Ju�rez y la paz de Am�rica

El ideal de paz en el derecho que Ju�rez proclam� ha cobrado nueva vida en los conflictos que hoy confronta la humanidad entera. Las razones de esta lucha han invadido lo mismo el �ntimo c�rculo de los hombres que la esfera total de las naciones. Hay una nueva f�rmula de paz en el mundo: la paz armada, que erige sobre cada hombre y sobre cada pueblo el filo terrible de una consigna: �D�jame existir para que existas t�!

La coexistencia es la f�rmula de una paz f�sica, aceptada y vivida por el temor. En cambio, la paz que Ju�rez buscaba no era una paz para coexistir sino para convivir, es decir, para vivir plenamente. Y la convivencia humana requiere un armonioso concierto de las voluntades y de los esp�ritus. Es una paz que no puede ganarse con la sola delimitaci�n de fronteras, el dominio de zonas de influencia y la amenaza de las nuevas armas nucleares. Es una paz basada en los valores de la conducta.

Por eso la voluntad de Ju�rez, despu�s de muerto, es todav�a una voluntad que delibera y lucha. Por eso cuando termina la �ltima guerra y la Conferencia Interamericana resuelve "como un homenaje de todas naciones del continente al pueblo y al gobierno de los Estados Unidos Mexicanos", efectuar un acto p�blico ante la estatua del Benem�rito de las Am�ricas, licenciado Benito Ju�rez, es porque en la declaraci�n de M�xico triunfa en sus preceptos fundamentales el pensamiento de Ju�rez. Para confirmarlo, leamos estas declaraciones del Acta de Chapultepec:

Asimismo, cuando las naciones de Am�rica firman en R�o de Janeiro el Tratado Interamericano de Asistencia Rec�proca, el pensamiento de Ju�rez ilumina sus principios:

Para comprobar la exacta coincidencia de los nuevos principios americanos con el pensamiento de Ju�rez, basta recordar la honrosa constancia que el Benem�rito dej� al rendir su Informe ante el Congreso, al abrir �ste su primer periodo de sesiones el 15 de abril de 1862:

Por eso mismo tambi�n, M�xico luch� dignamente porque la vigencia de esos principios quedase consagrada en la Carta de los Estados Americanos suscrita en Bogot�.

Todo lo que significan las ideas de Ju�rez dentro de nuestra Constituci�n como norma de respeto a las garant�as individuales, en el campo internacional, cobran esp�ritu y cuerpo en la Carta de Bogot�, al declarar:

Tambi�n en la patria de Bol�var se alz� la voz de M�xico en la D�cima Conferencia Interamericana, para se�alar que "la liberaci�n del temor, la liberaci�n de la necesidad, la libertad de credos religiosos y de pensamientos, fueron estandartes de la lucha que gallardamente sostuvieron las Naciones Unidas. Y que su negaci�n o su olvido retardar�a y ensombrecer�a la evoluci�n pol�tica de nuestros pueblos".

Consciente de estos peligros, la voz de los mexicanos record� a los pa�ses de Am�rica las palabras del presidente Ruiz Cortines, en la presa Falc�n, dictadas por una profunda convicci�n juarista:

La misma voz mexicana se�al� a los representantes de los pa�ses americanos la conducta que el presidente Ruiz Cortines ha dado a su gobierno, guiado por su fervoroso credo de respeto a las libertades del hombre, al expresar ante este Congreso:

Yo considero, por ello, que no s�lo por el alto deber de su cargo sino por un noble derecho ganado por su alentadora firmeza c�vica, don Adolfo Ruiz Cortines, como presidente y como digno ciudadano, presente o ausente, acompa�a y preside en todos estos actos la devoci�n juarista de su pueblo.

Recuerdo que al hablar a su nombre en la ciudad de Oaxaca expres� su saludo a la multitud ciudadana, diciendo que as� como ellos viv�an en esos momentos a la sombra frondosa de sus laureles centenarios, la Rep�blica viv�a a la sombra eterna del pensamiento del indio Benem�rito.

Al d�a siguiente, al hablar nuevamente en Huajuapan de Le�n y al darme instrucciones para pronunciar el discurso, me orden� con cari�osa y en�rgica sencillez:

Por decisi�n expresa del presidente Ruiz Cortines, nuestro representante en la Asamblea de Caracas hizo una justa s�ntesis de los deberes a que deben dar cumplimiento los pa�ses de este continente:

Igualmente, en la �ltima Asamblea General de las Naciones Unidas, cuando al tratarse el tema de Argelia el ministro de Relaciones Exteriores de Francia, urgiendo la soluci�n del conflicto, emiti� las palabras de don Benito Ju�rez: "Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz", como un ejemplo para poder llegar a un acuerdo en este caso, el representante de M�xico ante dicho organismo mundial, al hacer la explicaci�n del voto de M�xico, agradeci� al canciller de Francia aquella cita, y expres� que la misma puede servir como norma para la soluci�n , no solamente del caso de Argelia, sino de cualquier conflicto entre naciones, para que la humanidad goce de una m�s justa convivencia.

A la luz de tales testimonios hemos declarado, al iniciar este discurso que honrar la muerte de Ju�rez es honrar la vida del m�s universal de los mexicanos. Y lo es, precisamente, por ser tan profundamente mexicano. En ninguna voluntad de mexicano se ha dado, como en la de Ju�rez, la voluntad estoica de su pueblo; en ning�n rostro de mexicano como en el de Ju�rez, se ha dado el rostro humilde y recio del pueblo mexicano; en ning�n esp�ritu se ha dado, como en el de Ju�rez, la fuerza heroica y tenaz del alma mexicana. El pueblo es la naturaleza de Ju�rez y Ju�rez es el �rbol glorioso donde florecen todas las virtudes de su pueblo.

Y habremos de proclamarlo siempre: en la teor�a de los fundadores de M�xico, Cuauht�moc es el gesto, Hidalgo es la fe, Morelos es la acci�n, y Ju�rez es la conciencia de la patria.

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