Las Tablas Geográficas Políticas del Reino de Nueva España
de Alejandro de Humboldt

El destino de un manuscrito
Elías Trabulse

El 22 de marzo de 1803 llegó al puerto de Acapulco, a bordo de la fragata Orúe proveniente de Guayaquil, el barón Alejandro de Humboldt.1 Venía acompañado por el botánico francés Aimé Bonpland2 y el científico ecuatoriano Carlos Montúfar.3 Desde esa fecha hasta el 7 de marzo de 1804, en que abandonó México, la actividad de ese célebre viajero y científico alemán se centró en la exploración y el estudio de lo que entonces era la Nueva España. Su destino principal, también base de sus operaciones, fue la capital del virreinato, en la cual fue recibido con aprecio y benevolencia tanto por el virrey José de Iturrigaray4 como por los más destacados científicos e intelectuales novohispanos.5

En un acto de generosidad sin precedente, Iturrigaray puso a su disposición los archivos oficiales donde el sabio alemán encontró una riquísima veta de datos para sus obras futuras acerca de México.6 A esto debo añadir los informes, observaciones, compilaciones y documentos que obraban en poder de los hombres de ciencia del país que, en conjunto, formaban un riquísimo acervo científico sobre México, el cual, hasta ese momento, permanecía disperso y carente de una estructura ordenada y sistemática.7 Este valioso grupo de materiales fue la base de sus estudios astronómicos, geográficos, estadísticos, demográficos, económicos y sociales sobre la Nueva España.


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