SANTA florecita, celestial renuevo,
que hiciste mi alma una primavera,
y cuyo perfume para siempre llevo:
�Cu�ndo en mi camino te hallar� de nuevo?
�Cu�ndo Dios lo quiera, cuando Dios lo quiera!
�Qu� abismo tan hondo! �Qu� brazo tan fuerte
desunirnos pudo de tan cruel manera!
Mas �qu� importa! Todo lo salva la muerte
y en otra ribera volver� yo a verte...
�En otra ribera..., s�! �Cuando Dios quiera!
Coraz�n herido, coraz�n doliente,
mutilada entra�a: si tan tuya era
(carne de tu carne, mente de tu mente,
hueso de tus huesos), necesariamente
has de recobrarla... �S�, cuando Dios quiera!
Abril
de 1912 |