LA TAUROMAQUIA es una de las muchas expresiones de nuestra cultura que tiene una estrecha interrelación con España y con manifestaciones interpretaciones, estilos y gustos autóctonos. Contra las diatribas de quienes se oponen a la celebración de este tipo de festejos, las corridas de toros siguen siendo una parte fundamental de festividades y aficiones por todos los rincones de la República. Además, más que un deporte efímero los toros conjugan una rara estética más cercana a las bellas artes que a la gimnasia atlética. Los aficionados de cepa saben que el arte de lidiar reses bravas posee una geometría, filosofía, y cultura propias. Los toros tienen su propia música y danza; es un ritual enigmático que ha despertado la inspiración de pintores y poetas, y suscitado la expectación de los más variados públicos.

En estas páginas se reúnen dos textos clásicos sobre el arte de torear, escritos por dos destacados matadores de los siglos XVIII y XIX . José Delgado y Gálvez, Pepe Hillo, nació en Sevilla en 1754 y murió trágicamente en Madrid, el 11 de mayo de 1801, al ser cornado por el toro "Barbudo" de la ganadería de don José Gabriel Rodríguez. Francisco Montes, Paquiro, nació en Chiclana, Cádiz; en 1805 y murió ahí mismo el 4 de abril de 1815, a consecuencia de la cornada que le propinó el toro "Rumbón", de la ganadería Torre y Rauri, casi un año antes, en la plaza de Madrid.

Ambos diestros merecieron fama y fueron aclamados por multitud de aficionados que los llegaron a idolatrar. Ambos han quedado en la historia del toreo, no sólo por dicha celebridad, sino porque tuvieron a bien redactar los pormenores de su oficio en sendos tratados sobre el arte de torear. Se dice que el autor de Tauromaquia o arte de torear, firmada por Pepe Hillo, es, en realidad, el periodista José de la Tixera, y lo mismo sucede con la Tauromaquia completa o sea Arte de torear en plaza, tanto a pie como a caballo, que firmó Paquiro, luego de ser redactada por el periodista Santos López Pelegrín; que era conocido como Abenámar. Con todo, se trata de dos útiles guías para entender no sólo el desenvolvimiento histórico de ésta, llamada "la más bella de las fiestas", sino también para apreciar las actuales corridas, pues —extrañamente— las preocupaciones de ambos diestros no han perdido su vigencia.

El célebre crítico José Sánchez de Neira dijo de Pepe Hillo que "ningún torero en ninguna época ha tenido como éste tuvo en su tiempo tanta aceptación tanta popularidad ni tanto prestigio en todas las clases de la sociedad, que le consideraban atendían y obedecían sólo por tenerle contento y oírle, y cambiar con él sus palabras"; y a Paquiro lo calificó como "un hombre extraordinario coloso del arte y privilegiado del entendimiento taurómaco". Por sus formas de interpretar el toreo Pepe Hillo fue pilar indiscutible de la escuela sevillana y Paquiro uno de los más afamados exponentes de la escuela rondeña. En estas páginas se apreciarán sus particulares opiniones sobre las características del toro bravo, las variedades de quites, lances y pases que se utilizan para sortear sus mortales embestidas y las necesarias condiciones para sobrellevar un orden artístico y concertado de su lidia.
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