VI. LA EVOLUCIÓN DE LA VIDA
H
ACE
130 años apareció El origen de las especies; en general los científicos vieron en el libro de Darwin la explicación más lúcida de muchas observaciones biológicas; y para 1900 los profesionales de la biología y muchos pensadores en otras áreas del saber eran evolucionistas convencidos. Sin embargo, para muchas personas con mentalidad religiosa fundamentalista no puede haber compromiso entre la teoría de la evolución y las enseñanzas religiosas tradicionales y se niegan a admitirla aun hoy, cuando es un pilar de la biología moderna. Por ello no es ocioso explicar en unos renglones las pruebas de la evolución.En su búsqueda de especímenes raros los curiosii del Renacimiento encontraron restos petrificados de seres vivos. El catálogo de fósiles es hoy inmenso y demuestra que hubo formas vivas que ya no existen y que las formas vivas actuales no existían en épocas pretéritas pues no hay fósiles de perros o caballos contemporáneos de los dinosaurios. Al hacer un corte profundo en la tierra se encuentran estratos con fósiles cada vez más antiguos, y conforme el corte es más superficial las formas fósiles son más parecidas, en general, a las de hoy; existen series como la del elefante y la del caballo que muestran la transformación gradual del animal. Todo ello es un fuerte indicio de que las actuales formas de vida provienen de otras diferentes muy antiguas. La alternativa sería postular que el Creador destruyó y volvió a formar no sólo una, sino muchas veces a todos los seres vivos. La doctrina de una serie muy grande de creaciones sucesivas (no de una sola creación), conocida como creacionismo, terminó por caer en descrédito y ser abandonada de maneral general. La creencia en el origen de los seres vivos por una única creación divina siempre ha tenido seguidores; de hecho, modernamente ha habido un resurgimiento de ideas antievolucionistas, sobre todo en algunos grupos religiosos y tradicionalistas de los Estados Unidos.
Además de poeta, Goethe fue filósofo. Al advertir las similitudes en el plan general de construcción de los vertebrados por un lado y de las plantas por el otro elaboró la Naturphilosophie. En ella se plantea que el Creador habría diseñado sendos planes maestros para el animal primordial (Urtiere) y para la planta primordial (Urpflanze), seres que no habrían existido realmente sino como "planos" o esquemas conforme a los cuales se construyen las diversas especies con sus variaciones específicas. Esta teoría fue abandonada pero dio origen a la anatomía comparada. Observando el brazo de un hombre, el ala de un murciélago y la aleta de una ballena, se comprobará que todos los mamíferos tenemos los mismos huesos articulados de manera similar. Esta conformidad con un plan básico indica que deben existir relaciones de parentesco entre todos los mamíferos, por diferentes que sean sus formas y sus hábitos de vida.
El concepto de unidad en la variedad fue desarrollado por Darwin al observar los gorriones y las tortugas de las Islas Galápagos, que presentan rasgos similares que los diferencian en general de los gorriones y tortugas de otros lugares. Sin embargo, observados cuidadosamente, se advierten pequeños rasgos diferenciales de cada isla del archipiélago, y puede identificarse de cuál de ellas proviene el gorrión o la tortuga. Darwin explicó esta variación dentro de la unidad por la descendencia de los animales del archipiélago de un ancestro común responsable de las características generales. Debido al largo tiempo de desarrollo en ambientes diferentes y con muy pocas posibilidades de cruzamiento en cada isla, la fauna habría adquirido características especiales. Este fenómeno, llamado especiación está ahora bien establecido y tiene un importante papel en el estudio del desarrollo de nuevos tipos de plagas, en el control de insectos y en otros casos de biología aplicada. Es una prueba de que la evolución ocurrió y sigue ocurriendo todavía.
