Mientras esto se trataba, los Reyes Cat�licos no hab�an estado fijos en un lugar, con motivo de la guerra que hac�an en Granada, por lo cual se retras� largo tiempo su resoluci�n y respuesta. Entonces el Almirante fue a Sevilla, y no encontrando en Sus Altezas m�s firme resoluci�n que la vez anterior, acord� informar de su empresa al duque de Medina Sidonia. Despu�s de muchas pl�ticas, y viendo que no hab�a modo de llegar a conclusi�n, como �l ansiaba, en Espa�a, y que tardaba mucho en poner su empresa en ejecuci�n, resolvi� irse a ver al rey de Francia, a quien ya hab�a escrito acerca de esto, con prop�sito, si all� no fuese o�do, pasar luego a Inglaterra en busca de su hermano, de quien no ten�a ninguna noticia.
Con tal prop�sito march� a la R�bida, para recoger a su hijo Don Diego, que hab�a dejado all�, a fin de enviarlo a C�rdoba y seguir luego �l su camino. Pero Dios, a fin de que aquello que hab�a dispuesto no quedase sin efecto, inspir� en el guard�an de aquella casa, llamado Fray Juan P�rez, que trabase tanta amistad con el Almirante y le agradase tanto su empresa, que se doliera de su resoluci�n y de lo que Espa�a perder�a con su marcha. As�, pues, le rog� que de ninguna manera cumpliese lo que se hab�a propuesto, pues �l ir�a a ver a la reina, de la cual esperaba que por ser �l su confesor dar�a fe a lo que �l le dijese acerca de dicho asunto. Si bien el Almirante hab�a perdido ya toda esperanza y estaba enojado viendo el poco �nimo y juicio que encontraba en los consejeros de Sus Altezas, no obstante, por el deseo que de otra parte hab�a en �l de entregar esta empresa a Espa�a, se conform� a la voluntad y a los ruegos del fraile; porque le parecer�a ser ya natural de Espa�a, por el mucho tiempo que en ella hab�a estado mientras se ocupaba de su empresa, y por haber tenido hijos en ella.34Lo cual fue motivo para que rechazara las ofertas que los otros pr�ncipes le hab�an hecho, seg�n �l mismo lo refiere en una carta que escribi� a Sus Altezas, y que dice as�:
"Por servir a Vuestras Altezas yo no quise entenderme con Francia, ni con Inglaterra, ni con Portugal, de cuyos pr�ncipes Vuestras Altezas vieron las cartas por mano del doctor Villal�n."