IX. EPÍLOGO

HACE algunos años, en agosto de 1987, durante el XX Congreso Internacional de Rayos Cósmicos celebrado en Moscú, se conmemoraron los 75 años del descubrimiento de los rayos cósmicos por V. Hess, durante su exitoso vuelo en globo la mañana del 7 de agosto de 1912. Dicho periodo, aunque largo en la escala de la vida humana, ha sido insuficiente para un estudio total de los rayos cósmicos. Como hemos visto a lo largo de este libro, las respuestas a las primeras incógnitas sobre su naturaleza, espectro de energía, modos probables de propagación y posibles fuentes han dado lugar a un mayor número de interrogantes.

En un principio, durante la llamada era heroica de las nuevas partículas, los estudios sobre los rayos cósmicos se dirigieron principalmente a resolver problemas asociados con la física de partículas elementales, es decir, hacia los aspectos nucleares de la radiación cósmica, como eran su composición y propiedades. Sin embargo, fue a partir de los años cincuenta —cuando se estableció una conexión entre la componente electrónica de la radiación cósmica y la emisión no térmica de ondas de radio— que dichos estudios se dirigieron hacia los aspectos astrofísicos de esta radiación, iniciándose lo que ha dado en llamarse la astrofísica de rayos cósmicos.

Como hemos visto, el estudio de la radiación cósmica ha tenido implicaciones importantes en varias áreas de la ciencia, como la física nuclear y la de partículas elementales.

En el mencionado congreso se analizaron los avances logrados en 75 años y las creencias establecidas, firmes y no tan firmes, acerca de la radiación cósmica; se trataron asimismo algunos problemas vigentes desde su descubrimiento, como el de su origen y composición química, y otros nuevos como el de la propagación, las formas cómo el Sol modula la intensidad que nos llega a la Tierra, y se revisaron nuevas ideas para tratar de resolver las múltiples incógnitas que aún prevalecen. No en todos los campos pudo llegarse a conclusiones generales, los desacuerdos que persisten revelan esta área del saber como un campo fértil de donde aún podrán cosecharse muchos frutos.

A lo largo de esta obra hemos querido abordar los distintos temas desde una perspectiva que permitiese no sólo dar una idea de cómo y cuáles han sido las formas de la evolución en la investigación de la radiación cósmica, sino también apuntar las incógnitas que aún persisten, o las que surgen al resolver algunas de ellas.

Mucho se ha avanzado desde el descubrimiento de los rayos cósmicos. El presente libro ha tenido por objeto presentar un panorama general del desarrollo y estado actual de esta área de la ciencia después de 80 años de iniciada; sin embargo, como ya apuntamos, muchos problemas están aún sin solución. La interacción cada vez mayor entre los físicos dedicados al estudio de los rayos cósmicos y los astrónomos, que trabajan en todas las longitudes de onda, ha permitido grandes avances en este campo y, con el tiempo, un acelerado progreso. Para nosotros sería muy satisfactorio que algunos de los lectores de este libro contribuyesen a alcanzarlo. Esperemos el primer centenario del descubrimiento de los rayos cósmicos para hacer un nuevo balance y ver si las piezas del rompecabezas embonan unas con otras: faltan tan solo 20 años.

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