Perico ligero es un animal el m�s torpe que se puede ver en el mundo, y tan pesad�simo y tan espacioso en su movimiento, que para andar el espacio que tomar�n cincuenta pasos, ha menester un d�a entero. Los primeros cristianos que este animal vieron , acord�ndose que en Espa�a suelen llamar al negro Juan Blanco porque se entienda al rev�s, as� como toparon este animal le pusieron el nombre al rev�s de su ser, pues siendo espacios�simo, le llamaron ligero. �ste es un animal de los extra�os, y que es mucho de ver en Tierra-Firme, por la desconformidad que tiene con todos los otros animales. Ser� tan luengo como dos palmos cuando ha crecido todo lo que ha de crecer, y muy poco m�s de esta mesura ser� si algo fuere mayor; menos muchos se hallan, porque ser�n nuevos; tienen de ancho poco menos que de luengo, y tienen cuatro pies, y delgados, y en cada mano y pie cuatro u�as largas como de ave, y juntas; pero ni las u�as ni manos no son de manera que se pueda sostener sobre ellas, y de esta causa, y por la delgadez de los brazos y piernas y pesadumbre del cuerpo, trae la barriga casi arrastrado por tierra; el cuello de �l es alto y derecho, y todo igual como una mano de almirez, que sea de una igualdad hasta el cabo, sin hacer en la cabeza proporci�n o diferencia alguna fuera del pescuezo; y al cabo de aquel cuello tiene una cara casi redonda, semejante mucho a la de la lechuza, y el pelo propio hace un perfil de s� mismo como rostro en circuito, poco m�s prolongado que ancho, y los ojos son peque�os y redondos y la nariz como de un monico, y la boca muy chiquita, y mueve aquel su pescuezo a una parte y a otra, como atontado, y su intenci�n o lo que parece que m�s procura y apetece es asirse de �rbol o de cosas donde se pueda subir en alto; y as�, las m�s veces que los hallan a estos animales, los toman en los �rboles, por los cuales, trepando muy espaciosamente, se andan colgando y asiendo con aquellas luengas u�as: El pelo de �l es entre pardo y blanco, casi de la propia color y pelo del tej�n, y no tiene cola. Su voz es muy diferente de todas las de todos los animales del mundo, porque de noche solamente suena, y toda ella en continuado canto, de rato en rato, cantando seis puntos, uno m�s alto que otro, siempre bajando, as� que el m�s alto punto es el primero, y de aqu�l baja disminuyendo la voz, o menos sonando, como quien dijese, la, sol, fa, mi, re, ut; as� este animal dice, ah, ah, ah, ah, ah, ah. Sin duda me parece que as� como dije en el cap�tulo de los encubertados, que semejantes animales pudieran ser el origen o aviso para hacer las cubiertas a los caballos, as� oyendo a aqueste animal el primero inventor de la m�sica pudiera mejor fundarse para le dar principio, que por causa del mundo; porque el dicho perico ligero nos ense�a por sus seis puntos lo mismo que por la sol, fa, mi, re, ut se puede entender.
Tornando a la historia, digo que despu�s que este animal ha cantado, desde a muy poco de intervalo o espacio torna a cantar lo mismo. Esto hace de noche, y jam�s se oyo cantar de d�a; y as� por esto como porque es de poca vista, me parece que es animal nocturno y amigo de oscuridad o tinieblas. Algunas veces que los cristianos toma este animal y lo traen a casa, se anda por ah� de su espacio, y por amenaza o golpe o aguij�n no se mueve con m�s presteza de lo que sin fatigarle �l acostumbra moverse; y si topa �rbol, luego se va a �l y se sube a la cumbre m�s alta de las ramas, y se est� en el �rbol ocho y diez y veinte d�as, y no se puede saber ni entender lo que come; yo le he tenido en mi casa, y lo que supe comprender de este animal, es que se debe mantener del aire; y de esta opini�n m�a hall� muchos en aquella tierra, porque nunca se le vido comer cosa alguna, sino volver continuamente la cabeza o boca hacia la parte que el viento viene, m�s a menudo que a otra parte alguna, por donde se conoce que el aire le es muy grato. No muerde, ni puede, seg�n tiene peque��sima la boca, ni es ponzo�oso, ni he visto hasta ahora animal tan feo ni que parezca ser m�s in�til que aqueste.