Miguel de Unamuno en 1898

Fuera de �ngel Ganivet, que se escap� de la vida al teminar el a�o, y cuya fama p�stuma habr� de basarse en la obra total entonces publicada, era Miguel de Unamuno el m�s completo personaje literario y humano de la generaci�n en su fecha epon�mica de 1898. Tambi�n es necesario se�alar que Unamuno era el mayor de todos ellos. En 1898, Miguel de Unamuno y Jugo hab�a cumplido, precisamente el 24 de septiembre, treinta y cuatro a�os. Tampoco era un joven principiante en las lides literarias el catedr�tico de griego de la Universidad salmantina, pues desde hace tiempo ya se le escuchaba en los medios intelectuales del pa�s.

Miguel de Unamuno, el mayor de todos los vascos en edad y cultura —dir� Salaverr�a m�s tarde, refiri�ndose a los miembros de la generaci�n—, les aventajaba tambi�n en cualidades de acci�n; era catedr�tico en Salamanca, conoc�a todos los libros, hablaba con facilidad ante los p�blicos m�s dif�ciles y buscaba la pelea, la contradicci�n y la burla con un coraje muy de vizca�no, pero con una torpeza e ineficacia tambi�n de vizca�no. Se hizo una reputaci�n de hombre raro, de escritor estrafalario, y era, por aquel tiempo, el que usufructuaba el puesto de intelectual ininteligible.

Su entonces alta personalidad hab�a tenido el desarrollo normal de toda personalidad extraordinaria, cual la suya era. En sus "Recuerdos de ni�ez y mocedad" hace Unamuno la m�s prolija descripci�n de sus primeros diecis�is a�os biogr�ficos. Su nacimiento en Bilbao; la muerte del padre, cuando el ni�o no contaba sino seis a�os; los recuerdos infantiles del viejo Colegio de San Nicol�s; el asedio carlista a Bilbao, que le sorpende con sus ya comprensivos diez a�os. De este hecho, a su parecer, surge su conciencia pensante. Es de gran trascendencia en la formaci�n de Unamuno. M�s tarde, del 75 al 79, sus estudios en el Instituto Vizca�no, de la calle del Correo, donde cursar� segunda ense�anza. Estos a�os son tambi�n los que inician su cimentaci�n cultural: las horas libres de alborotador rapaz se trocar�n, a los doce a�os, en horas silenciosas de lectura y meditaci�n cultural; en la biblioteca cerrada del difunto padre aparecer�n las primeras bases de su formaci�n filos�fica: Balmes y Donoso. Luego, en alg�n art�culo, har� historia de su llegada a la Corte, con �nimo de proseguir estudios universitarios. "Lleg� por primera vez el comentador a Madrid —un mozo morri�o— en 1880, al Madrid de la Espa�a tan madrile�a de entonces, de Alfonso XII y el duque de Sexto, de C�novas y Sagasta, de Lagartijo y Frascuelo, de Calvo y Vico, de Pereda y P�rez Gald�s. Fue a dar a una bohardilla de la Casa de Astrarena, todo fachada se dec�a, en la Red de San Luis... Y vivi� aquel Madrid lugare�o, manchego, a la vez quijotesco, de las s�rdidas calles de Jacometrezo, Tudescos, Abada, y lo vivi� enfrascado en libros de caballer�a filos�ficos, de los caballeros andantes del krausismo y sus escuderos."

En Madrid, fuera de las interminables horas pasadas sobre los pupitres del Ateneo, resbal� parte de su tiempo entre sus paisanos —todav�a se resent�a de esp�ritu rural— del C�rculo Vasco-Navarro, o en la Fuente de la Teja, donde los domingos acud�an los muchachos vascongados a bailar los sones de sus lejanas tierras, mientras sonaban el chistu y el tamboril.

En 1884, Miguel de Unamuno se doctor� en filosof�a y letras. Regres� pronto a la ciudad natal y dej� transcurrir siete a�os, de honda preparaci�n ling��stica y filos�fica, mientras defend�a su econom�a cotidiana dando clases particulares, aqu� y all�, donde surg�an. En 1889 visit� Par�s por primera vez, y revivi� los paisajes de Taine y Ren�n, entonces sus m�s queridos maestros.

En 1891 volvi� a Madrid. Estaba convocada libre oposici�n para cubrir algunas c�tedras universitarias de griego. A �sta concurri� tambi�n �ngel Ganivet, que sali� derrotado, aunque tuvo el gesto un tanto de "pataleo" de conformarse con esta frase: "�Hubiera sido como casarse con la Venus de Milo!" Miguel de Unamuno consigui�, con todos los honores, la c�tedra de Salamanca. Anteriormente hab�a sido derrotado en tres intentos para ser catedr�tico de filosof�a, metaf�sica y lat�n. En los meses precursores de los ex�menes, aquellos hombres, antag�nicos y paralelos, trabaron profunda y fuerte amistad. Bilba�no y granadino seguir�n caminos distintos. Un lustro m�s tarde, un amigo com�n les pondr�a de nuevo en contacto; de la correspondencia de ambos habr� de surgir un libro, p�stumo para Ganivet: El porvenir de Espa�a. En aquella correspondencia estaba en s�ntesis el hondo pensamiento de ambos torturados por la "espa�olidad", semilla quiz� del futuro desarrollo de muchas ideas unamunianas.

El Unamuno que se corresponde epistolarmente con Ganivet ya hab�a dado pasos decisivos hacia la perfecci�n: se cas� en Bilbao, tuvo un hijo, otro, otro, y hab�a publicado su primer libro, una novela hondamente sentida y vivida: Paz en la guerra.

Sin embargo, lo m�s grande de su pensamiento hab�a sido publicado en la serie de cap�tulos que bajo el ep�grafe general de "En torno al casticismo", dio en el a�o 1894 en la hermosa revista de L�zaro Galdeano: La Espa�a moderna. All� se expres�, abierto y sinceramente, el Unamuno que todos esperaban, todos cuantos le conoc�an, que por entonces, desgraciadamente, no eran numerosos.

Luego, el a�o 1898, con sus desastres y sus rebeld�as, comienza para Unamuno la alta cotizaci�n que siempre, a lo largo de su otra mitad de vida, habr�a de disfrutar en Espa�a y fuera de Espa�a.

* Viejos y j�venes

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