OSO HORMIGUERO

El oso hormiguero es casi a manera de oso en el pelo, y no tiene cola; es menor que los osos de Espa�a, y casi de aquella facci�n, excepto que el hocico tiene muy m�s largo, y es de muy poca vista. T�manlos muchas veces a palos, y no son nocivos, y f�cilmente los toman con los perros, y conviene que con diligencia los socorran antes que los perros los maten, porque no se saben defender, aunque muerden algo. E h�llanse lo m�s continuamente cerca de los hormigueros de torrenteros, que hacen cierta generaci�n de hormigas muy menudas y negras en las campa�as y vegas rasas que no hay �rboles, donde por instinto natural ellas se apartan a cirar fuera de los bosques, por recelo de este animal; el cual, como es cobarde y desarmado, siempre anda entre arboledas y espesuras, hasta que la hambre y necesidad, o el deseo de apacentarse de esta hormigas, le hace salir a los rasos a buscarlas. Estas hormigas hacen un torrontero tan alto como un hombre y poco m�s, y algunas veces menos, y grueso como una arca cortesana, y a veces como una pipa, y dur�simo como piedra, y parecen estos tales torronteros cotos o mojones de t�minos; y debajo de aquella tierra dur�sima de que est�n fabricados hay inumerables o casi infinitas hormitgas muy chiquitas, que se pueden coger a celemines quebrando el dicho torrontero; el cual, de haberse mojado con la lluvia, y tras el agua sobrevenir la calor del sol, algunas veces se resquiebra, y se hacen el �l algunas hendeduras, pero muy delgad�simas, y en tanta delgadez, que un filo de un cuchillo no puede ser m�s delgado; y parece que la natura les da entendimiento o saber para hallar tal materia de barro estas hormigas, que pueden hacer aquel torreontero que es dicho tan dur�simo, que no parece sino una muy fuerte argamasa; lo cual yo he experimentado y los hecho romper; y no pudiera creer sin verlo la dureza que tienen, porque con picos y barretas de hierro son muy dificultosos de deshacer, y por entender mejor este secreto, en mi presencia lo he hecho derribar; lo cual, como es dicho, hacen las dichas hormigas para se guardar de aqueste su adversario o oso hormiguero, que es el que principalmente se debe cebar y sustentar de ellas, o les es dado por su �mulo, a tal que se cumpla aquel com�n proverbio que dice que no hay criatura tan libre a quien falte su alguacil, �ste que la natura le dio a tan peque�o animal, tiene esta forma para usar su oficio en las escondidas hormigas, ejecutando su muerte, que se va al hormiguero que es dicho, y por una hendedura o resquebrajo tan sutil como un filo de espada, comienza a poner la lengua, y lamiendo, humedece aquella hendedura por delgada que sea; y son de tal propiedad sus babas, y tan continua su perseverancia en el lamer, que poco a poco hace lugar, y ensancha de manera aquella hendedura, que muy descansada o anchamente y a su voluntad, mete y casa la dicha lengua en el hormiguero, la cual tiene longu�sima y desproprocionada seg�n el cuerpo, y muy delgada; y despu�s que la entrada y salida tiene a su porp�sito, mete la lengua todo lo que puede por aquel ajugero que ha hecho, y est�s as� quedo grande espacio; y como las hormigas son muchas y amigas de la humedad, c�rganse sobre la lengua grand�sima cantidad de ellas, y tantas, que se podr�an coger almuerzas o pu�os; y cuando le parece que tiene hartas, saca presto la lengua, resolvi�ndola en su boca, y c�meselas, y torna por m�s. E de esta forma come todas las que �l quiere y se le ponen sobre la lengua. La carne de este animal es sucia y de mal sabor; pero como las desventuras y necesidades de los cristianos en aquellas partes, en los principios fueron muchas y muy extremadas, no se ha dejado de probar a comer; pero hase aborreido tan presto como se prob� por algunos cirstianos. Estos hormigueros tienen por debajo a par del suelo la entrada a ellos, y tan peque�a, que con dificultad mucha se hallar�a si no fuerse viendo entrar y salir algunas hormigas; pero por all� no las pordr�a da�ar el oso, ni es tan a su prop�sito ofenderlas como por lo alto en aquellas hendeduricas, seg�n que est� dicho.

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