Cartas de un cazador de fieras en que relata sus aventuras
LAS HISTORIAS
que aqu� se van a contar son el relato de las cacer�as
de animales salvajes que efectu� un hombre con gran peligro de su vida, y que
regres� por fin a Buenos Aires con el pecho y la espalda blancos de cicatrices,
bien que tuviera la piel muy quemada por el sol.
Este hombre recorri� las grandes selvas cazando; y para contar las fieras, cocodrilos y monstruosas serpientes que mat� habr�a que comenzar varias veces la cuenta desde el dedo pulgar.
Gast� tambi�n mucho dinero en armas y balas, porque los fusiles capaces de desplomar de un solo tiro a un elefante cuestan centenares de pesos. Y estuvo a punto de morir siete veces, y en gran peligro much�simas m�s.
Pero este hombre ten�a una salud de hierro y un valor sereno y fr�o, no loco valor de le�n, sino valor de hombre que sabe a lo que se expone, lo que vale mucho m�s. Con la vida activa y la frugalidad de su comida, pues, se salvo de las fiebres mortales y las heridas.
Para comprar las armas y las municiones vend�a las pieles de los animales cazados, y aun otros productos de gran valor en las ciudades, como colmillos de elefantes, dientes de hipop�tamo, cueros de monos del �frica y plumas de p�jaros de la Ocean�a.
Este hombre se llamaba... Pero su nombre no hace al caso, y por esto no daremos m�s que sus iniciales. �stas eran D.D. Mas sus hermanitos lo llamaban Dum-Dum, exactamente como las terribles balas de ese nombre para cazar fieras. (En algunas partes se han cazado tambi�n hombres con estas balas.)
De modo, pues que Dum-Dum ten�a hermanitos. Y no pocos: eran cuatro criaturas: la mayor de 12 a�os y la menor de cuatro. Dum-Dum ten�a 30 a�os. La diferencia de edad con sus hermanitos se explica por el casamiento en segundas nupcias del padre de Dum-Dum con una hermosa joven, madre de los cuatro chicos mencionados. Esta madre joven y hermosa ten�a tambi�n mucha fortuna, por lo cual la familia entera viv�a con gran comodidad. Pero Dum-Dum prefiri� seguir viviendo pobremente de su trabajo; y gan�ndose la vida con su fusil, lo encontramos internado en las profundas selvas tropicales, donde por toda luz hay apenas un crep�sculo, y donde se puede andar meses enteros sin que se interrumpa el silencio.
De vez en cuando Dum-Dum llega a una poblaci�n donde hay correo, y desde all� escribe a sus hermanitos cont�ndoles los incidentes, a veces terribles, por los que pasa en sus cacer�as. Pero por lo com�n es de noche, cuando est� a centenares de kil�metros de toda poblaci�n, cuando escribe sus cartas. Bajo su carpa que apenas se alcanza a distinguir en las tinieblas de la noche. Dum-Dum enciende un rato su linterna el�ctrica, de modo que toda la luz se proyecte sobre su libreta, y all� escribe con l�piz. A veces escribe tiritando de fiebre, o con los dientes apretados por el dolor que le causa una herida recibida esa ma�ana y cuya sangre gotea en ese momento mismo hasta el suelo.
Pero no importa: Dum-Dum es fuerte, Dum-Dum es un gran cazador, y quiere much�simo a sus hermanitos menores, los cuales, nos olvid�bamos de decirlo, tienen idolatr�a por su gran hermano Dum-Dum. Aun dir�a que lo quieren tanto como a sus mismos padres. Lo cual no tiene nada de reprensible, cuando el hermano as� querido tiene el valor y la bondad de Dum-Dum.
Comenzaremos, pues a publicar las cartas desde el pr�ximo n�mero. Creemos que en estos momentos el cazador est� gravemente herido en el Chaco, al lado de un enorme tigre. Ya veremos si es cierto.