Si se compara la fotosíntesis de los diversos tipos de plantas verdes, incluso algas, o la respiración de células vegetales y animales se podrá certificar que, pese a pequeñas variaciones, el proceso es básicamente igual en todas las células (véase el capítulo
I
). Las moléculas que intervienen en los procesos de óxido-reducción y transporte de energía por grupos fosforados son las mismas, aunque con pequeñas variaciones en su estructura: flavinas y citocromos aceptan y despiden electrones y átomos de hidrógeno levantando y deprimiendo su contenido de energía; el ATP acepta los fosfatos con alta energía que luego aplica para llevar a cabo los diversos trabajos celulares; todo esto ocurre tanto en las células de un humilde hongo escondido en el bosque como en las células del cerebro de un sabio lleno de honores. Igual ocurre con los mecanismos de reconstrucción celular: el sistema ADN-ARN-proteína opera de igual manera en todas las células vegetales o animales; más aún, el código genético, o sea las señales por las que cada fracción del ARN mensajero se liga a su aminoácido específico para construir la molécula de proteína característica de cada ser vivo (véase el capítuloIV
) es el mismo en todas las células. Igual ocurre con la división celular, la herencia de caracteres y muchos otros fenómenos. Esta similitud de mecanismos y moléculas en todas las células no tiene otra explicación lógica que la de que todas ellas provienen de la diversificación de un tipo único de actividad bioquímica que apareció en una época muy remota.Bastan pruebas aducidas aunque hay otras para proponer la evolución como una teoría tan válida y universal como la teoría celular o la genética. Dentro del marco de la doctrina de la evolución existen divergencias de opiniones y problemas difíciles de explicar; también es posible, y así ha sucedido, que las tesis evolucionistas sean revisadas y modificadas. La ciencia no pretende llegar a verdades eternas e inconmovibles; por el contrario, para el avance del conocimiento es necesario que toda teoría o interpretación de los hechos deba estar sujeta a revisión; de hecho, no es extraño que los adelantos de la ciencia obliguen a modificar un poco o un mucho los conceptos que anteriormente se tenían como verdad científica, es decir, como explicación lógica de los hechos conocidos hasta ese momento.
De esta forma, la teoría de la evolución no atenta contra la idea de un Creador, pues la ciencia no indaga sobre las causas primeras, solamente trata en el caso aquí considerado de establecer si los seres vivos estamos sujetos a cambios en el tiempo, pues esto es evolución, y qué fuerzas o mecanismos causan dichos cambios. Falsamente espíritus religiosos y antirreligiosos pues en todos los campos hay fanáticos han creído ver en la evolución una doctrina que afirma al ateísmo. Lo que afirma es que la interpretación literal de la Biblia es incompatible con una concepción racional de los fenómenos; ya que si aceptamos la interpretación literal de la Biblia tendremos que creer que el Sol se mueve alrededor de la Tierra, que el arco iris anuncia el final de la lluvia y que Noé fabricó un barco capaz de recibir por duplicado a representantes de toda la fauna terrestre. Sin duda hay quien lo cree así; sin duda también hay quien cree en la influencia nefasta de Saturno, o en las apariciones de La Llorona, o en el poder de hacer "mal de ojo". El hombre se encuentra aún en evolución.
La vida de Charles Darwin ocupa todo el siglo
XIX
(1808- 1882), pero su momento de gloria ocurrió en 1859 al publicarse su libro El origen de las especies. Como todo gran hombre, Darwin era hombre de su época y como toda gran obra su teoría respondió a su época. Tiempo atrás ya se habían expresado ideas sobre la evolución y conforme aumentaba el catálogo de plantas y animales más se hacía sentir la necesidad de una teoría unificadora que concertara la masa creciente de conocimientos: la evolución era un concepto tan necesario que estaba "en el aire de la época."Por estos años la industrialización crecía en Inglaterra a pasos de gigante, lo que trajo consigo entre muchos fenómenos sociales la explosión de las poblaciones urbanas, el hacinamiento en barrios miserables y la carestía de los alimentos. Esto llevó a Malthus a predecir una catástrofe que no se produjo porque ocurrió también una revolución agraria que aumentó la producción de los alimentos. Este acontecimiento indica lo peligroso de hacer predicciones, pero los profetas del desastre como el Club de Roma, no asimilaron la lección y cien años más tarde volvieron a predecir catástrofes no ocurridas.
