Visto he algunos a�os en el mes de marzo, por espacio de quince y veinte d�as, y algunos a�os m�s, y desde la ma�ana hasta ser de noche, ir el cielo cubierto de infinitas aves y muy altas, y tanto elevadas, que muchas de ellas se pierden de vista, y otras van muy bajas, a repecto de las m�s altas, pero harto altas, a repecto de las cumbres y montes de la tierra, y van continuadamente en seguimiento o al luengo desde la parte del norte septentrional a la del mediod�a o v�a del polo Austral. As� que vienen de la parte de la mar hacia la parte de la tierra, y as� atraviesan todo lo que del cielo se puede ver en la longueza o viaje que hacen estas aves, y de ancho ocupan muy gran parte de lo que se ve del cielo. E la mayor parte de estas aves son, al parecer, �guilas negras, y otras de muchas maneras y muy grandes, y otras aves de rapi�a. Las diferencias y plumajes de las cuales no se pueden bien comprender, porque no bajan tanto que esto se pueda entender, ni discernirlo la vista; pero en la manera del volar y en la grandeza y diferencias de los tama�os se conoce que son de muchos y diversos g�neros. Este paso de estas aves es sobre la ciudad y provincia de Santa Mar�a del Antigua del Darien, en Tierra-Firme, en aquella parte que se llama Castilla del Oro. Otras muchas maneras de aves hay en Tierra-Firme, que ser�a muy larga cosa de escribirlo extensamente, as� porque de todas, aunque se ven muchas, ser�a imposible especificarlo, como porque de otras muchas m�s que yo tengo escrito en mi General historia de Indias, no ocurre al presente a mi memoria m�s de lo que en el presente sumario est� dicho.