todo cuanto
tuviere en su casa". Allegado el quinto día tomábase
a levantar el mismo viejo en medio de todos
los otros ministros y decía: "¿están aquí
todos?", y respondían "sí" (o faltaba uno
o dos, que pocas veces faltaban). "Pues ahora todos de buen corazón
comencemos la fiesta de nuestro señor." Y luego iban todos
a una gran sierra que está de esta ciudad cuatro leguas y las
dos de una trabajosa subida, y en lo alto, un poco antes de allegar
a la cumbre, quedábanse allí todos orando, y el viejo
subía arriba, adonde estaba un templo de la diosa Matlalcueye,
y ofrecía allí unas piedras, que eran como género
de esmeraldas, 3 y plumas verdes grandes,
4 de que se hacen buenos plumajes, y ofrecía
mucho papel e incienso de la tierra, rogando con aquella ofrenda a el
señor su dios y a la diosa su mujer, que les diese esfuerzo para
comenzar su ayuno y acabarle con salud y fuerzas para hacer penitencia.
Hecha esta oración volvíanse para sus compañeros
y todos juntos se volvían para la ciudad. Luego venían
otros menores servidores de los templos, que estaban repartidos por
la tierra sirviendo en otros templos, y traían muchas cargas
de palos, tan largos como el brazo y tan gruesos como la muñeca,
y poníanlos en el principal templo, y dábanles muy bien
de comer, y venían muchos carpinteros, que habían rezado
y ayunado cinco días, y aderezaban y labraban
aquellos palos, y acabados de aderezar fuera de los patios, dábanles
de comer, e idos aquéllos venían los maestros que sacaban
las navajas, también ayunados y rezados, y sacaban muchas navajas
con que habían de abrir las lenguas, y así como sacaban
las navajas poníanlas sobre una manta limpia, y si alguna se
quebraba a el sacar, decíanles que no habían ayunado bien.
Nadie que no vea cómo se sacan estas navajas podrá bien
entender cómo las sacan, y es de esta manera: primero sacaban
una piedra de navajas, que son negras como azabache, 5
y puesta tan larga como un palmo, o algo menos, hácenla rolliza
y tan gruesa como la pantorrilla de la pierna, y ponen la piedra entre
los pies y con un palo hacen fuerza a los cantos de la piedra, y a cada
empujón que dan, salta una navajuela delgada con sus filos como
de navaja; y sacaban de una piedra más de doscientas navajas,
y a vueltas algunas lancetas para sangrar; y puestas las navajas en
una manta limpia, perfumábanlas con su incienso, y cuando el
sol se acababa de poner, todos los ministros allí juntos, cuatro
de ellos cantaban [a] las navajas benditas; y luego aquel viejo ñendo
con sus atabales; y ya que habían cantado un rato, callaban aquellos
y los atabales, y los mismos, sin atabales, cantaban otro cantar muy
triste, y procuraban devoción y lloraban; creo que era lo que
luego habían de padecer. Acabado aquel segundo cantar estaban
todos los ministros aparejados, y luego un maestro bien diestro como
cirujano horadaba las lenguas de todos por medio, hecho un buen agujero
con aquellas navajas benditas; y luego aquel viejo y más principal
ministro sacaba por su lengua de aquella vez cuatrocientos y cinco palos,
de aquellos que los carpinteros ayunados y con oraciones habían
labrado; los otros ministros antiguos y de ánimo fuerte, sacaban
otros cada cuatrocientos cinco palos, que algunos eran tan gruesos como
el dedo pulgar de la mano, y otros algo más gruesos; otros había
de tanto grueso como puede abrazar el dedo pulgar, y el que está
par de él, puestos en redondo; otros más mozos sacaban
doscientos, como quien no dice nada. Esto se hacía la noche que
comenzaba el ayuno de la gran fiesta, que era ciento sesenta días
antes de su pascua. Acabada aquella colación de haber pasado
los palos, aquel viejo cantaba, que apenas podía menear la lengua:
mas pensando que hacía gran servicio a dios esforzábase
cuanto podía. Entonces ayunaban de un tiro ochenta días,
y de veinte en veinte días sacaba cada uno por su lengua otros
tantos palos, hasta que se cumplieran los ochenta días, en fin
de los cuales tomaban un ramo pequeño y poníanle en el
patio adonde todos le viesen, el cual era señal que todos habían
de comenzar el ayuno; y luego llevaban todos los palos que habían
sacado por las lenguas, así ensangrentados, y ofrecíanlos
delante del ídolo, y hincaban diez o doce varas de cada cinco
o seis brazas de manera que en el medio pudiesen poner los palos de
su sacrificio; los cuales eran muchos por ser los ministros muchos.
Los otros ochenta días que quedaban hasta la fiesta, ayunábanlos
todos, así señores como todo el pueblo, hombres y mujeres;
y en este ayuno no comían ají, que es uno de su principal
mantenimiento, y de que siempre usan a comer en toda esta tierra y en
todas las islas. También dejaban de bañarse, que entre
ellos es cosa muy usada; asimismo se abstenían de las propias
mujeres; pero los que alcanzaban carne podíanla comer, especialmente
los hombres.
