La descripci�n y Granada

Corresponde a la sesi�n de GA 1.15 PINTAR CON PALABRAS

Describir es enumerar caracter�sticas de un objeto, persona, animal, paisaje o situaci�n; gracias a la descripci�n el oyente o lector puede tener una idea clara de algo que no est� presente.

Para redactar una descripci�n se sugiere:

1. Elegir lo que se va a describir.

2. Observar detenidamente el objeto para descubrir cualidades y elementos que lo forman.

3. Seleccionar y organizar lo observado.

4. Redactar la descripci�n.

En los textos descriptivos predominan los sustantivos y los adjetivos sobre los verbos, porque al describir se enumeran y detallan cualidades.

Ejemplo:

Primera parte

Graphics

Sustantivos y adjetivos que enriquecen la descripci�n.

Disfruta en tu imaginaci�n del amanecer en la ciudad de Granada, tal vez muy diferente al de tu comunidad.

Granada

Amanecer de verano

Primera parte

Los montes lejanos surgen con ondulaciones suaves de reptil. Las transparencias infinitamente cristalinas lo demuestran todo en su mate esplendor. Las umbr�as tienen noche en sus mara�as y la ciudad va despoj�ndose de sus velos perezosamente, dejando ver sus c�pulas y sus torres antiguas iluminadas por una luz suavemente dorada.

Las casas asoman sus caras de ojos vac�os entre el verdor, y las hierbas y las amapolas y los p�mpanos danzan graciosos al son de la brisa solar.

Las sombras se van levantando y esfumando l�nguidas, mientras en los aires hay un chirriar de ocarinas y flautas de ca�as por los p�jaros.

En las distancias hay indecisiones de bruma y heliotropos de alamedas, y a veces entre la frescura matinal se oye balar lejano en clave de fa.

Por el valle del Dauro, ungido de azul y de verde oscuro, vuelan palomas campesinas, muy blancas y negras, para pararse sobre los Alamos o sobre macizos de flores amarillas.

Segunda parte

A�n est�n dormidas las campanas graves, s�lo alg�n esquil�n albaicinero revolotea ingenuo junto a un cipr�s.

Los juncos, las ca�as y las hierbas olorosas est�n inclinadas hacia el agua para besar al sol cuando se mira en ella.

El sol aparece casi sin brillo... ven ese momento las sombras se levantan y se van, la ciudad se ti�e de p�rpura p�lida, los montes se convierten en oro macizo y los �rboles adquieren brillos de apoteosis italiana.

Y todas las suavidades y palideces de azules indecisos se cambian en luminosidades espl�ndidas y las torres antiguas de la Alhambra son luceros de luz roja..., las casas hieren con su blancura y las umbr�as torn�ronse verdes brillant�simos.

Tercera parte

El sol de Andaluc�a comienza a cantar canci�n de fuego que todas las cosas oyen con temor.

La luz es tan maravillosa y �nica que los p�jaros, al cruzar el aire, son de metales raros, iris macizos y �palos rosa.

Los humos de la ciudad empiezan a salir, cubri�ndola de un incienso pesado.... el sol brilla y el cielo, antes puro y fresco, se vuelve blanco, sucio. Un molino empieza su durmiente serenata... Alg�n gallo canta recordando el amanecer arrebolado y las chicharras locas de la vega templan sus violines para emborracharse al mediodia.