Darwin conoció los esfuerzos de los grandes terratenientes ingleses que habían descubierto el método del pedigree para mejorar sus ganados, que es una forma empírica de manipular los genes y obtenían las primeras razas mejoradas de caballos, toros y ovejas. Conoció también la Revolución Industrial y estuvo de acuerdo con Malthus sobre la inadecuación entre el aumento de alimentos y el de la población. Por otra parte, tenía gran acopio de notas tomadas durante su viaje como naturalista alrededor del mundo en el Beagle. Había estado meditando sobre estas notas durante casi treinta años. El resultado de sus observaciones y meditaciones fue la teoría darwiniana de la evolución.
Para Lamarck la causa de la evolución radica en el uso de algunos órganos o el desuso de ellos como respuesta del organismo a las presiones que le impone el medio externo. Darwin no se preocupó mucho por establecer las causas de la variación; aceptó el proceso como un hecho de observación, admitiendo al parecer la herencia de los caracteres adquiridos por impacto del medio su pensamiento aquí no es claro, pero lo que deseó explicar fue cómo ocurre el proceso originado (véase la obra de Caulley, Les étapes de la biologie, Presses Universitaires de France). De manera sintética puede exponerse la teoría de Darwin de la manera siguiente:
a) Librada a sí misma, una especie aumenta en número de individuos y rebasa la capacidad del medio para alimentarla (aquí se aplica la teoría de Malthus); b) la sobrepoblación determina una lucha por la existencia en la que sobrevive el mejor adaptado al medio (Darwin pensó que lo que los criadores hacían en pocos años de esfuerzos razonados para mejorar las razas o especies, la naturaleza podía hacerlo operando a ciegas durante miles de años); c) los más aptos, además de sobrevivir, son los que tienen más oportunidades de aparearse y los que mayor número de crías tienen; así, se opera una selección sexual (esto implica que los caracteres adquiridos se heredan a la prole); d) las variaciones así transmitidas, casi inobservables en cada generación, se irían acumulando a través del tiempo y originando cambios profundos que determinan una evolución de la especie.
La aceptación implícita de la herencia de los caracteres adquiridos iba a causar muchos problemas, pero por lo pronto las disputas fueron de otra índole. La oposición a Darwin surgió de inmediato en el terreno filosófico pues era claro que se veía al hombre también como sujeto de evolución y así lo confirmó Darwin al publicar diez años más tarde El origen del hombre. Para la persona religiosa el problema crítico es el del alma, que tradicionalmente se confunde con la racionalidad y la emotividad; en los viejos catecismos se aprendía que las potencias del alma son memoria, entendimiento y voluntad. Dentro de una posición tradicionalista que considera que la racionalidad del hombre es un atributo de su alma (anima rationalis, según Aristóteles), plantear que dicha racionalidad ha sufrido una evolución a partir de los instintos animales equivale a afirmar que el alma viene por evolución de tales instintos. Si se considera que el alma, no obstante los artilugios de la filosofía tomista, es en sentido cristiano un ente metafísico diferente de la inteligencia y que escapa al análisis científico, no hay razón para establecer una oposición básica entre la tesis evolucionista y la doctrina cristiana. Y esto es lo que ha sucedido. Ya no se trata a los locos como endemoniados ni se cree que la causa del histerismo o la esquizofrenia sea el pecado. Por otra parte, las evidencias sobre el proceso evolutivo han obligado a las grandes iglesias cristianas a aceptar, al menos como posibilidad, la evolución, incluyendo al hombre en su ser biológico que es el único que puede estudiar la ciencia.
Es comprensible el rechazo de Darwin tanto por la iglesia católica como por las protestantes. Se ha dicho que nada iguala en trabazón lógica, armonía intelectual y universalidad de explicación al sistema aristotélico-tomista: fue una conjunción del saber de su tiempo, la Biblia y las doctrinas de la iglesia; apelaba a la razón y al sentimiento religioso. En él, la tierra se sitúa en el centro del Universo, rodeada de las esferas cristalinas por las que se deslizan el Sol, las estrellas y los planetas. En la Tierra el hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios, reina sobre las criaturas de las que es esencialmente distinto. Es superior a ellas por lo que las leyes naturales que rigen a los animales no rigen al hombre, que tiene su propio código de conducta. Y sobre este Universo armónico, jerarquizado, preside el Todopoderoso, el Omnipotente a quien "la Tierra le sirve de escabel" y a quien todo lo creado canta perennemente Gloria in excelsis Deo.
