FRANCOIS-MARIE AROUET (1694-1778), mejor conocido como Voltaire, fue de la filosof�a a la historia, de la tragedia a la comedia, de la poes�a a la ciencia, aunque cada una de esas incursiones hizo protestar a los especialistas de su tiempo: sobre sus obras de historia dijeron los historiadores que hac�a "novelas"; al hablar de ciencia, lo tacharon los cient�ficos de inexacto, sin duda porque sus obras eran a tal grado interesantes que sus dogm�ticos contempor�neos lo encontraban ajeno a sus peque�as cofrad�as.

La frivolidad de la corte y la rebeld�a de la clase trabajadora fueron los detonantes del pensamiento de Voltaire, que sirvi� a su vez como la semilla que despert� a la multitud, a trav�s del ingenio y el cinismo, dos de los atributos fundamentales del autor, que por otro lado le ocasionaron un par de encierros en la Bastilla. Fue, m�s que nada, un gran polemista, y sus ataques llegaron a todo los puntos de la aristocracia francesa.

Enciclopedista, importante influencia de los padres de la Revoluci�n francesa y una de las figuras m�s relevantes de la Ilustraci�n, Voltaire utiliz� las frases cortas y con perfiles filos�ficos disimuladas tras una invitaci�n a la risa, pues siempre la reconoci� como arma primordial. En C�ndido (1759), quiz� su obra maestra, destila venenos corrosivos por la voz de los personajes, que describen con sorna a los arist�cratas, militares y sacerdotes.

Las presentes p�ginas, parte fundamental de El siglo de Luis XIV, nos muestran las reflexi�n de Voltaire acerca de una �poca brillante en la historia francesa, luminosa de todos los �ngulos: pol�tico, art�stico, militar. En este retrato, los hechos descubren sus rincones m�s atrayentes: se presentan enigmas como el del hombre de la m�scara de hierro, prisionero que permaneci� con el rostro cubierto hasta su muerte y a quien incluso los hombres de poder trataban con respeto y cortes�a; se dibujan descripciones de los bailes de palacio; los avatares del camino pol�tico y del poder; incluso los juegos de alcoba. En el relato, la historia se ve tan cercana como hoy vemos las noticias del d�a, y las voces de los monarcas se escuchan en la habitaci�n contigua, cuando Voltaire se permite descubrir sus secretos y, como en pl�tica de comadres, dice, "Le he o�do contar al difunto se�or de Caumartin..."

Narraci�n historica como pocas, dejamos en sus manos y para su diversi�n, las Indiscreciones del Rey Sol.

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