Castilla se abre a una nueva vida: deja de ser
un pequeño condado para titularse reino, y su primer rey es el
príncipe navarro don Fernando, hijo de Sancho el Mayor, descendiente
de los antiguos reyes montañeses del Pirineo, que calzaban abarcas.
Entonces, en los alrededores de Burgos, en el viejo caserón solariego
de Vivar, crece el joven héroe que dará grandeza a la
nueva Castilla. Allí, un día, Rodrigo oye referir a su
anciano padre insolentes agravios que recibió del poderosísimo
conde Lozano.
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