Copérnico y Galileo habían hecho de la Tierra un simple planeta que giraba alrededor del Sol, como los demás; la Tierra ya no era el centro del Universo sino una esferilla rodando por un rincón del Cosmos. Ahora, con Darwin, el hombre pasaba a ser un descendiente del mono en camino a no sabemos qué superhombre; ya no rey de la creación sino sujeto de la evolución y de la ecología. Sin duda es un trago muy amargo para los espíritus religiosos tradicionalistas, y aún existen reductos en las sectas fundamentalistas para los que la evolución es anatema.
Pero hubo también filósofos que aceptaron entusiasmados el darwinismo. Algunos usaron la evolución para atacar al cristianismo; otros utilizaron las tesis de la lucha por la vida y la supervivencia del más apto para fundar el darwinismo social, doctrina que absuelve los abusos e injusticias sociales del liberalismo extremo explicando que no son sino el reflejo de las leyes biológicas. Hoy día el darwinismo social está bastante desacreditado, con justicia sin duda, aunque hay un poco de verdad en sus tesis.
En cuanto a los científicos, en general vieron en la explicación de Darwin la más coherente y unificadora de los fenómenos biológicos y para fines del siglo
XIX
los biólogos eran darwinianos y algunos lamarckianos pero todos evolucionistas. Entonces estalló el problema de la herencia de los caracteres adquiridos.Un día del año 1865 el monje agustino Gregor Mendel tuvo la idea de cruzar plantas de chícharo en el jardín de su monasterio: cruzó plantas altas con bajas, de semilla verde con de semilla amarilla, de semillas lisas con rugosas. Luego observó a los descendientes y contó cuántos individuos mostraban tal carácter y cuántos mostraban tal otro; como resultado descubrió las leyes de la herencia. El trabajo se publicó, pero por razones discutibles no fue apreciado. Hasta 1900, cuando se descubrió la "Memoria " en una revista científica de escasa circulación, se comprendió su enorme importancia. Diversos investigadores se lanzaron a comprobar las observaciones de Mendel tanto en plantas como en animales, y Morgan estableció que las "unidades de la herencia" van en los cromosomas y les puso el nombre de genes. En pocos años se desarrolló un cuerpo de doctrina y nació una nueva ciencia, la genética, cuyo desarrollo en los aspectos explicativo, estadístico, molecular, aplicado y evolutivo es en buena parte la historia de la biología en el siglo
XX.
En los cromosomas de los gametos existen partículas o secciones (genes) que determinan la aparición de las características hereditarias. Cada gameto del padre o de la madre lleva las características en forma unívoca: "ojos cafés" o bien "ojos azules". Al ocurrir la fecundación y fusionarse los gametos la célula huevo poseerá los genes duplicados "ojos cafés-ojos azules" en algunas características una alternativa domina a la otra, como en el color de ojos, pero otras características pueden aparecer como mezcla de las dos, por ejemplo "flor roja-flor blanca" determina en algunas especies flor rosada. Cuando a su vez el hijo forma gametos los cromosomas se reducirán en número a la mitad y los caracteres que estaban en duplos volverán a quedar en forma unívoca en cada gameto. Al juntarse cromosomas de padre y madre, el hijo hereda todos los genes de ambos progenitores pero en combinaciones que pueden ser diferentes a las de ellos: por ejemplo, puede tener el color de ojos del padre y la forma de la nariz de la madre.
