PARA
los ojos de un ni�o, todos los animales son fant�sticos.
La pelambre del gato, la amistad del perro, la gallina muerta de la cena y la
vaca quieta de las ubres rosas pueden ser tan asombrosas como la furia del unicornio,
la batalla del kraken contra el chacalote o los dos sexos de la mandr�gora.
Los descubridores de las Indias pudieron ver el orden de las bestias con ojos
semejantes a los de un ni�o: todo lo que ve�an era nuevo y el jaguar, al tiempo
que era un tigre, era mucho m�s.
Sobre la novedad de las bestias y sus caracter�sticas fant�sticas hay algunos libros memorables. Dos provienen de la Antig�edad: el de Herodoto y la Historia de los animales, de Claudio Eliano. Otro invent� Tolkien y apenas difiere de los mencionados en una cosa: Middle Earth realmente es ficci�n. Declarar esto no tiene sentido. �Es m�s real Cipango que la California? �La Antr�rtida existe pero Fantas�a no? La lecci�n la dan los ni�os: es fat�stico cualquier pa�s que miren ojos nuevos.
Este Bestiario de Indias recoge el testimonio de Gonzalo Fern�ndez de Oviedo, quien vio por primera vez las aves y las bestias del Nuevo Mundo. El colibr� (pero �l vio un p�jaro mosco), los conejos, los zorrillos, el manat�, con objeto de su observaci�n. Como en otros bestiarios (el de Borges o uno muy curioso, las Historias de cronopios y famas, de Cort�zar), en �ste resulta notable la magia de los seres comunes, magia que les viene del espir�tu sorprendido que los observa. De los bestiarios el lector puede sacar una conclusi�n infantil: hay que tratar a los animales con cuidado, no sea que al tocarlos se nos conviertan en otra cosa.
Para transmitir a nuestros ojos el sentimiento de la novedad resulta muy �til el estilo de Fern�ndez de Oviedo. �l era un conquistador reportando los hechos al emperador Carlos V, en un lenguaje r�stico y directo. Los azares fomentan la literatura. Para nosotros, el mismo Fern�ndez de Oviedo puede ser un escritor de f�bulas que registra, en el espa�ol de su tiempo, lo que s�lo ve en la mente. Decide t� lector cu�l libro prefieres, el del informante o el del fabulador. En los problemas de la decisi�n tal vez encuentres el gusto fundamental de casi toda la literatura.