DE la vida de Horacio Quiroga se ha hablado tanto como de su obra, pues se acerca peligrosamente a las tragedias m�s descabelladas. Naci� en Salto, Uruguay, en 1878; dos meses despu�s, muri� su padre en un accidente de caza. Cuando ten�a Quiroga 12 a�os su padrastro, paral�tico, se suicidi� con una escopeta. Diez a�os despu�s, en 1902, Quiroga mat� accidentalmente a su mejor amigo al examinar un arma. En 1915, su primera esposa bebi� veneno y pas� ocho d�as de sufrimiento antes de morir. �l mismo, luego de descubrir que estaba enfermo de c�ncer, se suicid� con cianuro en 1937. Lo que muchos han llamado un "maleficio" se extendi� a dos de sus hijos, quienes se suicidaron tambi�n despu�s de la muerte paterna.

En tan pocas l�neas es posible describir d�cadas de profundo dolor; que se vieron sin duda plasmadas en la obra de Horacio Quiroga, uno de los m�s c�lebres escritores uruguayos.

El terror, los excesos, el crimen, son algunos de los temas que Quiroga asume en la primera etapa de su obra. En el volumen Cuentos de horror, de locura y de muerte (de 1917) Horacio Quiroga no reconoce l�mites: manos infantiles son capaces del asesinato; el s�mbolo del desamor, del sufrimiento, es un ser repugnante y viscoso que, como inmensa garrapata, roba la vida de un personaje inocente, una v�ctima angelical; describe tambi�n la muerte de un ni�o al dispararse su escopeta, luego de que el padre lo arrastrara a una �ltima prueba de hombr�a.

En la obra de Horacio Quiroga existe una fuerza indestructible que puede hacerse presente a trav�s de distintas m�scaras; el azar, el descuido, la fatalidad; seguramente es la misma fuerza que marc� todos sus a�os con hechos brutales.

Los cuentos que aqu� presentamos tienen un vago soplo, un sutil perfume de la imaginer�a de Poe, Kipling, Dostoievski y London, maestros que reconoci� Quiroga, pero que aqu� aterrizan en tierra desconocida, en espacio americano con sopor de selva.

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