La herencia se determina por factores internos celulares, los genes, y no por los factores del medio en que se desarrolla el individuo: éste es el concepto de línea pura de Johannsen (1903). Un torete Hereford puro que crezca mal nutrido, con parásitos, expuesto al frío o a la lluvia, será un animal desmedrado y débil; sin embargo, si se cruza con una vaquilla igualmente maltratada pero Hereford pura, tendrá un hijo con las características de la raza intocadas y si es bien cuidado y alimentado podrá ser campeón en un certamen, pues los factores del medio afectaron el cuerpo de los padres pero no el contenido genético de los gametos. Los genes corresponden a fracciones de la cadena de ADN.
Este concepto de la herencia repugna a algunas mentes llenas de ideas populistas. Hace cuarenta años en la URSS el agrobiólogo Lysenko clamó contra la "aristocrática e idealista" teoría mendeliana de la herencia y valiéndose de influencias políticas forzó la adopción de una "nueva biología soviética" que no es sino la doctrina darwiniana de adaptación al medio explicada en términos populistas y afirmada en el dogmatismo marxista; este híbrido pseudocientífico retrasó la biología soviética durante veinte años. Hoy esta teoría biológica está desacreditada, pero conviene recordarla pues aún hay personas que elaboran teorías sociales y las aplican si pueden, sustentándolas en el aserto de que todo hombre nace bueno y es el medio social la causa de su distorsión. A este género de confusión entre ciencias sociales y naturales perteneció el casi difunto darwinismo social y su muy viva manifestación actual, la sociobiología. Ambos pretenden fundamentar la ética en la biología, pero "es tan absurdo buscar una explicación de los códigos morales en la evolución, como buscar una explicación de las matemáticas o de la poesía" dice F. Jacob (El juego de lo posible, editorial Grijalbo) y prosigue advirtiéndonos contra dos peligros: el cientificismo —para el cual los métodos y conceptos de la biología pueden explicar hasta el detalle todas las actividades humanas y el moralismo que rechaza ciertos aspectos de la ciencia porque los juzga peligrosos para las teorías políticas o morales.
El problema realmente científico surgido a principios del siglo
XX
era muy serio: el darwinismo explicaba la evolución por la heredabilidad de las variaciones que el medio impone al individuo, mientras que la genética demostraba que dichas variaciones (brazos fuertes, piel oscura por el Sol, etc.,) no se heredan. No era fácil elegir entre una y otra teoría pues ambas eran de gran valor científico; llevó cincuenta años de esfuerzos conciliarlas pero al fin se han fundido en una teoría basada en hechos de observación: la genética evolutiva, que explica la evolución como se describe en los siguientes párrafos.En sentido moderno, la selección génica es un proceso que opera con cruel eficiencia, ya que deja vivir a los individuos cuyos genes les comunican caracteres de adaptación al medio y hace perecer a los que carecen de tales genes. Supóngase una especie que lleva genes contrastados de resistencia y susceptibilidad al frío; si caen semillas en un lugar cálido se desarrollarán todas, pero si caen en un lugar de clima frío sólo podrán llegar a florecer y a reproducirse las plantas que heredaron la resistencia al frío, pereciendo las susceptibles. Dado que el gene de resistencia está en un cromosoma donde van también otros genes, todos ellos pasan en bloque a los hijos (ligamiento génico) y la progenie resistente mostrará diferente talla, o flores de otro color o algunas otras características. Así se forman tipos de la especie diferentes en cada sitio (ecotipos), pues lo mismo sucede con respecto a la sequía, la salinidad del suelo, etc. La selección génica no es un factor de evolución por sí misma pues no hace aparecer nuevas características, pero determina la diversificación de tipos biológicos.
La recombinación génica ocurre durante la formación de los gametos y consiste en que los cromosomas del padre y de la madre que forman pareja (homólogos) se colocan uno al lado del otro, se entrecruzan e intercambian pedacitos de sus cuerpos respectivos. Entonces el ligamiento que existía entre varias características se rompe y aunque la recombinación no cambia los genes, determina nuevas combinaciones de ellos y por tanto individuos con aspecto un poco diferente al usual.
