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 1. ¿QUIÉN ME COMPRA UNA NARANJA?
                                                       A 
        Carlos Pellicer 
       ¿Quién me compra una naranja  
  para mi consolación? 
  Una naranja madura 
  en forma de corazón. 
 La sal del mar en los labios 
  ¡ay de mí! 
  La sal del mar en las venas 
  y en los labios recogí. 
 Nadie me diera los suyos 
  para besar. 
  La blanda espiga de un beso 
  yo no la puedo segar. 
 Nadie pidiera mi sangre 
  para beber. 
  Yo mismo no sé si corre 
  o si deja de correr. 
 Como se pierden las barcas 
  ¡ay de mí! 
  como se pierden las nubes 
  y las barcas, me perdí. 
 Y pues nadie me lo pide, 
  ya no tengo corazón. 
  ¿Quién me compra una naranja 
  para mi consolación? 
 
 2. LA ORILLA DEL MAR
 NO ES agua ni arena 
  la orilla del mar. 
 El agua sonora 
  de espuma sencilla, 
  el agua no puede 
  formarse la orilla. 
 Y porque descanse 
  en muelle lugar, 
  no es agua ni arena 
  la orilla del mar. 
 Las cosas discretas, 
  amables, sencillas; 
  las cosas se juntan 
  como las orillas. 
 Lo mismo los labios, 
  si quieren besar. 
  No es agua ni arena  
  la orilla del mar. 
 Yo sólo me miro 
  por cosa de muerto; 
  solo, desolado, 
  como en un desierto. 
 A mí venga el lloro, 
  pues debo penar. 
  No es agua ni arena 
  la orilla del mar. 
 
  3. SE ALEGRA EL MAR
 A Carlos Pellicer.
 IREMOS a buscar  
  hojas de plátano al platanar. 
 Se alegra el mar.
 Iremos a buscarlas en el camino, 
  padre de las madejas de lino. 
 Se alegra el mar.
 Porque la luna (cumple quince años a pena)  
  se pone blanca, azul, roja, morena. 
 Se alegra el mar.
 Porque la luna aprende consejo del mar,  
  en perfume de nardo se quiere mudar. 
 Se alegra el mar.
 Siete varas de nardo desprenderé 
  para mi novia de lindo pie. 
 Se alegra el mar.
 Siete varas de nardo; sólo un aroma, 
  una sola blancura de pluma de paloma. 
 Se alegra el mar.
 Vida le digo blancas las desprendí, yo bien lo sé,  
  para mi novia de lindo pie. 
 Se alegra el mar.
 Vida le digo blancas las desprendí.  
  ¡No se vuelvan oscuras por ser de mí! 
 Se alegra el mar. 
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