112 El ayuno de todo el pueblo comenzaba ochenta días
antes de la fiesta, y en todo este tiempo, no se había de matar
el fuego, ni había de faltar en casa de los señores principales
de día ni de noche, y si había descuido, el señor
de la casa adonde faltaba el fuego mataba un esclavo y echaba la sangre
en el brasero o hogar do el fuego se había muerto. En los otros
ochenta días, de veinte en veinte días, aquella devota
gente, porque la lengua no pudiese mucho murmurar, sacaban por sus lenguas
otros palillos de a jeme y de gordor de un cañón de pato;
y esto se hacía con gran cantar de los
sacerdotes, y cada día destos iba el viejo de noche a la sierra
ya dicha y ofrecía al demonio mucho papel, y copalli y
codornices, y no iban con él sino cuatro o cinco, que los otros,
que eran más de doscientos, quedaban en las salas y servicio
del demonio ocupados, y los que iban a la sierra no paraban ni descansaban
hasta volver a casa. En estos días del ayuno salía aquel
ministro viejo a los pueblos de la comarca, como a su beneficio, a pedir
el hornazo, 6 y llevaba un ramo en la mano,
y iba en casa de los señores y ofrecíanle mucha comida
y mantas, y él dejaba la comida y llevábase las mantas.
113 Antes del día de la fiesta,
cuatro o cinco días, ataviaban y aderezaban los templos, y encalábanlos,
y el tercer día antes de la fiesta, los ministros pintábanse
todos, unos de negro, otros de colorado, otros de blanco, verde, azul,
amarillo, y así pintados a las espaldas de la casa o templo principal
bailaban un día entero. Luego ataviaban la estatua de aquel su
demonio, 7 la cual era de tres estados
de altura, cosa muy disforme y espantosa; tenían también
un ídolo pequeño, que decían haber venido con los
viejos antiguos que poblaron esta tierra y provincia de Tlaxcala;
este ídolo ponían junto a la gran estatua, y teníanle
tanta reverencia y temor que no [le] osaban mirar, y aunque le sacrificaban
codornices, era tanto el acatamiento que le tenían que no osaban
alzar los ojos a mirarle. Asimismo ponían a la grande estatua
una máscara, la cual decían que había venido con
el ídolo pequeño, de un pueblo que se dice Tula,
y de otro que se dice Puyauatla, de donde se afirma que fue natural
el mismo ídolo. En la vigilia de la fiesta tornaban a ofrecerle
lo primero, ponían a aquel grande ídolo en el brazo izquierdo
una rodela muy galana de oro y pluma, y en la mano derecha una muy larga
y grande saeta; el casquillo era de piedra de pedernal del tamaño
de un hierro de lanza, y ofrecíanle también muchas mantas
y xicoles, que es una manera de ropa como capa sin capilla, y
al mismo ídolo vestían una ropa larga abierta a manera
de loba de clérigo español, y el ruedo de algodón
tejido en hilo, y de pelo de conejo, hilado y teñido como seda.
Luego entraba la ofrenda de la comida, que era muchos conejos y codornices
y culebras, langostas y mariposas, y otras cosas que vuelan en el campo.
Toda esta caza se la ofrecían viva, y puesta delante se la sacrificaban.
Después de esto, a la media noche, venía uno de los que
allí servían vestido con las insignias del demonio y sacábales
lumbre nueva, y esto hecho sacrificaban uno
de los más principales que tenían para aquella fiesta;
a este muerto llamaban hijo del sol. Después comenzaba el sacrificio
y muertes de los presos en la guerra a honra de aquel gran ídolo;
y a la vuelta nombraban otros dioses por manera de conmemoración,
a los cuales ofrecían algunos de los que sacrificaban; y porque
ya está dicha la manera del sacrificar, 8
no diré aquí sino el número de los que sacrificaban.
En aquel templo de aquel grande ídolo que se llamaba Camaxtli;
que es en un barrio llamado Ocotelulco, mataban cuatrocientos
y cinco, y en otro [barrio] que está de allí a media legua,
una gran cuesta arriba, 9 mataban otros
cincuenta o sesenta; y en otras veinte y ocho partes de esta provincia,
en cada pueblo según que era; de manera que allegaba el número
de los que en este día sacrificaban, a ochocientos hombres en
sola la ciudad y provincia de Tlaxcala; después llevaba
cada uno los muertos que había traído vivos al sacrificio,
dejando alguna parte de aquella carne humana a los ministros, y entonces
todos comenzaban a comer ají con aquella carne humana, que había
cerca de medio año que no lo comían.
1 Seguramente alude
a la época de su vida en que fue designado por primera vez
para el cargo de guardián del monasterio de Tlaxcala, hacia
abril de 1536. "Lo arriba escrito" obviamente incluye
hasta el capítulo 9; y si hemos supuesto (cf. supra,
cap. 7, nota 4) que lo comprendido desde el capítulo primero
hasta el capítulo 7 se escribió en Cuautitlán
en tomo al año 1532, debe extenderse esa suposición
a los capítulos 8 y 9.
2 Camaxtle.Cf. Memoriales, I,
cap. 27.
3 Chalchihuitl.
4 Quetzalli..
5 Obsidiana.
6 Hornazo: agasajo que se hace al predicador
de cuaresma el día de pascua después del sermón.
7 Camaxtle.
8 Cf. supra, trat. I, cap.
6, párrafo 83.
9 Tepeticpac.
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