La hibridación conjunta los genes de dos individuos al fecundarse dos ecotipos o aun especies diferentes. En muchos casos los híbridos interespecíficos son estériles, como la mula, pero en otros casos son fértiles. Al correr del tiempo un híbrido interespecífico puede cruzarse con otro, llegando así a formarse plantas o animales con características tales que se puedan considerar como una nueva especie. Esto podría tomar muchísimos años pues la hibridación solamente ocurre entre especies de estrecho parentesco: los perros con cabeza de gato pertenecen al reino de la fantasía o al periodismo lucrativo.
La poliploidia ocurre cuando al formarse los gametos no se reduce a la mitad el número de cromosomas. Cuando un gameto con los cromosomas dobles (diploide) se une a otro gameto normal se origina un huevo con triple juego de cromosomas (triploide), como ocurre a veces en los insectos. En las plantas que se autofecundan es más común que ambos gametos sean diploides, originándose así un tetraploide. Los poliploides son en general más fuertes y grandes que los diploides normales: el trigo ancestral, que ya no se siembra, pero existe, es un diploide, los trigos duros y "barrigones" son tetraploides y el trigo harinero es hexaploide.
La mutación es un cambio brusco en los cromosomas de los gametos que va a determinar un "salto", un cambio más o menos notorio en la apariencia del individuo, que por ocurrir en las células sexuales será hereditario. La causa puede ser algún agente químico o las radiaciones de alta energía (rayos gamma, rayos X). Los canarios amarillos y los conejos de Angora, etc., son mutaciones de los comunes canarios grises y de los conejos de pelo corto.
Todos estos mecanismos interactúan y se superponen en la naturaleza: un individuo puede cruzarse con otra especie; por selección genética de la progenie perdurarán solamente los de cierto tipo híbrido; sin duda en las generaciones posteriores ocurrirán recombinaciones génicas y de tarde en tarde mutaciones que al acumularse acentuarán las diferencias. Imaginar que de esta manera se originó el caballo a partir de un animal un tanto parecido a un perro en el transcurso de miles de siglos no es muy difícil; imaginar que en la amiba ancestral estaban presentes los genes que conforman al elefante exige la imaginación de Julio Verne. Pero este juicio a menudo expresado por los antievolucionistas es una falacia: lo que estaba en la amiba primordial era la capacidad de que se desarrollaran los genes del elefante, y en efecto, en ambos animales la herencia va en las cadenas de ADN que operan con idéntico código genético y ambos están sujetos a los mismos fenómenos de genética evolutiva.
"Para efectuar trabajos todo lo que el hombre puede hacer es poner juntos o separados los cuerpos naturales, el resto es hecho por el trabajo interno de la naturaleza", decía Francis Bacon. El hombre utiliza los procesos de genética evolutiva para tener nuevas variedades de plantas y animales formadas por hibridación y selección; induce mutaciones en los insectos para que sean estériles, controlando plagas agrícolas; induce polipoidia en algunos cultivos. En nuestros días, a las técnicas ya tradicionales citadas se agrega la ingeniería genética y la embriología aplicada, que permitirán al hombre mejorar su propia especie. Esta tecnología ha provocado conflictos ideológicos pues involucra aspectos humanos fundamentales. ¿Tenemos derecho a cambiar las características de un individuo en nombre de la especie? ¿Tenemos derecho de imprimir en una persona y en su progenie características que juzgamos ventajosas? ¿Quién será el responsable de llevar a cabo tal acción?¿Y quién le ha conferido tal derecho?
Es explicable que muchas iglesias protesten con vehemencia, pues la manipulación genética interfiere con los conceptos tradicionales sobre la libertad y dignidad del hombre. Lo que no es razonable es que durante largos años hayan basado gran parte de su doctrina en la impotencia del hombre para intervenir de modo profundo en otros aspectos, viendo esto como una prueba de la pequeñez humana. Pero hoy que la ciencia se apresta a hacer células vivas a partir de lo inanimado y cuando es una posibilidad manipular el desarrollo embrionario y genético, se trata de prohibir este campo de la investigación porque se dice que es contrario a la doctrina religiosa. Es una petición de principio que indica un temor a enfrentar problemas de cambio social mayores a los que en su tiempo trajo consigo la teoría de Copérnico y más tarde la de Darwin.
![]()